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Estaba sentado frente al ordenador, los últimos días usualmente no había nada mas que hacer, ya ni fumaba puesto que su sobrino sufría de asma, el gato se había ido de casa por la misma razón, ahora si se sentía un poco solo, veía la tele, escuchaba la música y escribía, de todas formas no hacia nada completo, no terminaba de escribir, perdía el final de las películas y no ponía atención a las letras ni a los ritmos de las canciones. Perdido deambulaba mentalmente, ya no era un chiquillo, siquiera era adolescente ya rayaba los veintitrés años, tenia una barba rala y mal cuidada, no tenia un Dios, ni una fe, ya no tenia un amor (seguramente nunca), insensiblemente para muchas cosas pero con grandes dones para otras, escribía perfectamente, tenia una dicción y un léxico extremadamente rico, era hermoso menos por la barba, era bueno (lo es tal ves) pero insensible, sin amor, sin cariño… sin nada.
-bueno, y ahora… el tedio me vuelve loco- realmente parecía loco conversándose a el mismo
-es hora de salir.-
Ya divagaba, sacudía los brazos y se estiraba, bajo abrió la puerta, el frió vespertino arreciaba y se introducía a casa con las ráfagas de viento, agarro un abrigo y se envolvió como si fuera un capullo, una mariposa negra agresivamente masculina, bajo el abrigo un suéter café delgado de cremallera, sobre sus cabellos necios un gorro de lana y un Jean negro estrechísimo. Camino…
-le puedo ayudar?- la voz grave del tendero, era muy fuerte, se podría decir que gordo.
-ummm quiero media cajetilla de cigarritos… rubios por favor…. Ahh y algo de lumbre- hablaba mientras que rebuscaba en los bolsillos.
-hasta pronto…- se despidió sin esperar respuesta, un adiós grave sonó al fondo pero el ya no le escucho y en la calle rompiendo finamente la envoltura de los cigarros saco uno, le pareció tan delgado, lo tomo en sus dedos y lo partió en la mitad votando la parte sin filtro, creía que de esa forma fumaría menos, realmente gastaba mas dinero.
Se sentó sobre una banca en el parque y fumo, a lo lejos se escuchaba música andina con sus ricos ritmos y sus deliciosas flautas dulces, un grupo de muchachos jugaban en al baloncesto y una pareja de amantes se besaban las bocas en los columpios, -amantes seguramente, ella a de tener marido o siquiera novio- se decía a sí mismo, fumo a grandes chupadas asesinando el cigarrillo rápidamente.
Horas mas tarde fue a un locutorio, saco una hoja de papel del bolsillo de la camisa, busco un numero trajinado y inicio una conversación con una mujer que contesto al otro lado de la línea, fue una conversación melancólica, hablaban de amor, hablaban del pasado hasta que sonó como se colgaba un teléfono con violencia, de momento obtuvo la atención de los clientes y del dependiente del sitio que lo miro con fiereza.
-Disculpe… - con ira –cuanto le debo?- acto seguido saco unas monedas que dejo sobre el mostrador y se marcho.
Al otro lado de la línea, seguía la mujer con el teléfono aun descolgado como si conversara, su rostro era hermoso y en ese momento desencajado tenia un aire de tristeza, esperando talvez una palabra… todo había sido culpa de ella, ella sabia, ella había sido la que había roto toda posibilidad de volver, de amarle, de tenerlo… ella y su falta de sinceridad, el miedo horrible a algo que no existía, esa desazón que sienten las mujeres cuando las dejan solas, pero esta ves era ella la que había logrado que la dejaran sola, Si! Era hermosa, seguramente tendría algún que otro amante, seguramente sus amantes tenían dinero, seguramente habría despreciado a otros, pero esta ves era diferente, esta ves era con ese extraño tipo de barba rala, ese que no parecía afectarle que le dejasen pero que a la ves estaba tan presente, que tenia drama, perversión y una suerte de “amor” que le atraía pero a la ves le hacia retirar, ya le había besado la boca una noche en un bar cuando el tomaba unas copas y ella se desvivía por esa pasión que alimentaba cada ves que podía: bailar.
Fueron varios besos, fue ella con sus labios delicados y finos, fue ella, ella sabia lo que hacia, sabia que cualquiera de los dos saldría lastimado y que posiblemente no fuera el, pero igual ella ya tenia su “amor” y esto solo seria un beso, un beso sin amor sincero, un beso alimentado por la tristeza intrínseca de el y la afabilidad o desconcierto de ella, finamente seria un desmán nocturno de una sola oportunidad, algo irrepetible, un beso.
-por que duele?- ella y su voz, una voz dulce, un pensamiento en voz alta.
-Amor! ¿Con quien hablabas?- una voz masculina pero suave, un muchacho joven hasta para ella que aun lo era, dieciocho años tenia ella y el de la voz parecía de dieciséis.
-nada nene, nadie…- que poco convincente sonó, flaquita… que poco convincente eres.
-Julia no me mientas, no me tomes por tonto ¿dime carajo con quien hablabas?-
Mi Julia, mi flaquita, el ya estaba en casa, otra ves sentado frente al ordenador como con decepción, ayy mi Julia, tu me pierdes a mi yo te doy por perdida y escribió un poema que enseguida desecho.
David parecía loco, tiro la puerta, Julia no lo siguió, se quedo sola en medio de la sala de su casa bajo la lámpara acristalada, aquella lámpara que le recordaba a Alfonsina Storni Martignoni: “bajame la lámpara un poco mas, ponme una constelación, la que quieras todas son buenas” y mi Julia como sentiste tu alma vacía, cuantas ganas de llorar sentías, pero no se si eran por mi, y yo sentado frente al ordenador con decepción, y tu Julia con tus ojos hermosos de gata joven, mi flaquita mi julia como una flor pálida.
Y Julia al fin no te decidiste, no llamaste, una señal de humo, una palabra así fuera de odio al teléfono.
Y David caminando a prisa, cruzando las avenidas con cara de enfado –que se vaya a la mierda, puta ha de ser… ay por que tengo que dar siempre con este tipo de mujeres, deje a mi novia por ella y aun así!!! Ahhhhhhgggg quiero gritar- efectivamente grito y siguió caminando con un rumbo conocido que ya no importa, David simplemente no cohabitara más en esta historia, desapareció de la vida de Julia y nunca importuno la de aquel que sentado aun seguía frente al ordenador con decepción.

-Julia
-si con ella- el teléfono móvil le había sacado del letargo y ahora conversaba pausada caminando debajo de la lámpara acristalada.
-julia soy Juan….
-hola Juan, que me cuentas? Que es de tu vida?
-pensándote mi Julia, preciosa encantadora, aun no dejo de pensarte…-
-jeje – que risa mas tierna la de Julia, casi con amor
-Juanito, juanito es que tu eres terrible, te quiero estrangular… que malo que eres, donde dejaste a tu novia?
-novia… ayy Julia tu sabes que ya eso no es nada, solo recuerdos, ya no hay nada y creemé que yo no soy feliz a su lado.
-si claro- la ironía alegre
-y que vas a hacer a la noche Julia?- la voz de Juan sonaba prometedora.
-umm no lo se- y el que seguía sentado al ordenador se hacia una imagen mental de Julia haciéndose rizos con sus deditos en su corto cabellos negrísimo azabache.
La siguiente parte de esta conversación no se estima importante, cordialidades, la finiquitacion de un encuentro, un punto de contacto y la hora, un beso al teléfono.

Ahora se había parado del ordenador y escuchaba a Silvio Rodríguez entonando una canción llamada “oda a mi generación” deambulaba por la habitación “no reniego de lo que me toca no me arrepiento pues no tengo culpa” cantaba

Y Julia Y Juan, y el sitio, y la hora convenida y la vida que animaba sus cuerpos, y el caminando y cantando en su habitación y lo que tenia que pasar, los labios finos y delgados de Julia y sus besos, y Juan y las cervezas y Julia y el baile.
Y el loco en su habitación: ese era yo, y como odie a Julia, como me dolió el alma, por eso me puse el abrigo sobre el suéter café delgado de cremallera y me adentre a la noche y a la fría calle, y casi oculto por el abrigo como una suerte de designio brillaba un cuchillo frente a la escasa luz, y fui y le encontré fue ella, fue su culpa, ella sabia.
Byron Alonso Matallana Ruiz.

Texto agregado el 13-02-2009, y leído por 124 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
19-02-2011 ay byron, qué posesivo ese personaje, mirá vos resulta que sólo eras lujurioso!! bellaboo
 
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