Ése día, caminé a tu casa como un condenado al fusilamiento. Cada paso era más cerca del paredón de la verdad. Inhóspita. Monumental.

No sé si arrepentirme, porque estoy convencido del crecimiento mutuo con éste paso. Y que conste. Nadie nos dijo que iba a ser fácil. Pero hay que ser capaz de ver las cosas con todos los prismas.

Si, la puñalada en el estómago aun me duele en el cerebro, cerebro que me recorre todo el cuerpo como la sangre verde que se me sale por los pensamientos más desesperados. Increíble.

No echaremos por la borda la vida, sino que haremos una gala de ella y su capacidad de comprender las cosas y las cosas, nos pasan la cuenta por ser burdos con ellas. A veces, podemos ser mejores personas.

Pero no se eche para atrás. La búsqyeda de las opotunidades no termina con su encuentro, ahora hay que ver.
O nos quedamos con la curiosidad de saber que hubiera pasado o nos transformamos en un buscador de verdes y risitos de oro, que del baúl con polvo llegaron, más humiledemente y reclamando tierras que llegan a la vuergüenza de la desisdia de todos los amores.

En fin, vomitaremos hiel y sangre de todos los colores, hasta explotar de ansiedad cubierta de llantos y masticada sobretodo, por la frustración. Monstruo supremo de la asquerosidad personificada, al lado, no sabemos cómo, de lo más lindo que haya visto.

El Coronel