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Aunque nadie supo como, lo cierto es que aquella mañana la poesía tomó la ciudad.
Por doquier surgían bellas palabras que evocaban imágenes de amaneceres en tranquilas playas o despertaban sentimientos de amor hasta en los corazones más cicateros de banqueros y millonarios.
Observen a ese albañil yendo sumiso y desganado al trabajo, mirando en aquel rincón un bello soneto recién nacido que le habla de los amores de una madre y como, aun sin darse cuenta se le humedecen los ojos pensando en la suya, muerta hace años.
¿Y qué decir de los habitantes de aquel chabolar, entre el polígono y el vertedero? Se quedan mudos de asombro y presos de una feliz conmoción cuando el viento, normalmente putrefacto, hoy les regala una brisa que transporta aromas de mares lejanos y recónditas selvas.
En los cuarteles y comisarías un regimiento de rimas infantiles logró que aguerridos policías y peligrosos presos se sintieran como niños de párvulos y terminaran jugando a la gallinita ciega.
Avejentadas prostitutas portuarias se emocionaban con tórridos y románticos poemas que les hacían sentirse las mujeres más deseadas y queridas del universo.
Los coches, las fábricas y las descorazonadas máquinas en general se pusieron en huelga y dejaron de funcionar en medio de aquella tormenta de sentimientos que bloqueaba sus complejos engranajes y circuitos, convirtiéndolas en gigantescos e inútiles fósiles de metal.
Y por primera vez en mucho tiempo un arco iris se extendía de punta a punta de la ciudad sin que hubiera llovido nada más que las lágrimas de cientos de ojos emocionados ante tanta belleza.
Nadie sabía lo que pasaba, pero aquella epidemia de dulzura estaba asolando barrio tras barrio.
Quizá la clave estuviera en aquella buhardilla destartalada, donde el viejo poeta murió de tranquila melancolía mientras esperaba su inspiración con la cabeza apoyada en su escritorio repleto de papeles…
Y la musa que llegó imperdonablemente tarde fue de tejado en tejado repartiendo a quienes tanto necesitaban la poesía los versos que le llevaba a aquél que murió viejo y solo, pero con una sonrisa en los labios.

Texto agregado el 04-02-2009, y leído por 138 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
15-06-2016 Hermoso texto. Cuesta tanto no adjetivar en demasía, pero lo haces con tal maestría que transmites perfectamente esa sobredosis de dulzura. Un placer leerte. NeweN
04-02-2009 Excelente texto, que se disfruta por su originalidad y estilo. Tal vez sobran palabras hacia el final, lo que no merma su esquisitez y ternura. Salú. leobrizuela
04-02-2009 Precioso texto..creativo..como seria el mundo si ocurriera lo que dices? Al menos a ti la musa te llegó a tiempo :) Saludos. Mildemonios
 
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