Cuando nos llega la tempestad, hasta el más fuerte tiembla y se derrumba.
“un terrible porvenir se asoma a nuestros ojos”.
Errantes en el desierto de nuestras vidas, vagamos entre la incertidumbre y aflicciones, victimas de los delirios, sin nadie que nos de su asilo.
La mísera soledad ya es nuestra suerte.
Nos preguntamos: ¿Cuál es nuestro destino?... hasta el mundo lo ignora.
Como un ciego que nada más el eco percibe a lo lejos, así somos cuando se desgarra el misterio de nuestra vida, en el futuro, por ese dolor tan grande que nos entristece.
Acoso, ¿abra alguien que consuele nuestro existir desesperado? ... ¿si lo hay, nos protegerá y dirá duerman tranquilos?, ¿podremos llegar a decir no temeré mi porvenir porque soy libre de este sentimiento y esta pena?
¿Llegara a brillar el sol, calmara la tempestad y seremos felices?