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¡Oh, benditos sean los padres que se sacrifican, trabajando en tierra extranjera, para el porvenir de sus hijos!.
Adelaida fue madre soltera antes que llegara a los Estados Unidos. Luego del feliz aterrizaje, salió del aeropuerto de Newark con su criatura en los brazos y sin mas equipaje que una ligera mochila verde en la espalda.
Nadie la esperaba, simplemente, porque a nadie le importaba su llegada. Asombrada por lo desconocido y temorosa de perderse, aligeró su caminata hacia las puertas automáticas que daban hacia las calles de esa gran ciudad. Se abrió paso entre los que habían bajado del avión, la mayoría tenían rostros festivos, al encontrarse con familiares y amigos que los recibían con globitos y coloridos ramos de flores.
Tuvo que preguntar al guardia de seguridad, mediante señas para dejarse entender, por la dirección que tenía apuntada en un papelito arrugado. Daba lástima verla caminar en toda la nieve, con el rostro y las manos heladas, aguantando el viento de ese crudo invierno de New Jersey. Mientras avanzaba, aprisionaba a su criatura entre su regazo para protegerla de ese frío que nunca antes había sentido.
Sentada en el tren, le susurraba tiernamente a su hijita:
-No te preocupes mi nenita. Este es el comienzo de nuestra nueva vida, lucharé contra todo, para que no te falte nada, te lo prometo. Besó la crucesita de plata que tenía colgada en su cuello, en señal de cumplir su promesa.
Se cobijó en un cuartito pequeño y oscuro que su hermana le alquiló, arriba, en el último rincón de su casa, en ese ático lleno de cacharros. Lo bueno era que siempre estaba calientito, a pesar del olor a madera vieja que emanaba de sus paredes.
Encontró un trabajo en las afueras de la ciudad, como recolectora de paltas. Tenía que arrancarlas, una por una de aquellos arboles que eran el doble de su tamaño. Se agachaba cientos de veces para levantar las cajas de madera llenas de aquella apetitosa fruta madura, que pesaba como si fueran piedras de construcción. Terminaba la jornada con un fuerte dolor en la espalda y con unas manos endurecidas por la fuerza que hacía al arrancar las paltas de un solo tirón.
La hora más feliz del día era cuando se despedía de don Cirilo, su patrón.
-Hasta mañana, patroncito.
-Hasta mañana, Adelaida. Toma un buen desayuno para que resistas la jornada, -le decía con gracia-.
A su hijita la dejaba todo el día, al cuidado de la niñera. Era duro, muy duro para ella dejar a su bebé en manos de una extraña, pero no tenía otra opción. Debía seguir adelante y no flaquear ante nada. Era ilegal y tenía que vencer al destino incierto de su nueva vida.
El motor de su férrea lucha era Inesita, la bebita que a diario la despertaba reclamando su calor y su comida, a cambio de risueños pucheritos.
Su hermana era la única familia que tenía, pero en realidad, era como si fuesen dos completas extrañas; entre ellas había un abismal forado de frialdad. A Dolores se le había congelado el corazón, tal vez por vivir solitariamente, sin mantener contacto afectivo con los suyos. Estar veinte años en suelo extranjero había generado consecuencias como esa. A Dolores solamente le interesaba recibir la renta.
!Cuánto hubiera querido compartir con ella sus penas!. !Cuánto hubiera dado para ver en ella a la hermana mayor que siempre le prodigó protección, mientras solteras todavía, vivían en casa de sus padres allá en Lima.
Esas remembranzas la acechaban de vez en cuando. Con el tiempo, terminó por acostumbrarse a la indiferencia de su hermana.
-Veo que este país transforma a la mayoría de inmigrantes, los vuelve más duros e insensibles. Espero que yo no cambie, que no se le ocurra al destino enfriar el sentimiento de nosotras, -lo decía mirando con ternura a Inesita-.
El tiempo transcurría, unas veces con tranquilidad, y otras, con sobresaltos.
-No se porqué me paralizo cada vez que veo a un patrullero, como si fuera una delincuente, cuando en realidad soy una humilde trabajadora.
Este es el sentimiento común que agobia a todo hispano, de sentirse perseguido, mientras no consiga tener una legalidad que lo respalde ante cualquier autoridad.
Llegó el tiempo del colegio.Todo transcurrió tan rápido que la hija de Adelaida estaba terminando la primaria. Cuando pasó de grado, a lo que todos llaman el hight school, equivalente a la secundaria, Inesita empezó a buscar con mas frecuencia la compañía de sus amiguitas de salón.
-En vez de estar en el ático aburrida, esperando la llegada de mamá, prefiero quedarme en el colegio, jugando al baloncesto, -se decía la niña empezando a tomar sus propias decisiones para pasarla bien-.
Inesita creció escuchando los concejos de su madre de llevar una vida conservadora, que ella a su vez, recibió de sus padres. Al tiempo que asimilaba las lecciones de vida que su madre le impartía, le resultó inevitable estar ajena a la influencia liberal que provenía de sus profesores y de sus amistades.
Su madre estaba absorbida por el trabajo. El tiempo que tenía para corregir a la niña era escaso. Faltaba la presencia del padre de Inesita que compensara el vacío del tiempo; un padre que orientara su conducta, su vida y sus experiencias en el mundo de la adolescencia al que pronto ingresaría. Lamentablemente, Patricio murió antes de casarse con Adelaida, en un accidente de trabajo. Lo ideal era venir juntos a Estados Unidos y unir fuerzas para sacar adelante a la recién nacida. Resultó penoso que el plan no saliera tal como lo habían pensado.
En la escuela, Inesita recibía charlas que le inculcaban no dejarse maltratar por sus padres.
-Si tu papá o mamá te quiere castigar físicamente, ya con una correa, una bofetada o un simple pellizco, debes llamar inmediatamente a la policía para denunciar esto. La agresión contra los niños esta prohibida en este país.
En cierta ocasión, la chica regresó a su casa cerca de las siete de la noche.
-Inés, estuve preocupada, buscándote. Fui al colegio y me dijeron que te habías retirado a las dos de la tarde con todas tus amigas. Fui al parque, y no vi a nadie. Igual, me dirigí a la pizzería y tampoco te encontré. No estabas en ningún lado. Dime, ¿dónde has estado durante tantas horas fuera de casa?
-Estuve en la biblioteca.
-No es cierto. Me dijeron allí que no te vieron.
-Bueno, me gusta pasear y estar con mis amigas, en vez de estar en este hueco, oliendo a viejo, sin nada que hacer. Esto es una cueva no una casa como la que tienen mis amigas.
-Lo que no quiero es que me mientas. Si lo vuelves a hacer, te doy con esto. Le mostró un chicote con tres puntas que lo tenía colgado en la puerta.
-No lo harás. Sabes muy bien lo que te podría pasar. Asi que, !atrévete!.
No podía permitir que una mocosa le levantara la voz y la retara en esa forma. Tuvo el impulso de pegarle con el chicote que tenía en su mano. Pero lo dejo caer. Le lanzó una bofetada con la mano callosa, sobre su rostro moreno.
El arete de Inés salió disparado. Sus cabellos se soltaron, un torrente de lágrimas amargas le brotaron a granel. Furiosa y decidida, le increpó a su madre:
-Esto no te lo voy a perdonar. Te acordarás de mí.
Salió corriendo al primer piso a donde su tía Dolores. Le pidió prestado su teléfono. -Aló, habla la policía?. Quiero denunciar a mi madre, ella acaba de agredirme. Quiero que vengan de inmediato a mi casa.
Dorores quedó en una pieza cuando escuchó la queja. Subió al ático, era la primera vez que intervenía en la vida de su hermana.
-¿Cómo te has atrevido a pegarle a tu hija?. La policía está en camino, te arrestarán. Has debido pensar en todo, antes de cometer semejante imprudencia.
Adelaida tuvo que pagar una fianza equivalente a un mes de su jornal. El castigo mas drástico y penoso fue separarse de su hija durante un año. A Inés le asignaron un tutor que veló por ella, justamente, en una edad en que empezaba la adolescencia. Sus actividades estuvieron controladas al milímetro por el albergue infantil The Life of your Dreams, en donde diariamente recibía formación del sistema americano. Aprendió y asimiló muy bien los conceptos de autosuficiencia, autoconfianza, competencia y amor supremo al trabajo, como sabias virtudes que le darían felicidad a su vida juvenil en este país.
El día que salió de ese lugar, Inés todavía era menor de edad. Regresó al lado de Adelaida, pero fué difícil la convivencia entre ambas. Algo había transtornado los sentimientos de la niña; sus ideas dejaron de calzar con el modelo recibido por su madre. Una brecha imperceptible existía entre ellas que ya no las conectaba como antes.
Apenas terminó el colegio, le dijo a su mamá
-He conseguido un trabajo en un restaurante de la ciudad. Me pagarán el mínimo, pero tendré cómo afrontar mis gastos personales.
La independencia económica fue el paso que precedió para tomar una decisión radical. Al día siguiente de cumplir los dieciocho Inesita llamó a su madre al dormitorio. Adelaida escuchó a su hija vertir las palabras mas amargas de su vida, que le cayeron como una nevada torrencial, dejándola completamente congelada de pies a cabeza.
-Me iré a vivir al departamento que ya separé muy lejos de aquí. Me independizo., no te preocupes por mí, yo puedo seguir mi vida sola.
En ese instante, Adelaida sintió un forado en el estómago que estaba a punto de reventar.
-Trabajé toda mi vida para sacar adelante a Inesita. Hago el trabajo de un hombre, partiéndome la espalda para cargar un peso superior a mis fuerzas. En pago, recibo su indiferencia. Se va Inesita de la casa y con ella, se va la luz que ha iluminado mi vida desde que vine aquella mañana de invierno.
Estaba sumida en estos pensamientos, cuando tocaron la puerta de su cuarto. Era su hermana.
-Adelaida, me enteré que tu hija se va. Que no te extrañe lo que te está pasando, todas las madres pasamos por eso. Mis dos hijos se fueron apenas cumplieron la mayoría de edad. Esos conceptos se los inculcan desde chiquitos en el colegio y es imposible para uno, luchar contra esa corriente que viene de años. Deja de martirizarte, tu hiciste lo mejor que pudiste, pero no puedes bregar contra el sistema.
-Siempre he criticado en silencio lo que sucedía en las demás familias pero no pensé que a mí me tocaría vivir lo mismo. Esto sí que duele, duele muchísimo.
-Con el tiempo consígurás unir tu vida a una pareja. !Sabe dios dónde lo encontrarás!, tal vez aquí o tal vez en otro lugar, pero ya es tiempo que le des otro giro a tu vida.
Adelaida, caminando sobre la nieve que tanto la hizo padecer de frío y con una mochila verde en la espalda, se fue al aeropuerto de Newark.
Ella, sin nada en los brazos, acompañada con la misma cruz que hace años besó para cumplir su promesa, tomó el avión que la llevaría de regreso hacia otro horizonte, en donde el sol se ocultaba en los mares del sur.
Adelaida pisó su patria para empezar una nueva vida. Estados Unidos sería solo un recuerdo, una experiencia amarga que por ahora quería sepultar. Allí dejo enterrada parte de sus ilusiones. Había otra mitad en ella que todavía estaba pendiente de vivir.
Felizmente, todavía era joven para saborear un nuevo comienzo.

Texto agregado el 24-02-2009, y leído por 306 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
01-01-2020 Bien redactado. La madre tóxica como muchas de la vida real; pero al fin se dedicará a ella, y de esto, espero la segunda parte de la historia. *** mayrabeatriz
23-09-2013 Sus argumentos son entretenidos, más que nada el énfasis en las emociones de los protagonistas de sus historias son lo que más me han gustado, la sigo leyendo... dromedario81
26-04-2009 Es una historia bien hecha, la idea general bien pansada y llevada al papel, pequeños eerrores en ortografia y redaccion, pero nada que no se pueda arreglar facilmente, y la trama está bien, efectivamente algo falta en nuestras sociedades, algo que haga que los hijos no seamos tan desagradecidos, algo que no nos contagie el modo estadounedense de pensar, el cual carece de valores, en verdad que Adelaida tuvo algo de suerte, de haber vivido un poco más con su ingrata hija hubiera vivido lo que muchos ancianos nortemericanos, su envio al asilo por parte de Inesita. Saludos. Daniel_Ramirez_Melendez
22-04-2009 uff que historia, es muy buena la narrativa, me mantuvo con ese cosquilleo del que pasara despues, me gusto... arcano20
27-03-2009 Es excelente,me encanto.La narrativa me llevo de la mano.Gracias nuevamente ******* shosha
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