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Mi caminar se había vuelto tan avezado que ya no se me tropezaba con las ideas, las cuales estaban por aquí medio bien ordenadas. El camino, siempre buscando las laderas, dejó de estar hecho del barro colorado que de cuando en cuando se cuartea con el sol, y se cubrió de una arena blanca y fina que mojada o seca es igual. Así supe que pronto me toparía con el océano: conocía muy de cerca el olor de las algas y caca de gaviotas, aunque me extrañó no haber escuchado primero el estallido de las olas contra los roqueríos.



Pero estaba ahí. Observé las primeras casas en un completo desorden de formas y colores, aunque todas orientadas al camino,el que por fin ya se terminaba. Me sentí muy cansado y hambriento. Ignoré a los niños que se divertían y no vi que le estaban lanzando bolas de arena a una vaca asustada al fondo de un callejón hecho de tablas y troncos.

Le hablé a una mujer que vigilaba el curso de la vida sentada en una poltrona de madera, bajo un naranjo en las afueras de su casa. Quizás cuántos años llevaría sentada ahí mismo.

-Señora - le dije- ¿Cuál es la casa más lujosa de este pueblo ?



Ella meditó. Su respuesta demoró mucho más de lo que habría esperado. Temí que hubiese ignorado, porque no me miró en ningún momento.

Me parece que puede ser la mansión de don Raúl Aguilar- me contestó finalmente - está tres cuadras para allá y otras dos hacia abajo... la verá porque tiene jardines colgando del techo..

Y qué más tiene, señora - le pregunté, vivamente interesado.

Mire usted que jamás he sabido qué puede tener adentro... Qué cosas tendrá...vaya una a saber...

Eso no más supo decirme. Observé al que debió ser su marido paseándose por ahí con un hacha, así que mejor me fui. Me bastó enterarme del asunto de los jardines para saber que ahí encontraría todo lo que deseaba. Cuando hay jardines bien cuidados, hay tambièn comida bien preparada y presentada como corresponde, platos de porcelana y copas de cristal para el vino, sábanas bordadas de lino, ropa limpia y bien planchada. Todo eso.

Toqué varias veces, y me respondían del interior nada más que unos perros furiosos. Efectivamente colgaban del techo hilos de flores coloradas. Luego, una empleada de la casa me atendió desde el interior, semi abriendo la puerta de fierro.

-¿Sí, señor?- me preguntó - ¿ qué desea?

Deseo hablar con don Raúl Aguilar-le dije con voz serena, pero firme.

- ¿Quién lo busca?

Yo..Dígale por favor que soy yo...

Me pareció notar algo de recelo en su expresión, aunque fue de vuelta al interior de la casa en busca de una respuesta. Entretanto, unos metros más allá, en todas las ventanas de la casona, estaba el mar. No pude contemplarlo muy detenidamente, pero no era azul profundo con el de mi tierra, sino que de un tono esmeralda y lleno de orillas por todos lados, incluso mar adentro, yo diría que parecía como un gran pantano verdoso.

Con la cara hacia el mar me pilló don Raúl Aguilar, un hombre de mediana edad, gordo, pero con los brazos muy delgados.

Dígame - me dijo-

¿Es usted don Raúl Aguilar?

Dígame...

-Mire señor Aguilar -le expliqué- Me he enterado que su casa es la que mejor ofrece comodidades en este pueblo- Además, es una casa que tiene buen gusto.

El señor Aguilar se cruzó de brazos, muy intrigado con mi discurso..

Yo vengo cansado de un largo viaje -proseguì - tan largo que ya no me acuerdo de dónde vengo ni de por qué vengo... es más , ni sé dónde voy ni por qué voy.. tal vez no debí haber venido nunca.... Puede ser también que yo no esté aquí ni usted esté ahí, escuchándome...Pues muy bien, el hecho que hoy me siento cansado de comer carne dura con arroz apelatonado, cansado de dormir bajo los árboles, cansado de ver las estrellas siempre en el mismo lugar.. asi que le solicito que me brinde todas las comodidades de su casa por lo que resta de este día y hasta mañana, Sólo hasta mañana, porque muy temprano veré la manera de cruzar el ocèano para alcanzar el otro continente, para alcanzar lo que en definitiva usted no podrá ver jamás...porque entre tanta penuria he de tener ese privilegio : soy yo el que ve lo que todavía no hay.... ¿Me comprende?

Mire señor errante -me dijo- tiene usted mucha suerte.. hoy estuve leyendo algo de eso de los artistas, así que le entiendo... quizás mañana me hubiese olvidado de todo aquello y ahí sí, lo echaba a patadas de mi casa.

Bueno, señor Aguilar, le dije

Pase usted. Me dijo -yo dormiré en los cuartos de servicio, por favor, ocupe lo que desee.

Tomé mis bultos y entré al antejardìn. Un sendero de piedras sobre un césped recién cortado conducía a la entrada principal. Aunque suspiré aliviado, me resistí a agradecerle:

Está bien - le dije.

Fin

Texto agregado el 10-04-2003, y leído por 371 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
10-04-2003 o sea, tan bien que iba el relato y nos cortas asi, digo Gabrielly
10-04-2003 Fin? no puede ser andueza. ya??? Gabrielly
 
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