había llegado temprano al trabajo. abrí la puerta y el silencio de la mañana alimentaba mi alma y el de todo mi entorno. entré y encendí la radio para escuchar música de Shumann. hermoso. me puse a limpiar la entrada, luego, la estantería y ya casi al final, a ordenar los productos a vender. miré mi reloj y sentí que el tiempo era ligeramente suave y delicado con mi vida. hay veces en que esto sucede, sobre todo cuando eres muy feliz. la gente empezó a llegar y a laborar. sentí alegría y cerré los ojos y me puse en una esquina a disfrutar de esta vida... "ser feliz es hermoso y una gran oportunidad", pensé. abrí los ojos y empezaron a llegar los clientes. uno tras otro y a cada uno les recibía con una sonrisa de alegría. todos compraban y se iban contentos. de pronto, escuché un grito. entré al taller y vi que era uno de los empleados que se había roto el brazo con una de las máquinas. fue terrible verle así: llorando, tratando de retornar su brazo a su lugar pero estaba en otro lado... ya no era de él mas. se desmayó y llamamos a la ambulancia. se lo llevaron, por suerte estaba asegurado. le acompañé y mientras estaba inconciente, le dije que todo pasaría. llegamos al hospital y no había camas ni médicos. esperamos hasta que luego de dos horas llegó uno. lo internamos, lo enyesaron, y luego, lo metieron a una habitación junto a cinco personas mas. salí del hospital y ya era de noche. llegué al taller y no había nadie. entré y sentí que la noche y la pena aplastaban mi alma. miré hacia el cielo y vi una estrella, pequeña, muy pequeña. sonreí y sentí que todo era pequeño, tanto a mas que un punto en el universo, y que todo pasaría, todo, como todas las cosas, como esa estrella ya lejana y sin nadie mas que el universo como compañía, que todo pasaría, incluso tu, y yo...


san isidro, diciembre de 2008