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 Las alas y el morral
 
 
 Pienso que aquellas alas con las que planeé
 Desde tan mozo, con tan grande ansia de saber
 Que habría en otros lugares, que criterios
 Diferentes sobre cada pequeño fenómeno.
 Los distintos valores y su verdadero peso,
 En cada uno de los montes, de los lagos,
 De los océanos. Sociedades rurales que
 De una forma maravillosa, sus aldeas
 Pueden estar a unos minutos andando, una de otra
 Y de forma extraordinaria son étnicamente diferentes,
 Creen en otras formas religiosas, hablan otro idioma,
 Y lo que es más, ninguno de ellos habla castellano.
 Fantásticamente esto te da la posibilidad
 De aprender porque se mete el sol,
 Según lo que reza cada uno y por qué.
 Y tu sorpresa será que ambos tienen razón.
 Seguramente, a esas personas, quien les ha confundido
 Y desorientado, hemos sido nosotros.
 
 De la misma forma esta a nuestro alcance,
 En grandes urbes que se las supone avanzadas,
 Ese mismo fenómeno, más no sé que es más grave,
 Pues en ellas, en occidente, presumiendo de ser
 Los que estamos delante –no sé de quien- puede
 Ocurrir, y de hecho sucede, lo mismo
 De una cuadra a otra.
 
 Por  todo ello, cada vez que planeas o aterrizas,
 Tus alas están más gastadas, tu cabeza más llena,
 De belleza, de comprensión de admiración,
 Como de perdón, entendimiento, sosiego
 Y gana de cesar de volar, instalarte con
 La magnifica carga que traes en las alas
 Y en ese morral que es tu cabeza
 
 
 Aguadulce, diciembre de 2008
 José María de Benito
 
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