TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / worker / MI PRIMER DISFRAZ

[C:379684]

RECUERDO DE LA INFANCIA

MI PRIMER DISFRAZ


Febrero 1949, verano, calor y la siesta de la tarde. Cuando tenía cuatro años vivíamos en Pompeya, frente a la Iglesia del mismo nombre sobre la Avenida Sáenz. La casa era grande estaba en una esquina.

Todo lo recuerdo como una película en cámara lenta. Por ese entonces los chicos podían estar solos jugando en la vereda. A nosotros el policía de la parada nos acompañaba a cruzar la calle. Sobre la misma cuadra había una fiambrería a la que corría a comprar aceitunas cuando me daban veinte centavos. Y en la otra esquina un bar, donde los clientes se sentaban en las mesas que estaban en la vereda a tomar cerveza con ingredientes. Muchas veces al pasar con mi hermano recuerdo ponerme en puntitas de pie para alcanzar la aceituna que me ofrecía Don Joaquín el abuelo del barrio.

Entre la fiambrería de Don Juan y mi casa, vivían dos hermanas, una se llamaba Carola; era “solterona” como se decía entonces. La otra Emilia era viuda y tenía tres hijos, una mujer y dos varones.

A mí me encantaba pasarme las tardes en la casa de al lado. Me malcriaban decía mi madre.

La casa de al lado tenía rejas, donde se entrelazaban madreselvas y jazmines. Al entrar había una gran palmera de la que se desprendían sus frutos amarillos. A una gran galería daban los dormitorios, con pisos de madera bien lustrosos. Yo me divertía en esa casa, me sentía cuidada por los hijos de Emilia. Creo que uno de ellos se llamaba Atilio. Los recuerdo siempre sonrientes alrededor de una mesa grande con un mantel blanco con puntillas; donde Carola nos servía la leche con tostadas y mermelada casera.

Creo que ese fue el primer verano que recuerdo.

Llegaron los carnavales con su corso y su música. El sábado la tía Carola le dijo a mi mamá, que a la tardecita, después del baño me mandara para su casa; solamente con la enagüita de cintura, que eran blancas con volados y bien almidonadas.

Se hizo la tarde y, allí estaba yo, con mi enagüita y mis sandalias nuevas; golpeando la enorme puerta de la casa de al lado. Atilio me recibió y me alzó en sus brazos, llamando a sus hermanos,..”Llegó Monina llegó Monina”. Y como siempre todo era alegría. Al entrar a uno de los dormitorios, sobre un gran sillón con apoyas brazos con forma de cara de león y borlas doradas había…¡un disfraz, para mí! Tenía una pollera fruncida, floreada, con blusa y delantal blanco de organza y, además ¡una cofia! ¿Te gusta Monina?, no podía contestar de la emoción. Entre los tres me vistieron y, luego llamaron a Emilia y Carola para que dieran el visto bueno.

Ya lista, disfrazada de holandesa me acercaron hasta la puerta de mi casa. Llamaron y salieron corriendo como en “el ring raje”, dejándome allí parada. Ahora sí que me emociono al recordar la cara de asombro y felicidad que puso mi padre al verme. Me alzó, cruzó corriendo y riendo la Avenida Sáenz para dejar impreso en la fotografía este recuerdo maravilloso de mi infancia

Texto agregado el 14-11-2008, y leído por 107 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-11-2010 Me gusta lo descriptiva que sos.sobre todo en las impresiones saludos atte perres perres
14-11-2008 Una historia tan tierna, tan bien llevada, que deja una sonrisa en el rostro de quien la lee. Felicidades. Lei
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]