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Si la rodilla o el entierro de un caracol no significan nada, no me preguntes porqué me muevo en esta órbita. De todos modos (dicho mejor, de algún modo) fui encuadrando lo liviano y derribando el caos, hasta terminar tan hastiado de la invención natural de la vida, que he estado pensando en reartificializarme, no porque me parezca una porquería la verdad humana, no... no, cómo se le ocurre, por dios; el asunto es que he nacido en pensamiento -no, porfavor, la fecha no la conozco, pero si quiere le invento una: cuarto de mimbre- creyendo que nada más somos artistas, todos, y que eso que vemos afuera es nuestro gran borrador personal.
Amor, la pregunta que quiero hacerte no requiere respuesta (porque no la quiere), pero me ha salido la insensatez de cuestionar nuestra necesidad de vivir juntos, la triste tacañería de querer un cuaderno propio y ya no mezclar mis dibujitos con los de nadie, porque no me gusta el resultado... no me gusta ver que las doctrinas hombre se empecinan en tachar mis actos, en adornar lo sucio de mi aliento, en destrozar mi idea sin fundamentos... no, no me gusta el consenso censurador de incoherencias, el miedo a las blasfemias, ni la costumbre de dar premios a la mejor obra, que no debe salirse de los marcos, que no quiere nada nuevo.
Amigo, con vos me gusta andar rayando realidad, dejándola fea, oh, tan bello negativo, la parte pequeña y oscura ¿Porqué no debe salir al sol sino coloreada y ampliada para que calce con la tranquilidad ajena?
Pero no quiero explicar, me quedo mejor, de vuelta al final.
Si pez y cloaca repugnan al olfato imaginario, mejor sácatelo, pedazo de nube de la tres treinta y qué se yo, si tu fuiste quien me puso la sombra en los huesos, si no me quisiste hacer beber otra cosa que la transparencia sólida de un día de verano.
A esa hora que todos sudaban, amigo, nos vimos envueltos en la mierda del odio, y fui entonces oyente inesperado de la esperanza nudo en la garganta, del borbotear la sangre gutural y del abrazo crujidor en los labios de tu impaciencia. Ay amigo, yo no sé decir cómo me haces, pero sé que no me importa que te metas en mi escena, porque tú me permites el papel improvisado en tu cuaderno.
Ay amor, capital y no es gris tu cemento que me quema los ojos, amor cómo dejarte tirado, cuajarte en un punto y mandarme al exilio voluntario de las horas de la vida mapalogizada.
Dejarte a mi lado, pero beberte miseria saciarte de angustia, amor normal, amigo insatisfecho de todo menos de mí, amor vida ciudad, amigo mujer que nunca quiso conocer, y tembló en el "te quiero" delirante que salió de mis tripas tambaleantes del vómito insufrible en una tarde de dieta reductora de cotidianeidad-.

Texto agregado el 02-12-2008, y leído por 128 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
06-03-2010 exquisito... squonk
02-12-2008 Estoy repasando tus textos, algunos son muy buenos. (Como este)Tienen la crudeza de un vidrio trizando un pizarrón. Un abrazo...Walter gerardwalt
 
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