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Inicio / Cuenteros Locales / Colours / 1x09-Borrando besos con besos.

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Pasó una semana completa que fue de las peores que Rojo recordara de su vida universitaria, el año académico estaba finalizando y había muchos exámenes por doquier, ni siquiera el encanto del profesor Aguamarina, aplacaban la enorme cantidad de deberes que tenía que realizar, y más encima aún no tenía un tema para sus tesis, todo un Caos sin siquiera sumarle los líos del corazón. Violeta, gran apoyo para Rojo, ya simplemente daba media vuelta y se marchaba cada vez que este nombraba a Marrón. Al parecer, se estaba haciendo demasiado agotadora su desilusión amorosa para el resto del mundo universitario que al igual que Rojo padecía la locura del final de semestre. Necesitaba tanto el apoyo de alguien, a cada instante pensaba en arrastrarse aún más y obtener la atención de Marrón pero cuando estaba a punto de llamar, desistía. Si todo el mundo se estaba hastiando de esa enfermiza obsesión por un chico que claramente ya lo había olvidado, Rojo pensó que debería dar vuelta la página de una forma más radical. Cuando una ventana de Messenger se abrió imprevistamente, creyó que tendría la solución.

-Hola – Saludaba alguien que el joven no pudo reconocer al instante, luego se percató que era aquel hombre que lo miraba en LeDisKo, alto, atractivo, bien vestido.

Rojo le respondió amablemente y le siguió el amen coquetamente, quería a toda costa conseguir una cita que le permitiera ocupar su mente en otra cosa que no fuera Marrón, no sería difícil, Rojo no era nada de deslucido y sabía que los gays de la ciudad tampoco eran muy exigentes.

Sin mucho preámbulo Rojo había conseguido una cita, la primera después de Marrón, claramente no buscaba algo serio pero alguna distracción, besos, caricias, cualquier cosa que quitara la ingratitud de su antiguo amor.

Al día siguiente, Rojo quedó de juntarse a las 17:00, en un edificio a cinco minutos del trabajo de aquel hombre, quién llegó muy puntual, muy bien vestido. El joven muchacho pensó entonces que aquel hombre era ideal para algo esporádico, no parecía la clase de personas a desconfiar y al menos todos sería seguro. Juntos se fueron caminando hasta la gelatería “Galaxia” donde bebieron un café helado y charlaron un poco él uno del otro. A Rojo le sorprendió que aquel hombre tuviera treinta y nueve años, porque no los representaba para nada.

-Todos alguna vez pasamos por una desilusión remecedora - Dijo aquel hombre, quien confesó haber terminado una relación de tres años hace muy poco tiempo. Rojo lo miraba y le parecía muy atractivo a pesar de que en varios aspectos se alejaba de su canon de hombre ideal, pero bueno.


-¿Quieres ir a casa?- Preguntó el hombre a Rojo cuando ambos habían terminado su café y cancelaban cuentas separadas porque a Rojo no le gustaba ser invitado.

-¡Claro!- Respondió Rojo, sabiendo lo que implicaba tal respuesta.

El trayecto estuvo repleto de silencios incómodos, miradas esquivas y conversaciones superfluas que intentaban rellenar aquellos espacios vacíos. Muchas veces Rojo se preguntó si era lo correcto lo que hacía, algo en su cabeza le decía que no era necesario, que podría ser peor, que tal vez fuera como cuando besó a Ocre… pero de todos modos, continuó, porque el controlar la situación, saberse atractivo, le daba un poder que había perdido con lo de Marrón, finalmente volvía a sentirse cazador y no presa.

La casa estaba ubicada en un barrio muy silencioso, tanto que al llegar, los dos se sentaron en el sillón y el silencio sólo se atenuaba con el tic tac incesante del reloj mural. Se miraban, sonreían, sabían lo que venía pero ninguno daba pie a que ocurriera.

Entonces Rojo tomó su celular y reprodujo un tema: Criminal de Fiona Apple e impulsado por las ganas de borrar a Marrón de su vida, comenzó a besar al hombre, mientras este le respondía aquel beso y lo acariciaba. Ahí estuvieron unos minutos hasta que el mayor de los dos, tomó la mano de Rojo y lo llevó a su habitación, ambos estaban excitados, pero Rojo siempre tenía sus límites muy claros y le gustaba jugar con ello, provocar pero jamás dar más de lo que él gustara.

El hombre se posó sobre Rojo y comenzó a besarlo mientras contorneaba su cuerpo, luego era Rojo quien estaba sobre y desabrochaba la camisa de aquel hombre, posó su cabeza en el pecho mientras su mano se adentraba en el pantalón. No tardó demasiado en hacerlo acabar, él en cambio, no quiso ser tocado, suficiente había tenido y no necesitaba más, se despidió y se marchó sin más. Se sintió sucio pero con poder, entendió que su teoría de borrar besos con besos no sería lo más apropiado y también que estaba cayendo bajo. No fue hasta cuando llegó a casa y meditó en lo que había hecho que entró en cuenta en que ni siquiera sabía el nombre de aquel hombre, Rojo pensó que tal vez ese era el fondo… y ahora sí debería ascender.

Texto agregado el 10-11-2008, y leído por 83 visitantes. (2 votos)


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