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CAPITULO 9

Porfirio encontró pronto una solución para ver a Soledad, en las constantes entradas y salidas de la celda este dejo la mano entre las bisagras y el resultado fue inmediato, primero vino un calor intenso que le invadió la mano y posteriormente un dolor insoportable que Profirió tuvo que lidiar hasta el día siguiente que fue llevado a la enfermería, el sacrificio había valido la pena. Ahí estaba toda de blanca con su cofia única a su cabello siempre oculto por el peinado obligatorio por norma de salubridad, aquel dolor que lo martillo toda la noche de pronto se ausento solo importaba ese momento el verla ¿Qué pensaría de la carta, de aquello que le había escrito? ¿Le habría gustado?, el olor a tabaco se esparcía por espacio al otro lado de la enfermería el Doctor Matalozano estaba fumando habidamente mientras hacia una curación de una quemadura de tercer grado. Soledad vio venir a Porfirio en su mejor elemento; sucio sudoroso con la camisa de preso arremangada dejando ver los impresionantes bíceps, y con aquella imagen de toro de lidia a punto de embestir y con aquellos ojos pequeños que parecían de perrito perdido, babeando por tenerla en frente.

--¿Qué te sucedió? –pregunto Soledad a Porfirio.

--Un pequeño accidente, no quite la mano a tiempo al cerrar la reja de la celda y ya ve por acá de nuevo molestándola –dijo profirió en voz tan baja que casi no se escucho.

--No es ninguna molestia al contrario servir a un hermano es como servir al mismo dios –dijo Soledad fingiendo indiferencia.

Comenzó ha hacer la curación y a colocar las gasas, la mugre combinada con la sangre seca el hedor a sudor y mugre acumuladas de sabe cuantos días volvió a poner a fuego lento a Soledad, tuvo que apretar las piernas para mitigar las contracciones vaginales que aquel ente le causaba, Porfirio la noto alterada y le pregunto.

--¿Le pasa algo? ¿Se siente mal?

--lo único que siento es coraje por que me quisiste engañar con una carta que tu no escribiste –dijo soledad cocinándose en sus jugos.

--¡Dime la verdad! ¿Tu no escribiste esa carta o si? –dijo soledad en tono acusado.

--No, la verdad es que le pedí a mi compañero de celda que me la escribiera, por que yo no soy bueno para escribir cosas bonitas y yo quería decirle a usted todas las cosas que siento aquí adentro y que no se como se llaman y por eso hice eso, espero que me dispense por mi sonsera.

--Ni falta que hace disculparte, tú no tienes por que escribir esas cartas, ni tratar de ser estirado tu estas bien así como eres, no trates de hacer otra cosa. No sabes el gusto que me das –Soledad abrazo a Porfirio brevemente—Soledad le acaricio las piernas, subió sus manos por su cintura y su pecho y nuevamente se éxito con aquella masa muscular bruta estaba a punto de acurrucarse en el pecho de Porfirio cuando Martín interrumpió.

--Soledad me podría traer mas yodo por favor esta en la vitrina de en medio, se lo voy a agradecer –dijo el Doctor Matalozano.

Soledad argente tomo la botella de yodo y la puso a un lado de la mesita de instrumental que él doctor usaba para la curación que estaba haciendo, cuando vio que en la mesa había una botella de yodo aun con contenido.

--¿Doctor me llamo en vano aún tiene yodo aquí? –dijo Soledad molesta

El doctor Martín la tomo de los brazos y la estrujó diciéndole.

--¿Cómo puede ser posible que se le este resbalando así a un mugroso preso y a mi me este rechazando a cada momento diciéndome que no le gustan los hombres y con este animal casi se le tira encima para fornicar? –dijo el Doctor Matalozano encolerizado y perdiendo el control.

--Suélteme ¿que no entiende que hombres como usted me dan asco? –dijo Soledad tratando de soltarse del Doctor Martín.

La fuerza del doctor y su locura temporal hicieron que sus manos se tensaran sobre los brazos de Soledad y que su juicio olvidara su normalidad y siguió sacudiéndola. Porfirio sintió que le hervía la sangre y se abalanzo contra el Doctor, a pesar de estar herido de la mano las mañas aprendidas en la calle su fuerza animal y toda la rabia contenida aventó al medico contra una de las vitrinas este reboto como muñeco con una fuerza tal que los vidrios se le incrustaron en la espalda y la sangre comenzó a correr por encima de la blanca bata, los custodios no tardaron en someter a Porfirio y llevarlo a la celda de castigo, Soledad aun impactada por toda aquella situación aun sin asimilar todo lo ocurrido vio como arrastraban a Porfirio como un animal herido y la ultima imagen que tuvo de él fueron aquellos pequeños ojos perdidos en los suyos buscando respuestas y llenos de incertidumbre y sobre todo llenos de preguntas ¿Cuándo te volveré a ver?

Porfirio fue confinado seis meses en la celda de castigo un lugar horrendo, inhumano si ya la prisión es un infierno, la celda de castigo es la suite de lujo del infierno; un metro cuadrado por uno cincuenta de alto, oscuro con una luz intermitente cada media hora, el sonido de una gota de agua que al cabo de otras hace perder la cordura, ahí en su soledad, Porfirio se salvo de la locura gracias a Su Soledad…

Texto agregado el 30-12-2008, y leído por 141 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
30-12-2008 Terminas este episodio con una magnífica metáfora mactub20
30-12-2008 Gira y gira la historia y yo con ella ,sigo ***** shosha
 
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