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Inicio / Cuenteros Locales / Vlado / Instrucciones para dar la vuelta a la manzana

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Primer método:
Supóngase como certeza preliminar que el elemento a rodear es claramente rectangular. Consideremos, igualmente, nuestra ubicación inicial como la situada frente al punto medio de uno de los dos lados de mayor longitud. Esto nos permite equilibrar las distancias de las distintas etapas que cubriremos para la consecución exitosa de la empresa propuesta.
Primeramente, deberemos elegir la dirección en que comenzaremos la marcha. Como punto de referencia, nos habremos colocado mirando hacia el objeto. Esta hipótesis es arbitraria, pero en el caso de que usted decida situarse de espaldas, corre el riesgo de condenar al fracaso su tentativa, debido a que puede confundir las venideras explicaciones por haber tomado sentidos opuestos. Hágame caso entonces y sitúese confrontando el lateral, no joda.
Descartamos de partida la dirección perpendicular a dicho lateral, esto es, aquélla en la que, si no nos girásemos, iríamos hacia el frente o marcha atrás. El primer sentido nos lo imposibilita el carácter sólido del propio objeto que pretendemos circunvalar, so pena de herir dolorosamente nuestro cuerpo si insistiésemos en tomar esta opción. En cuanto al movimiento hacia atrás, no nos impediría llevar a cabo la misión, pero obligaría a una mayor suma de esfuerzos, distancias y giros correctores para lograrlo. Por idéntico motivo, despreciaremos las direcciones oblicuas y seleccionaremos como válida aquella que discurrirá paralela al lateral. Sólo nos queda pues, optar entre derecha e izquierda como el sentido en que empezaremos el movimiento. Esta elección es igualmente arbitraria, así que supondremos, por ejemplo, que comenzamos hacia la derecha. Giramos entonces el cuerpo noventa grados hacia la derecha, con lo que nos encontraremos casi preparados para pasar a la fase de avance (Nota: se supone que el movimiento principal durante todo el ejercicio será el frontal, pues anteriores experimentos han demostrado que la traslación lateral ofrece dificultades añadidas de coordinación entre las extremidades inferiores e incluso de visibilidad, siendo estos problemas aún mayores en un posible desplazamiento de espaldas).
Antes de comenzar la fase motriz, es aconsejable echar un vistazo preliminar que nos permita observar posibles obstáculos inertes o estacionarios que nos vayamos a encontrar en el recorrido. Nos limitaremos a aquéllos que se encuentren claramente visibles; más adelante se explicará cómo abordar los que permanecen ocultos al comenzar el trayecto y cómo eludir la sorpresa de cualquier objeto móvil que pueda surgir en el camino. Miraremos hacia arriba en primer lugar. Es probable que aquí no encontremos ningún impedimento en la mayoría de los casos, pero siempre será preferible cerciorarse para evitar lastimosas colisiones de nuestra cabeza con objetos aéreos. Una vez comprobado que el tráfico superior está despejado y que no se observan posibles amenazas futuras, analizamos la parte media, en donde pondremos especial interés en la búsqueda de posibles salientes que asomen del objeto y puedan cruzarse en nuestra trayectoria. Finalmente, procederemos a un examen más riguroso con la parte inferior, donde suelen estar acechando los mayores peligros.
Concluida la observación preliminar de posibles impedimentos, iniciaremos por fin el movimiento de avance, transportando consecutivamente una y otra pierna hacia el frente, en un movimiento cíclico que se denomina andar o caminar. Es preferible usar este método que el más acelerado de correr, así nos lo aconseja el balance estimado entre tiempo ahorrado y riesgos asumidos. En el caso de que en la visualización previa hubiésemos advertido algún elemento inmóvil cuya ubicación concluyésemos que acabará interponiéndose en nuestro camino, avanzaremos con paso firme hacia él, aunque no tan concentrados en su observación que perdamos toda atención a la vigilancia de probables objetos en movimiento que puedan aparecer sorpresivamente, o incluso otros pasivos que por su reducido tamaño, o por dejadez, no advirtiéramos inicialmente. Sea como fuere, los métodos para eludir los obstáculos inertes variarán en función de la altura a la que se nos presenten. Uno general para todos ellos es el de rodearlos por un lado, que será el más exterior para aquéllos anexos a la masa principal. No siempre este rodeo es el que supone una mayor economía de esfuerzos, así que pasamos a estudiar otros alternativos:
- Zona superior: Bastará la mayoría de las veces con inclinar la cabeza hacia delante o a un lado. Si esto no fuera suficiente, se procedería a inclinar el tronco o incluso flexionar las rodillas.
- Zona media: Es posible que se pueda utilizar la técnica anteriormente propuesta o bien las que describiremos para la zona inferior, pero habitualmente la más adecuada para estos casos será la de rodeo lateral.
- Zona inferior: Procederemos a levantar una de las piernas, pasándola sobre el obstáculo para situarla en una zona posterior a él. Con esta extremidad firmemente afianzada en su nueva posición, impulsaremos el cuerpo hacia delante arrastrando la otra pierna en tal movimiento, teniendo cuidado de elevarla lo suficiente para que no tropiece con el objeto impeditivo. Una acción más arriesgada es la denominada salto, en la que la coordinación y equilibrio de movimientos son mucho más complejos, pero a la que habremos de recurrir cuando el rodeo lateral sea imposible, o cuando la extensión en nuestra dirección de avance o su elevación sobre el suelo nos impida emplear la técnica anteriormente descrita.
Explicados entonces genéricamente los métodos elusivos, cabe indicar aquí otra opción que debemos considerar, pues en determinadas situaciones nos facilitará nuestros trabajos para superar los obstáculos. Existen ciertos objetos inertes que, por su liviandad o escaso peso, son susceptibles de ser recogidos o desplazados hacia un lado, y elegiremos para ello entre mano o pie según cuál de las dos cosas se pretenda y la altura a la que se encuentren.
Por la profusa complejidad de las alternativas que se nos presentan ante la aparición de elementos móviles que se avecinen hacia nosotros, según su naturaleza y trayectoria, nos limitaremos a analizar algunos tipos bastantes comunes, aunque se puede señalar como regla genérica que en un primer momento se procurará esquivarlos y, si esto no es posible, intentar reducir al mínimo los perjuicios de una colisión:
- Viento: Es el menos lesivo, inofensivo en casi la totalidad de los casos. No buscaremos el sortearlo, sino que bastará con inclinar el cuerpo en la dirección de donde procede. Esta inclinación será directamente proporcional a la intensidad del mismo.
- Elementos voladores: La mayoría de ellos serán de pequeño tamaño, bien autopropulsados como por ejemplo los insectos, o bien llevados por corrientes de viento, como semillas u hojas de papel. Suele bastar, si los vemos venir, con agitar manos o pies, o a veces mediante simples soplidos, sin tener siquiera que detenerse o variar nuestro avance, dado el casi nulo peligro en un choque con estos elementos. Otros animales voladores tienen mayor tamaño, como los pájaros, pero no suelen interponerse en el camino y escasas veces atacan. Existen además, otros objetos de trayectoria aérea que, a no ser que contemos con enemigos que no vienen al caso, vendrán impulsados accidentalmente hacia nosotros. Pueden incluso aparecer, sorpresivamente, atravesando puertas y ventanas y abarcan una gran diversidad de objetos. De estos últimos, sin embargo, los más comunes son las pelotas. Todos estos objetos abandonados a su propia inercia, pero con suficiente densidad para poder causar daños corporales en caso de colisión, es mejor eludirlos. Aquí será de gran importancia la capacidad reactiva del caminante, su agilidad visual y de reflejos.
- Elementos terrestres: Casi todos se pueden encuadrar en tres categorías: objetos inanimados deslizantes o rodantes, animales y, por último, personas. Los primeros suelen ser los más cómodos de esquivar, ya que suelen llevar una trayectoria uniforme, aunque si se elige el método de salto, sobre todo con los rodantes, conviene coordinar bien el movimiento y no caer sobre el objeto, pues esto suele traer graves consecuencias. Los animales son los más imprevisibles, estando constituidos mayormente por perros y gatos. La mejor táctica suele consistir en permanecer quieto con la esperanza de que no seas tú su objetivo y ellos mismos se encarguen de esquivarte. Si no es así y ves que vienen a por ti, es conveniente haber comenzado la aventura con la previsión de llevar una pelotita en el bolsillo que lanzar lejos para que el animal vaya en su busca. Si esto tampoco funciona pero se trata de un ser de reducidas dimensiones, siempre nos queda la posibilidad de tomarlo en brazos y proseguir así la marcha con el nuevo compañero de viaje. Con las personas hay que atender directamente a su mirada. Si observas que el otro transeúnte que viene hacia ti camina despistado y crees que no te ha visto, lo más aconsejable es apartarse de su trayectoria. La cosa se complica cuando adviertes que sí te está mirando. Entra aquí en juego la sicología, una lucha entre mentes que, aunque pocas veces acaba en colisión, sí que puede llevar, en caso de no estar atinados ambos, a una embarazosa situación de movimientos laterales descoordinados en los que nadie acierta a dejar paso franco a su oponente, con un consecuente rubor vergonzoso de sonrisa estúpida y excusas entrecortadas.
Estudiados ya los principales tipos de obstáculos que nos vamos a encontrar y cómo superarlos, supongamos que hemos avanzado con éxito paralelamente al lateral de partida, hasta aproximarnos al primero de los cuatro elementos denominados esquinas, en los cuales convergen en aristada unión los lados consecutivos. Siendo lo rodeado, hemos dicho, de forma rectangular, esta convergencia será según un ángulo casi exacto de noventa grados. Al superar cada esquina es donde podremos encontrarnos con muchos de los peores peligros que nos acechan, bien por toparnos con obstáculos invisibles a nuestros ojos hasta entonces, o por no coordinar con propiedad el giro preciso para abordar el siguiente lateral. Nos acercaremos entonces con precaución hasta la esquina. Me veo en la obligación de insistir en ello: no subestime jamás a una esquina. Nunca, nunca tome una a la carrera. En caso contrario, es muy probable que usted se deje un brazo, una pierna, una cadera contra su resalte anguloso en un cambio de dirección precipitado, o que impacte en colisión atroz contra elementos ocultos tras ella. La manera más adecuada de rebasar una esquina comienza con separarse una distancia adecuada del lateral para tomar una cierta ventaja visual sobre lo que espera al otro lado, al tiempo que se facilita el giro que habremos de dar. Ya a la altura de la esquina, lo más seguro es enfilar el cuerpo en la dirección en que transcurre el lateral a seguir, hacer una inclinación lateral del tronco con precaución máxima, hasta que la vista nos permita observar si el camino está despejado y luego, si esto es así, colocarnos en posición de avance mediante un paso lateral, que por ejemplo en nuestro caso será dado hacia la derecha.
Una vez que sabemos cómo superar las esquinas, los pasos a seguir para completar la circunvalación se reducen a una reiteración de todo lo antes reseñado, recorriendo así los distintos (cuatro) laterales, discurriendo paralelamente a ellos.
Se podría señalar, como anécdota, que si se ha llevado a cabo con exactitud todo el proceso, el punto final del ejercicio coincidirá exactamente con el inicial.

Segundo método:
Tomar la manzana por el rabillo mediante los dedos índice y pulgar. Elevarla en el aire y realizar un movimiento del dedo índice en la dirección longitudinal del pulgar, con la suficiente presión sobre el rabillo para que este movimiento se transforme en otro rotacional que se transmita a la manzana y la haga girar ciento ochenta grados, hasta que la parte oculta en el momento inicial se nos muestre ahora totalmente visible. Bajarla entonces hasta que tome contacto con la superficie de la mesa rectangular, momento que aprovecharemos para soltarla concluyendo así el ejercicio.

Texto agregado el 21-08-2002, y leído por 1173 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
04-06-2003 que quieres que te diga cielo...? mira no sé, como vieja a secas y vieja lectora de don Julio, me parece que lo has hecho genial, pero aún más me ha gustado el retrueque a los comentarios, sabes: Cortazar hacia literatura hasta cuando provocaba con sus respuestas, tenía una estima muy alta por su neurona, como para dejar correr "imbecilidades" también don Borges Jorge Luis dijo: disculpe mi ignorancia y estaba hablando de literatura inglesa...un beso y un abrazo por si hace falta... hache
04-12-2002 Te acompaño en el sentimiento, estimado Vlado. Todo, absolutamente todo, ya está escrito. Sólo falta que uno lo plasme. Algunos han escrito algo parecido anteriormente y uno debe saber en quien inspirarse. Sin embargo, aquí encontramos una vuelta más. El segundo método reformula totalmene el problema al reformular el objeto designado, jugando con un parónimo. Eso muestra la complejidad de un problema científico, que es determinar el método de observación para explicar un fenómeno. En mi paupérrimo conocimiento literario, pocas veces he encontrado con tanta claridad un problema epistemológico tan claramente descripto utilizando una metodología literaria (con aires cortazarianos, si se quiere). Por ello, mis respetos al Sr. Vlado Un cordial abrazo de evendredi
05-09-2002 Copiar, sí. Asimilar, no. Salu2. Vlado
28-08-2002 Me asombra tu omnisciencia sobre lo que lo demás sabemos o dejamos de saber. Creo que te has aventurado demasiado en tu consideración de que todo ser pensante no ve más en los relatos 'instructivos' de Cortázar que ridiculez e insensatez. La maravilla de Don Julio, en este caso, no es el 'qué' sino el 'cómo'. Por suerte, la gran virtud de la literatura consiste en que cada cual tiene sus gustos y es capaz de ver la belleza en propuestas muy diversas. Por favor, me parece muy bien que a ti te resulten intrascendentes y banales esos escritos, pero te pediría no generalices hacia los demás lectores. Salu2 y gracias por leer y comentar. Vlado
23-08-2002 Nunca escondí influencias, marxxiana. Es maestro y hay que aprender de él. Gracias por el notable. Tomo en consideración tu comentario final. Salu2 y nos leemos. Vlado
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