| Has cambiado mi lamento en baile;Desataste mi cilicio, y me ceñiste de alegría.
 Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
 Señor Dios mío, te alabaré para siempre.
 
 (Salmos 30: 11-12)
 
 
 No Estaré Callado
 
 
 Con otra letra, oh Dios; con otra cara,
 Aquí me tienes, otra vez. Igual
 Que siempre cantaré tu nombre y, tal
 Vez, de la unción el niño que te amara,
 
 Pueda volver del sueño y te dejara
 Una canción de música jovial,
 Que del lamento, del cilicio y mal,
 Como a un cervato alegre lo alejara.
 
 Es tu nombre, Señor, tu santo nombre;
 El que escribe otra mano, y otros ojos
 Son los que leen. Entierro los despojos
 
 De ayer; le canto al día de hoy, al hombre
 Que ya ha aprendido a amarte; y, no te asombre,
 Que ante Tu Nombre Santo, esté de hinojos.
 
 
 .
 |