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EL POBRE VIEJECITO… CUENTO
La noche estaba oscura, de esas que uno no prefiere encerrase en el cuarto, porque la menor señal de ruido puede causar un estado de conmoción del que a uno no lo saca nadie. Trascurría el mes de Noviembre de 1.963, era como las siete de la noche, en Cascajal pueblo de paz, armonía, tranquilidad y ternura,
Llegó a esta población desde Mompox el viejecito Genaro, para unas fiestas de toros, corridas estas que engalanan a los pueblos de la costa Caribe, hermosas tradiciones de la región, en las cuales se plasman, unidos de manera armónica, los dispares temporales de la raza y cultura que componen el espectro de nuestra comarca.
Esto atrajo al pobre viejecito, y se quedó en Cascajal. Genaro, persona de pequeña estatura, color moreno, mirada tierna, pasivo y decente, a pesar de su forma andrajosa de vestir, se ganó el cariño y aprecio de la comunidad, tuvo renombre y se hizo popular, no era agresivo, su amabilidad se reflejaba en su sonrisa y en su mirada la sencillez.
Las fiestas pasaron y Genaro seguía allí como si este fuese su pueblo natal, pedía limosnas y siempre andaba descalzos. Solo se le conoció con el nombre de Genera; pero no se sabe de sus apellidos y de su verdadera procedencia. Además, si le preguntaban: Genaro tu eres de apellidos Jiménez, y él contestaba, Genero Jiménez, tu eres Cáez; Genaro Cáez; tú eres Turizo: Genaro Turizo.
Así pasó varios años, cómo en Cascajal no había luz, él se encargaba de tocar un pito, pasadas las seis de la tarde, para que colocaran la lámpara_ linterna a gas en el gancho de la puerta de las casas y, así las calles se iluminaran y no estuvieran oscuras, como la noche que él llegó.
Estaba empezando un fuerte invierno, el cual arreciaba cada día con inmensas lluvias: El pobre Genaro andaba siempre metido en el agua debido a que las calles permanecían inundadas. Sus pies comenzaron a hincharse y se le infectaban.
El había visto en la tienda de Don Giro unas botas pantaneras, habían de color negro y amarillo claro. Como el invierno era fuerte ya en sus pies comenzó a sentir rasquiñas por la humedad.
Cierto día se llenó de ánimo y se atrevió a entrar a la tienda, a pesar de su vestimenta vieja, harapiento y maloliente, aunque él no lo percibía. De inmediato, su presencia causó malestar en la Señorita de la tienda, quien frunció las cejas y le puso mala cara.
El pobre viejecito, con voz tenue, amable y cordial le dijo:
Señorita, en invierno paso siempre con los pies mojados. Desearía comprar unas botas pantaneras. Estoy tratando de ahorrar para poderlo hacer: Pero como tengo otras necesidades, como la alimentación; panes, frutas, pedazos de queso y otras cosas, me gasto lo poquito que me dan.
Yo vendría aquí, si es posible todos los días y le daría a usted lo que fuera ahorrando para que me las guardara, y así cuando tuviera la cantidad del valor de las botas me las dieras.
La señorita no sabía que responder, el pobre Genaro le depositó $200 pesos sobre el mostrador, y sonriendo se marchó. Siempre volvía cada día y dejaba entre $ 200 a $ 500 pesos, eso era lo que podría ahorrar.
El invierno se acrecentó y aún faltaba mucho para comprar las botas, ya sus pies comenzaron a hincarse y con rasquiña permanente.
-. Unos de esos días en los que él llegaba a la tienda.
El viejecito, dijo a la señorita:
Las calles están demasiada mojadas, y míreme los pies como los tengo; ¿podría usted señorita darme una bota, la derecha y me da la de color negro?. Yo le seguiré trayendo dinero y cuando acabe de pagarlas me llevo la otra, la del izquierdo porque es el que tengo menos enfermo.
La señorita quedó sorprendida. Le manifestó que tenía que consultar al dueño, Don Giro; hombre de buena estatura, robusto, con una mirada fija que con ella imparte órdenes. Su tono de voz es fuerte, que parece asustar al más noble: El cual expresó, que eso era imposible, porque se corría el peligro de que quedara desparejada ese par… ¡y usted jovencita, está segura si ese viejo volverá a la tienda teniendo ya una bota!
La señorita no se atrevió a decirle al viejecito Genaro, le dio la bota que pedía y asumió la responsabilidad si el viejecito no cumplía con la palabra. El viejecito se despidió cortésmente y agradecido.
Siguió hiendo con frecuencia, e iba llevando lo que le faltaba para cancelar la bota izquierda y así poder tener las dos: Del pie derecho había mejorado, ahora el problema era el izquierdo que cada día tenia mas granos, rasquiña e hinchado.
El invierno se recrudecía y el pie descubierto no lo aguantaba, se le infecto y pasaba con intensas fiebre y dolor en todo el cuerpo.
El dueño de la tienda, preguntaba en algunas ocasiones;
¿Qué jovencita, sigue viniendo el viejo con sus ahorros?.
Sí señor.
Y, el señor Giro ponía mala cara,
Faltaban solo $500 pesos, habían pasado varios días, semanas y el pobre Genaro no venía.
El dueño remordiéndose la conciencia. No sabía porque la joven Siris, había determinado darles las botas, (creía que le había entregado las dos). Regalándole una; es decir $1.500 pesos, porque el par vale $3.000 pesos, como premio a su caridad.
Cierto día le comentó el caso a su esposa; Ana, ella quedó conmovida y le dijo, que había que hacer algo por ese señor. Buscarle un sitio donde estuviera bien, podría ser un asilo o no sé……
Siris estaba preocupada por la ausencia de Genaro, que de noches salía a indagar por las calles, preguntando si lo habían visto, y nadie le daba razón; esto le ahondó mas su sentimiento por el viejecito, que por las noches casi no dormía
Pasaron unos días, entró un joven a la tienda.
Hola, conseguir esta tienda me ha tocado sudar mucho.
¿Qué busca? Que desea? , le dijo Siris.
El joven le contestó.
Trabajo en el Hospital San Juan de Dios de Magangué hace tres días, allá falleció un pobre viejecito con la pierna izquierda toda relajada e hinchada de la humedad, llegó agonizando y no se pudo hacer nada por su vida.
Al registrar su andrajosa vestimenta, encontramos un papel que dice, mírelo, vea, léalo, la jovencita dudó y le entró un escalofrió en todo el cuerpo porque presentía que era el pobre viejecito, no sabía qué hacer; recibirlo o no, miro hacia atrás para percatarse si Don Giro la estaba observándola, al fin decidió recibirlo y lo leyó, el contenido decía: Entreguen por favor a la tienda Don Giro(Cascajal) estos $500 pesos: El mensajero le dijo, no se dé que se trata, pero aquí tiene estos $500 pesos, él cual observó como a la joven se le notaba la tristeza y no ocultó sus lagrimas: El joven se despidió sin comprender ni saber nada.
La señorita salió corriendo, abrió la bolsa donde tenía la bota izquierda y la sacó, se la llevó al corazón, abrazándola y besándola, después con sus manos temblorosas la guardó en su bolsa. La cual le quedó como un gran recuerdo.
Dejó pasar como una hora, en su garganta se le formaba un nudo, comenzó a sudar frio, fue al baño, con gana de desahogarse, dándose animo y corraje entró al despacho y disimulando un poco le dijo al dueño.
¡Se me había olvidado decírselo!, El viejecito ya vino, pagó lo que le faltaba y le di las botas.
El dueño respondió; ¿cómo no me llamó?, Le dije que quería verlo.
Siris le contestó
Había muchos clientes y se me pasó.
¡Si vuelve o si indaga donde pide limosna me lo hace saber.!
Siris, dudó un momento, pero se dio valor a seguir, sus labios temblaban y cambió de color que se puso pálida.
Es qué.
¿Qué?
Si, un joven que lo conoce me ha dicho que murió en el hospital, donde lo llevaron con los pies hinchado e infectado por la humedad, ya moribundo.
El dueño, Don Giro no supo responder, se quedó callado, sentía un gran dolor en el pecho, sus ojos comenzaron a brotar pequeñas lagrimas, como si sintiera una puñalada en su corazón, su semblante cambio, le entró un gran peso en su cuerpo que no podía levantarse, se recostó a la silla, cerró los ojos, los abrió y miro hacia arriba como pidiéndole perdón y fuerzas a Dios.
La señorita salió de prisa y buscó la bolsa donde tenía la bota izquierda y la abrazó.
El dueño en el interior, dejó los libros en lo que estaba escribiendo, agacho su cabeza sobre la mesa, llena de papeles de cuentas…….., empezó a llorar como nunca lo había hecho en su vida.


ANUAR CORTÁZAR CÁEZ….. CASCAJAL AGOSTOE DE 1991

Texto agregado el 14-02-2009, y leído por 216 visitantes. (0 votos)


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