| Voy caminando a ciegas, me parece,por este mundo en que nada permanece.
 Sigue la duda pesando y acontece.
 Sigo creyendo en mi y en frío creo
 pues no llego a creer en lo que creo.
 Nada es ajeno al rayo y a la suerte
 vivimos caminando hacia la muerte
 encerrada la muerte en propia suerte.
 Se caen las estrellas, queman flores,
 se inundan las arterias de emociones
 arden los bosques, saber por qué razones,
 el fuego, no presenta soluciones.
 Los pájaros cansados, ya no vuelan
 los grillos agotados, ya no cantan ,
 los perros ladradores ya no ladran
 los hombres van perdidos, no se encuentran.
 Son raros, inconscientes, los amores
 y el dulce, edificante, olor de flores
 se ha perdido, al final, entre añoranzas.
 El niño ya no juega entre peonzas
 pulsa y repulsa la pantalla fría
 Así pasa la vida en ocasiones;
 nunca más sentirá como sentía,
 llenando su alma fría entre razones.
 Razones sin razón ni alternativa
 reo de confusión mental, preso de historia.
 
 Sigo sintiendo encima la tortura
 de una guerra que sigue interminable
 una guerra de piedra, siempre dura,
 y no encuentro razones razonables
 que lleguen a endulzarme la amargura.
 Qué ha hecho mi suerte para volverme amable,
 esta suerte que ha envuelto con locura
 el juvenil limón que he sido siempre.
 Ando y me pierdo porque me pierdo siempre
 siempre me pierdo porque, de andar
 no paro, para perderme siempre.
 Vale toda razón, menos la mía,
 Y no paro de andar ¡ quién lo diría!
 Quién comprende el jardín donde me encierro;
 Este verde jardín que; huele a entierro.
 
 
 
 Robert Bores Luís
 
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