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Ayer, mientras festejábamos el día de muertos, decidí ir a tomar un café con unas amigas, entre platicas triviales y el viborearnos a más de tres, se pasó la mayor parte de la tarde, de pronto un tema salto a la platica… ¿Sabes?, Haciendo memoria, ¿Qué has hecho en estos últimos años que cambiaste demasiado?, Hemos pensado que no eras así… Quise responder de inmediato, pero no habia palabras en mi boca como para llevar acabo una conclusión. Pensé por algunos instantes, hasta que de pronto de la nada, alguien comenzó a narrarme esta historia que a continuación les conté.

Hace mucho tiempo en el lugar cuyo nombre solo conoce Dios, toda la humanidad era feliz, no faltaba absolutamente nada. Se puede decir que al menos para nosotros podría ser aburrido. Todos recordaban lo que tenían que recordar, sentían y decían lo que pensaban, pues eran libres, los sueños de cada individuo eran validos pues podían realizarlos a su antojo. Blanco, uno de los tantos individuos que habitaban el lugar, se sentía feliz pues tenia todo lo que necesitaba y hacia todo lo que le agradaba, en pocas palabras era feliz. Un día Blanco pensó en conocer los límites de su ciudad, así que preparando solo lo indispensable y guardándolo en una pequeña alforja, decidió emprender su viaje. A toda persona que conocía, le decía orgulloso la hazaña que realizaría. Todos se sorprendían, pues nunca nadie habia pensado en salir fuera de los limites, pues al fin y al cabo no necesitaban descubrir ya nada.

Blanco emprendió su viaje, transitó presuroso hasta llegar a la salida de su ciudad, se encontraba animado pues conocería nuevas cosas, nuevas situaciones. Al traspasar el límite, Blanco vio que era exactamente igual a su ciudad… Caminó durante varias horas hasta llegar al poblado más cercano, ahí, observó asombrado que todo era casi igual, solo que en aquel lugar habia personas diferentes a él, escuchaba palabras diferentes a las de él y sobre todo que ahí la gente iba tan de prisa que no se detenían a pensar que les hacia falta…

Se detuvo por algún tiempo cerca de una choza en donde el sonido repetitivo de los gritos que de ahí emanaban era enloquecedor. Curioso levantó la cortina que separaba la calle de la intimidad de la choza, vio como en su interior se encontraba una joven pareja, él robusto y enorme, llorando frente a la imagen inmóvil de ella, Blanco curioso se acercó hasta aquella escena, miró como el tomaba el cuerpo de ella y lo besaba con mucha ternura sin recibir respuesta alguna. De entre la ropa de ella solo se podía mirar una gran fuente de sangre que brotaba de sus entrañas. Blanco preguntó:

-¿Qué sucede?
-Enorme tristeza embarga mi espíritu. Al saberme entre el dolor por haber perdido mis dos tesoros. Se fueron por que así Dios lo quiso y ya no pueden volver.
-¡No entiendo por que lloras¡ , ¿Qué esto no resurge al terminar el día?, de donde vengo todo tiene solución…
- No pequeño esto es la vida y la vida es así…

Aunque Blanco no entendía del todo, muy dentro del pecho sentía una imposibilidad de hacer algo por ayudar, por primera vez en su vida sentía una fuerte opresión en el pecho. Había conocido el dolor. Sin pedir más explicaciones salió de la choza sin rumbo, pensaba y se atormentaba por no haber podido ayudar a aquellos jóvenes.

En su trayecto por la ciudad, Blanco observaba a miles de individuos diferentes a él, veía como se envilecían entre el alcohol, en como cambiaban su cuerpo por comida y hasta como se ultrajaban para conseguir lo que los demás tenían.

Blanco aunque inocente, comenzaba a entender. Aunque habían pasado pocas horas desde su llegada, ya añoraba el volver a su casa. Impávido, transitó rumbo a la salida de la aldea, pero sin esperar acontecimiento alguno, fue interceptado entre la oscuridad de la noche, solo se escuchaban gritos desgarradores, golpes, insultos, por fin habia conocido en carne propia los improperios de la humanidad. Transcurrida la noche, despertó adolorido, recordando solo lo necesario. Se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban y emprendió su partida. Al llegar a casa, no quiso hablar con nadie, algo se imaginaban sus amigos pues desde entonces no quiso responder a nada, habia comenzado a dejarse morir… Blanco había perdido sus sueños, Blanco ya no tenia ilusiones, Blanco pensaba que el libro de su vida habia sido completado.

El patriarca de la aldea, acudió de inmediato y con lágrimas en los ojos comento:

-Mi pequeño, no sufras más, se que con estas palabras no remediaré tu dolor, pero aunque te cueste trabajo, olvida, no todas las personas que comparten tu vida son malas, desgraciadamente tenemos que convivir con ellas… Mi gran tesoro, tu vales más que nada en este sitio, así que vuélvete fuerte, no odies, piensa que lo que viviste fue solo un mal sueño… no permitas que tu dolor te lleve a convertirte en un niño de sal, aquellos que por su angustia y desesperación salen huyendo del útero de su madre y se alojan en las profundidades de la vacuedad… mi pequeño, no permitas que las lágrimas que derramamos hoy por ti se evaporen y se conviertan en sal… ¡Te amamos¡

Blanco ya no soportaba más… Así que pensó en dos opciones, morir o salir delante de su dolor…

No sé si me entiendan pero ¿Ustedes qué hubieran hecho?, desafortunadamente existen eventos que marcan nuestras vidas y que al paso del tiempo nos vuelven niños de sal… ¿Qué final le darías a esta historia?, Quizá, solo piensen…

Así concluyó nuestra reunión entre una incomprensión y el levantar mis cosas e irme caminando sin ningún rumbo establecido, tan solo con una idea en mi pensamiento… ¿Valdrá la pena seguir luchando por conocer más, aunque haya otro que te destruyan el alma?



¿Fin…?

Texto agregado el 20-11-2008, y leído por 483 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
20-11-2008 Blanco tiene que vivir. Tiene que conocer el proceso que irá marchitando poco a poco su cuerpo y el de sus amigos. Vivir la partida repentina e injusta de algunos seres queridos. Debe trabajar durante la mitad de su vida construyendo un gran sueño y luego verlo desaparecer entre fuego, humo y lágrimas. Hasta saber que el dolor y la desesperación no caducan en unas horas y no llegan en paquetes pequeños. Entender que no es más especial que el niño que murió de frío abandonado en una bolsa de basurero. Y morir, después de todo sí... sólo morir. uisart
 
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