Algo está pasando con mi suerte últimamente. De diez correos que he recibido por el Messenger, ocho son particularmente interesantes, uno me ofrece cantidades exorbitantes de euros –que no se que podría hacer con ellos- otro me enviará trescientos mil dólares que depositará de inmediato en mi cuenta por el simple hecho de aceptar yo ser socio suyo. El siguiente me informa que ha fallecido un tío lejano que me tenía mucha estima y que por lo mismo me ha heredado dos castillos, uno en Flandes y el otro en una comarca inglesa de cuyo nombre no me recuerdo ahora. Aparte de eso me deja también la no despreciable suma de ochocientos cincuenta mil dólares que debo retirar personalmente del Banco de Londres antes del 15 de mayo. No termino de recuperarme de tan desmayadora noticia cuando el palitroque del MSN me indica que tengo un correo nuevo. Expectante lo abro y leo: “Usted ha sido seleccionado entre quince millones de personas para participar en la millonaria lotería de Kuala Lumpur por lo que le estamos enviando en este preciso momento los pasajes con gastos de estadía y demases. Este es absolutamente intransferible y tiene un plazo de cinco días para aceptar”. Patitieso ante tanta buena nueva, ya no me atrevo a abrir el Messenger porque sepa Dios que grandioso premio, herencia o sorteo me ha favorecido entre miles de millones de personas para bendecirme con sus lechugosos laureles. Dicho y hecho. “Usted tiene un nuevo mensaje de correo”. Este me hace acreedor a la nada despreciable suma de ciento cincuenta millones de pesos ganados en la ruleta de Bremen -a la que yo sepa nunca he asistido- pero el mensaje es claro y conciso. Tiene una semana para cobrar el premio y extinguido dicho plazo, los fondos serán entregados a la municipalidad de no se donde para ir en ayuda de los alcohólicos anónimos que allí suman miles.

Y así transcurre mi vida en estos días, soñando despierto con todas estas deslumbrantes noticias que tienen la gran virtud de elevarme de status como por arte de magia, emparentándome con lo más granado del jet set nacional e internacional. Ya no me atrevo a caminar frente a los locales que expenden boletos de lotería porque temo que el dependiente me salga al paso para anunciarme que me gané el Loto y el Kino y les juro que si eso llega a suceder, me voy a enfurecer de verdad porque mi cabeza no da abasto dándole vueltas al peliagudo asunto de en donde voy a colocar tanto dinero junto y en que lo voy a gastar. No, les prometo que voy a agarrar al majadero ese y lo voy a mandar a buena parte con esa porrada de billetes, ya que el temita me está comenzando realmente a empelotar…