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¿PERDONAR?

A punto de la llegada de una nueva Navidad, de rememorar el nacimiento de Jesús, en Belén, hace más de dos mil años, de recordar la aparición de quien vino a traernos el perdón y la salvación, no está de más el lanzar a los cuatro vientos, esta pregunta trascendente: ¿Debemos perdonar?...¿Siempre?...

El propio Jesús, en la oración del “Padre Nuestro”, asegura que Dios nos perdona, si nosotros también perdonamos a quienes nos ofenden :.”la misma misericordia que uséis con vuestros semejantes, se usará con vosotros”.
Y, en otro momento, cuando el apóstol Pedro pregunta al Maestro si ha de perdonar a su hermano, hasta siete veces, Jesús le aclara:”no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete, es decir, siempre”. Pero…¿y sin condiciones?... La religiosidad cristiana ( “si te abofetean en una mejilla, ofrece la otra”), dice que quien no está en una actitud anímica de perdón, no se parece a lo que Dios quiere, enseña y practica. Los hombres debemos saber perdonar, y hay muchos que ofrecen su perdón generosa e incondicionalmente (madera de santo, diría yo, que hace falta para ello). Pero, por la parte contraria, hay muchos, muchísimos hombres que, habiendo causado el mal reiteradamente y practicado las más crueles ofensas, jamás se avienen a pedir perdón, siguen siempre con el corazón envenenado por el odio, se burlan de sus propias víctimas y, para más “INRI”, tienen la desfachatez de exigir un perdón incondicional de parte del Estado, de la sociedad y hasta de los propios gravemente ofendidos. Y tal proceder, no es válido, no es de recibo. El perdón del ofendido hacia el ofensor (víctima hacia verdugo), precisa al menos, que éste reconozca la maldad de sus acciones, tenga el rechazo de las mismas y el deseo sincero de petición de perdón y de arrepentimiento.

Por otra parte, el perdón que se ofrece al agresor, al delincuente, jamás supondrá la justificación del mal realizado. Regla obvia del Derecho más elemental es:”odia al delito y compadece al delincuente”. Podrá haber comprensión para el que ofende, pero jamás podrá afirmarse que el mal practicado, sea algo bueno y justificable. En jamás de los jamases. En el plano divino, Dios odia el mal por esencia y lo rechaza como una negación de Si mismo. El, que es bondad y misericordia al infinito, perdonará siempre y sin condiciones, cuando el ofensor pide el perdón sincera y humildemente.
Pero…¿y el hombre?...¿y la Sociedad ofendida? ¿Cómo debe proceder?
Perdonar, no implica, en ningún caso, la no aplicación de las leyes justas.
La aplicación de tales leyes, buscará siempre evitar el mal, compensar daños y castigarlo adecuada y eficazmente (evitación de peligro para el resto de la sociedad y posible recuperación del delincuente). El perdón nunca puede ser impunidad. El perdón nunca puede llevar a la Justicia, a suspender o violar unas leyes que, antes que nada, deben proteger al buen ciudadano, al ciudadano ofendido, agredido, maltratado, cuando no, asesinado, eliminado.
Cuando se persigue al bueno (víctimas del terrorismo, por ejemplo) y se apoya al malo (terrorista)…¿Dónde queda el estado de derecho? ¿Podría ser considerado “Derecho”, aquel que persiguiera la virtud, el buen hacer, y diera su bendición, su apoyo al vicio, a la corrupción, a la violencia y al odio?...

Y, finalmente, nadie, en nombre del perdón o del “amor cristiano”, puede renunciar a la defensa de las víctimas (terrorismo, maltrato, prostitución, proxenetismo, trata de blancas, drogas, etc.), por todos los medios adecuados y a su alcance. El deber de justicia exige la defensa de los más débiles y el apartar, siempre que sea necesario, de la propia vida social y ciudadana, al ser dañino o malvado, y ello, en base al propio e inalienable derecho de defensa de la sociedad.

Y baste recordar, como ejemplo final y como apoyo a la tesis que he intentado defender, que si se tratara sólo de perdonar y…”pelillos a la mar”, el famoso turco Alí Agca, aquél que, en su día, atentó contra la vida del Papa, jamás hubiera entrado en prisión, habida cuenta de que el propio ofendido, el mismo pontífice, le regaló generosa e incondicionalmente, su perdón. La misma sociedad, también ofendida y agraviada, exigía la oportuna reparación, alejándolo de la vida comunitaria por el tiempo que, en derecho, dictaminaran las leyes vigentes.

EMILIO - 13 Diciembre 2008



Texto agregado el 13-12-2008, y leído por 297 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
13-12-2008 Entiendo que es sano para los seres perdonar ,cura heridas y enrriquese el alma .No es tarea facil.Hay ue trabajar mucho sobre uno mismo. Gracias por tu refleccion ****** shosha
13-12-2008 Desde luego que sí que hay que tener madera de santo muchas veces, complicado cuando te han hecho mucho daño¡¡, besotes...+++++ natilla_
13-12-2008 Según me explicaron los jesuitas en mis años de continuas travesuras, Dios perdona al ofensor, pero "el reato de la culpa" hay que pagarlo. De la ahi la penitencia aun habiendo obtenido la absolución. Cuando era muchacho, asentía, quizá para no exponerme a una mala calificación. Hoy ya adulto, debo confesar que no entiendo un carajo de esto. 5* ZEPOL
13-12-2008 la verdad, alli tienes razon. es importante perdonar. Pero a veces no es tan facil, sobre todo si te han herido mucho en el camino. un abrazo carolina52
 
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