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El puercoespín estaba triste, porque no tenía a nadie a su lado. Veía el señor pájaro con la señora pájaro y al elefante con la elefanta como se besaban con sus picos y sus trompas, respectivamente. Los elefantitos y pajaritos corrían detrás de ellos, de sus padres. Él era el único animal de su especie que yacía en la selva. Su genio no era muy bueno, porque se enfadaba con demasiada facilidad y sus espinas se erizaban de un santiamén.


Caminaba sin cesar entre los caminos de la vorágine con los bellos paisajes. Quería encontrar a alguien fortuitamente. Trataba de ser lo más huraño frente a quien se le acercaba. Desconfiaba de todo y de todos. A veces se aburría de la vida, pero al otro día seguía de nuevo hacia adelante en busca de su alimento. En ocasiones, se preguntaba para qué existía ¿cuál era su fin? Pese a su carácter enfadado, en su interior yacía un niño que quería correr y jugar con todos los animales, pese a que no fueran como él. Un día subió a la más alta cima de la selva y miró el horizonte. Pensó que debía empezar a vivir como sentía en su interior. Cruzo la montaña al otro lado de la selva y se encontró con un grupo de jirafas. Ellas jugaban con un coco a la pelota. Las miró y les sonrió. Por fin soltaba una sonrisa después de muchos años. Las jirafas fueron amables y le respondieron también con una sonrisa. La invitaron a jugar. Él se puso al arco. La pelota coco no le llegaba nunca hasta que un gran remate hizo que cayera en sus púas. El coco se enterró y comenzó a salir el jugó blanco que contenía. Su cara se inundó de éste. Las jirafas se burlaron sin parar y decidió marcharse ante las burlas. Continuó su camino con la cara huraña, nuevamente. Se golpeó con un árbol y sacó ese coco de su lomo.


El solitario puercoespín no encontraba a nadie como él. Alguien que encajara en su vida. Siguió su camino, admirando los paisajes en esa soledad que estaba acostumbrado y cuando se internaba entre los ramales de la selva encontró a una coqueta puercoespín igual a él. Se miraron, asombrados en un primer momento y después esa mirada se transformó en una coquetería extrema. Ella estaba sola y él también lo estaba, como si los dos estuvieran perdidos en la vida, en sueños oscuros y hasta a veces tormentosos. Caminaron entre los ramales, rozaron sus púas una y otra vez y sonrieron felices. Toparon sus narices en una, dos y tres semanas. Estaban llenando su vacío que ocultaban detrás de esas agresivas espinas, pero después de un tiempo sus caracteres comenzaron a chocar. Les invadía un sentido hosco, similar y aburrido. No había nada nuevo, sino un espejo sobre otro. Querían ser aventureros y sentían que perdían aquello. Había roces violentos entre espinas que al final desembocaron en un abrupto final, cada uno continuó su camino.


El puercoespín volvió a dejar dos huellas solitarias sobre la tierra. Ya no esperaba nada más que caminar y comer y observar la naturaleza. Se acompañaba de la luna en las noches más oscuras que le animaba, pero un día desvió su camino. La neblina se expandía por todos lados y cerraba su mirada a esa esfera voladora, su guía incondicional. Había un negro intenso, indescifrable. Se acostó a dormir más solitario que nunca. Sentía un leve peso en una de sus espinas, debía ser el cansancio, creyó. Apenas amaneció abrió sus ojos y miró su lomo. Había un capullo gigante. Sintió un asco tremendo que lo irradio de furia. Se acercó al tronco de un árbol para destruirlo, pero antes de que fuera a chocar una de sus púas con la madera éste, comenzó a moverse. Se paralizó un momento y de pronto apareció una mariposa gigante de los colores más hermosos que existen que lleno su vista de felicidad. Nunca había visto nada tan hermoso. Extendió sus alas que lo hipnotizaron. Era como si el amor naciera esta vez, entre la diferencia de ambos, de la rudeza y la suavidad; de la oscuridad y la luz. Pero nunca más se separaron y aunque no lo crean, y nadie sabe cómo, nació la nueva raza de los maripoespín.



FIN

Texto agregado el 18-02-2009, y leído por 169 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
02-04-2009 no cabe duda que el ingenio no tiene fin, mi querido amigo felicidades elotio
20-02-2009 Creo que decis entre lineas... ademas de sobre lineas... me gusta la expresion :volvió a dejar dos huellas solitarias sobre la tierra... y otras puntadas buenas... pero en general me gusto la narración. 5***** ilov
 
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