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Inicio / Cuenteros Locales / larmdo / Algunos cuentos tristes para aniquilar al mounstro del closet(II)

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2. Colibrí…

¿Cómo explicarte su partida?, ¿Cómo entender que la cobardía alteró mis sentidos?, Se que llegó a mi vida como una gran bendición y que no valoré su presencia hasta…

Todo comenzó un día de navidad, volvía del trabajo o no sé, al llegar a casa me encontré con él… Un pequeño bebé, para algún muy común, pero para mi era algo fuera de serie, sé a partir de ese momento, ganó poco a poco mi cariño y mi ternura, sé que al principio no fue fácil acostumbrarme a él, ya que requería de todo mi apoyo.

Durante casi un año y medio, convivimos en grandes aventuras, como el aprender a balbucear, a comer y hasta a protegerlo de los demás. ¡En verdad era un gran bebé, Lleno de travesuras que le eran perdonadas con el simple hecho de sonreír!

Pero todo cambio como en cualquier cuento de hadas, cuando la cólera desbordada de su “padre”, amedrentaba su integridad, ¡En verdad yo quería librarlo!, defenderlo, pero todo era inútil… En esos momentos quería soñar, sentirme fuerte, tal ves ser un súper héroe y así vencer a su captor, pero todo terminaba en una gran impotencia.

Lo peor llegó una noche… Todo comenzó con gritos, maldiciones y golpes, bajé corriendo en su ayuda, con la esperanza de salvar a mi amiguito, más fue inútil, sus padres se lo disputaban y cuando llegué hasta él y lo contuve en mis brazos, ya no era el mismo, aunque pequeño ya su corazón estaba agrietado como la corteza de un árbol, su esencia se había extinguido. Su vida había cambiado… A la mañana siguiente miré impotente su partida y no pude ni siquiera impedirla. De mis ojos las lágrimas amargas brotaban sin poder detenerlas, quise correr a su lado, platicar una vez más con el pero era totalmente imposible.

Sé que a partir de esa mañana, algo cambió en mi, pues ya no tuve a quien enseñarle el lado amable de la vida o quizá compartir los paseos continuos por el camellón. Han pasado casi 9 años y de él solo me queda el triste recuerdo de su oso, su fiel amigo que lo escuchaba y acompañaba sin condición alguna. Creo firmemente que algún día regresará, tomará su oso entre las manos, lo colocará en su oído y muy tenue preguntará… ¿Me quieres?, ¿Me extrañaste?, a lo que el inerte muñeco responderá con un cambio leve de temperatura y en ese entonces, le platicará mis desvelos y mis preocupaciones mientras estaba ausente, de cómo lo cuidé para su regreso.

Y al mirarme frente a él solo me regalará nuevamente una sonrisa, aquella sonrisa que lo disculpa todo… Y seré feliz de verlo grande y ver que se defiende.






FIN

Texto agregado el 13-10-2008, y leído por 131 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-10-2008 Esta bonito ... me gustó darkknight16
 
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