Un dia, mientras te serviá el desayuno te pregunté: ¿llegaremos juntos a viejos?. Y tu mientras mascabas pan, entre dientes apretados y labios inexpresibles, me respondisté con toda la boca llena: si. Me volque sobre tu pecho, me agazapé con mucha tranquilidad y mis enormes brazos no dejaban de rasgar tu desnuda espalda. Tu, un poco alterada por mi inesperado acto de amor, te paraste de la mesa con tus piernas hirviendo y el cafe quemandoté gota a gota. Te metiste a la ducha; desde el cristal esculpido de delfines noté tu sombra, que dejaba caer una manta que pronto descubrió tu cuerpo todo entero y sublime. Como la puerta (como siempre lo haces) estaba sin cierre, me entrarón unas hermosas ganas de contemplar tu cuerpo juvenil desde el umbrál; tu tan avergonzada por mi cercania diste un salto y con toda la mano enjabonada cerraste el pasador con fuerza.
No dejo escàpar una mañana para preguntarte lo mismo. Sirviendote el cafe, me acerco un poco a tu rostro y te digo: ¿llegaremos juntos a viejos?. Tu ya sospechas algo, no se si piensas que estoy loco, pero me tranquilizaria escucharte ese "si" dia a dia. Corristé la cortina de nuevo, senti tu suspiro al abrir la llavé. Luego, me afirmaste el "si" que me lleno de paz. Llegue hasta el umbrál; ya no era una sola sombra, era la tuya y la mia reflejadas a la luz en el baldosin. Puse una mano en la puerta, un leve ruido te advirtio mi presencia; corriste la cortina fugazmente, y con la mano toda enjabonada me tiraste la puerta en la cara.
Los años parecen que no te llegan, te ves bella, juvenil; tu piel no ha sufrido de arrugas ni manchas rojizas. Y en estos años, para mi, han sido los mejores junto a ti. Mas asi me consuela tu afirmación de permanencia, de que estaras a mi lado para amarme siempre. ¡Ya me ves, mas que un compañero, el interrogador de nuestro futuro!. De nuestra vejez.
En nuestro ultimo aniversario, por ser fecha especial, te preparé un desayuno grande: con frutas, verduras,huevos fritos, panecillos; el cafe suave y tibio. Tal como te gusta. Me acerque a tu oido, con cautela,sin prisa y te pregunté lo de costumbre. Como tenias llena la boca, fue imposible que me respondieras con tus labios; tu afirmación se efectúo con un movimiento de cabeza. Sonriente, te vi caminando hacia la ducha con un andar lento y armonioso. Me disté una ultima mirada (era tu ojo izquierdo el que me miraba, el derecho estaba oculto),cerrasté la puerta, un crujido grave zumbó : la cortina. No me acerque, no queria molestarte. Ademas (esta vez) cerraste la puerta.
Luego escuche que la puerta de nuevo se abria con una lentitud extraña: llorabas con llanto, avergonzada. Tenias canas, una arrugita en cada pomulo, con una expresion de tristeza ( ¿Donde esta la joven de la que me enamoré?). Te compadeci, me acerque a ti; tambien triste. Te apoyé una pecosa vieja mano en tu hombro, y la otra en tu rostro desaparecido; luego te abrazé con fuerza.

Nos miramos, tristes muy tristes. Y en coro, con voz lenta y fatigada nos dijimos uno a otro: ¿que haremos con esta vejez?. Fin

Andres.