Aire y cielo rellenan mi cáscara de cuerpo y esta ausencia de ti. Desesperado atravieso los altos bosques, llamándote sin cesar. Me encuentro sofocado entre pinos, los que se elevan al infinito. Cada sonido, cada crujido, me parece ser nuestro encuentro, pero en un segundo mi ilusión se desvanece y mi angustia se acrecienta.
Corro sin detenerme mirando hacia todas direcciones, buscando tu perfume, buscando tus cabellos, buscando tu ser. La tierra negra no me habla y las aves callan, del suelo emana la bruma, que se levanta y revolotea como espectros de este andar descontrolado.
Luego, exhausto, me encuentro en un declive el cual culmina en la orilla empedrada de un lago glacial, que yace vestido de aeriformes cortinas. Desde lo alto y a través de las coníferas, te diviso a ti, ángel caído, flotando en medio del lago.
Me lanzo por medio de los árboles, bajando hacia la orilla, casi volando, llego al encuentro del despiadado ojo de mar, Me zambullo en el opresor acuático y me acerco cada vez más a ti. Con dificultad logro encontrarte, reposas desvanecida sobre el hielo, con la mirada cerrada y de cara al cielo nublado; tu blanco vestido, tus blancos labios, tu blanca piel. Te abrazo en mitad del falso océano para llevarte a la orilla. Rompo la barrera del lago y te arrastro sobre las rocas, ennegrecidas a nuestro paso.
Te tomo entre mis brazos pero no respondes, acaricio tus mejillas entumecidas, te presiono contra mi pecho, te cobijo con mi ropa, pero nada logra hacerte reaccionar, yace inerte tu cuerpo, te hiciste el ser más azul del lugar, más pálida que las nubes y el vapor invernal.
No cierres tu respiro, no vueles aun, enraízate en la tierra que te vio crecer, no me transformes en el árbol de la pradera, en el pararrayos de los cielos vacíos, escucha mi grito impotente ¿Podré recordar la piedra en la que te has convertido?
Te abandono entre peñascos y, ahora solo, me levanto moribundo; tambaleante me encamino al agua gritándote desde mi alma. Miro al cielo, extendiendo los brazos y lentamente me sumerjo en la poción de la muerte: voy por el beso que vine a buscar.