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Inicio / Cuenteros Locales / javier84 / El amor que fue

[C:393255]

El caballero sin escudo,
Salió temprano como cada día.
Y como cada día no supo que hacer,
Recordó entonces la rutina
Y decidió fingir.

Una vez más,
Supongamos que todo está bien
Que somos normales
Y controlamos nuestro vivir -dijo en silencio-
Anhelando no sentirse así.

Pero como siempre los segundos no perdonan
Y al otro lado de la calle
Una princesa sin hada
Luchaba por no salir de la cama
Sabía que todo sería lo mismo
Estaba cansada de seguir así

Recordó entonces que ya era tarde.
Y perdería un examen si no lograba
Superar la fuerza de sus sábanas
Poniéndose de pie
Y sin ganas de tener ganas
Se dejó llevar por ese sentimiento
Tan frío que te hace actuar como un zombi.

En un lugar distante, en un mundo sin pausas
Una historia esperaba ser contada
Y aunque ninguno contaba con ser protagonista
Los libretos ya se habían repartido.

Eran como las 8 de la mañana.
El salió con toda la premura de siempre
pensando que no soportaría más un segundo desierto,
Un instante sin intentos
Un existir sin sentimientos

Cerca de un kiosco miro fijamente unos ojos.
Era ella -Dijo una voz-
Pero él no quiso escuchar
Bajó la mirada entonces
Y vacilante sólo la observó pasar

Ella cruzó la esquina, debía ir al encuentro de su mundo
Un examen en su cabeza, una carrera que le quitaba la vida.

Llegó con la esperanza de salir victoriosa
Y entre segundos que morían su memoria le recordó algo extraño.

A su mente, vino la imagen de unos ojos que la miraban
No sabía quién era, pero esto le gusto...
Recordó que también era bella.

Una hora más tarde, el examen llegaba a su fin y exhausta de pensar tanto, decidió buscar amigos. Necesitaba despejar su extraña mente.
Ya en comunión con la fraternidad que se conquista por costumbre.
Quizá también por que no se tiene a quien más hablar
Olvidó de quien era y lo que sentía, dejándose llevar.

Las horas pasaban y todo perecía ir de manera normal

El no esperaba algún evento extraordinario.
Las probabilidades le decían eso. Y el que se pasaba la vida entre regresiones, intentando explicar posibles sucesos.
Lo único que predecía,
Era un día común, sin segundos rebeldes
Que le puedan regalar momentos eternos

Empero, yacía el tiempo de anacoreta , era hora de sentir un alma ajena decirle que lo quería.


Y entonces en un punto común del cartesiano
En esa ordenada del tiempo, junto a la abscisa del espacio,
Se juntaron dos momentos, dos eventos;
Dos distintos cuentos
Una mirada inherente, un sonido demente
Unas palabras que no respetarían las leyes de la mente
Iniciaron lo que posiblemente
No se podría iniciar.

Aquella historia, de una princesa sin hada
Y un príncipe sin reino.
Todo estaba a punto de empezar.
Se sumergieron los miedos,
Brotó del meristemo del amor
El sonido de la esperanza
Y unos corazones a la distancia
Cruzaron todos los muros

Esta vez parecía que valdría la pena
El muchacho acercó su sombra
Ella cautelosa se previno. De que todo esto siguiera
Y cruzó su mirada con la del extraño caballero
Y una palabra rompió el gélido cristal del silencio.

¿Cómo está? le dijo a los ojos
Ella percibió su miedo
Y sólo dijo: Estoy muy bien, gracias
El siguió en un balbuceado intento
Por decir una palabra...
Hasta que ella le dijo: tranquilo amigo
No te apures por expresar lo que tengas que decir
¿Te recuerdo quizás de alguna parte?

El simplemente admirado
Dejó que la princesa
Continuase con la historia
Era ella y algo más de lo que
Él había imaginado


Los segundos casi detenidos
Los dejaron solos
Y como forasteros del uno al otro
Dijeron más de algo
Que no debían
Pero poco importan las palabras
Cuando son los corazones los que hablan

Un lapso de realidad
Acometió en ella
Debía regresar
Existían aun esos conceptos
Ingresar a clases
Exámenes, tareas, informes, etc.

Se puso de pie, y él supo
Que por el momento,
Era momento de terminar

Con la naturaleza entre sus ojos
Con la inquietud de un soldado enamorado
Que está a punto de volver a perder a su amada
Se levantó, rozó sus mejillas con las de ella
Y se despidió.

Ya, en soledad.
Ella concluyo, con esa aventajada razón
Que todo esto
Podría ser algo más que un simple suceso.

Los días pasaron,
El la busco y ella simplemente
Continuó con su mundo
A él no le bastó
Sólo unos minutos
Quería aprender más de ella
Quería saber ¿Quién era?
Y que existía dentro de ella,
para que el actúe de tal manera
Cruzó mil veces las calles
Por donde estuvieron

Busco a cada milímetro
Un rastro de ella
Pero la distancia, el tiempo
Y todos esos aspectos que manejan a las vidas
No le permitieron regalarse
La casualidad de un encuentro.

Ella casi había olvidado todo.
A lo mucho recordaba
A alguien sonriéndole


Donde se perdió el inicio
Se preguntó el inexorable destino
Y una Jacaranda de ilegales absurdos
Se burló de esa pregunta

Con una borrasca en su mente
El no supo que paso dar
¿Cómo es posible
Soplar el hálito de esperanza
De este corazón infartado?
¿Cómo es posible suprimir
La última gota de sangre
De la cordura ?
¿Hacia dónde avanzo? Se preguntó.
Veía tanta gente
Y tanta soledad
Unos minutos fueron
Los que pudieron
Salvarle la rima singular
Unos minutos fueron también
Los que le recordaron
Que en la realidad
Nada puede ser
Como lo soñamos.
-dijo entonces-
Talvez del paraíso que siempre he soñado
Solo queda
Este rastrojo impoluto
Que es su recuerdo.

Y con ésto
Salió de su lacónico cadalso


Talvez sólo deba caminar,
Ya antes he pasado por todo ésto
La decepción siempre estuvo
A mi lado
Alumbrando mí sombra.

Pensar en pesimismos
Ya resulta en vano
Solo caminare hasta cansarme
Por esta brecha
Entre el mar y el desierto
Moldeare con mis pasos
También aquella costa subliminal

Extraído del tiempo
Y eximido de cualquier pensamiento irresoluto
Sólo avanzó entre bramidos de las aguas


Ya muy distante de las miradas humanas
Hallado en un lugar
Donde los gritos del silencio
Eran lo único
Que se oía
Entre dunas del horizonte
Atisbó una silueta

Conmocionado y excitado
Por saber quién sería
Avanzó cautelosamente
Amagando hasta su sombra
Para no ser visto

Se detuvo un instante
Y se percató
De que aquella figura
Le parecía conocida
Esto le provoco aún
Más curiosidad
Pues aquel lugar
Era demasiado arcano
Como para que alguien
Se le ocurriese pasear
Sin preocuparse
En la manera de regresar

Más aún pensó
Si aquella figura
Era la de una lánguida mujer

Cuando decidió
Nuevamente avanzar.

Aquella chica
Decidía sumergirse en el mar

Ella empezó a nadar
De frente, en una línea recta
Hacia el horizonte

Era como si supiese
El camino perfecto
Hacia un punto divino
De frente y sin detenerse
Se fue alejando
De la Madre tierra
Como si hubiese decidido
Nunca más regresar.


De pronto una extraña sensación
Lo apresó inopinadamente
Y él tan sólo se dejó llevar
por el instinto furtivo
Ese que te hace respirar
Ese que en el cuerpo
Se traduce, en miles de reacciones metabólicas.


Cuando entendió
Que aquella mujer
No tenía pensado
Volver a pisar, el suelo de este mundo.

Corrió con toda la premura
Escuchando cada latido de su corazón
Como si resonase un tambor
Anunciando el final de una vida

Cuando llegó al lugar
Y se adentró al horizonte marino,
En dirección de aquella mozuela
Nado tan de prisa
Que logró alcanzarla.

Demasiados distantes de la orilla
La cogió del brazo
Y al girarla hacia el
Las lágrimas empezaron
A brotarle del alma
Pues descubría
En un insólito momento
Que aquella persona
Que yacía entre sus brazos
Era por quien caminaba
Desesperado ese día
Tratando de emular
Sus pensamientos
Tratando de descubrir
Lo que ella podría estar sintiendo

No era así como soñó el encuentro
Pero ya estaba demasiado viejo
Como para reclamarle a algún Dios
El momento perfecto
Su lógica se ofuscó
Entre el lóbrego llanto
De su princesa

No entendía si ella era el amor
O el tiempo por donde su mente navegó
Mientras se detenían los segundos
De un antiguo presente
Que se prohibía soñar con el futuro.

Sin desear responder
Nunca más una pregunta
Sólo la beso
La miro en silencio
Y ella casi inconsciente, le dijo:
Siempre cosas así suceden
Cuando los dioses se descuidan un instante
De sus criaturas.

Adiós amor le dijo,
Y se despidieron los dos.
Y con un beso,
Dejaron que el agua del mar
Les diese la ablución
Que tal vez nunca
Conocieron en la tierra

Tal vez en el mar sea distinto
Tal vez este encuentro
Se vuelva infinito
Tal vez esta vez
Podamos despejar juntos la realidad.
Continuaran las historias
Siempre existirán los sueños
Pero de éste cuento,
Ambos sabemos
Que somos los únicos dueños.

La cogió de la mano, luego de decir todo esto,
Ella en silencio, tomó también su mano.
Y avanzaron sus almas por ese camino.
Ese en el que tú, yo y todos en este mundo anhelamos seguir.


JRM

Texto agregado el 20-02-2009, y leído por 393 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
21-02-2009 de verdad tremendamente bello. me encanto tu historia. mis mas eternas felicitaciones. 5* carolina52
20-02-2009 exelente ,hace tiempo no me sorprendia tanto con un texto, si pudiera colocar mas estrellas t las regalaria 555555 ricardorobayo
 
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