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Moni deseaba estar gorda. Estaba harta de su figura delgada que aparentaba fragilidad. Pero no era por eso que deseaba tener un cuerpo más robusto, no, la verdadera razón era que su ligero cuerpo de apenas 45Kg. no podía dar cabida a todos los sentimientos que cargaba, pero especialmente uno: la soledad. Estaba convencida de que un cuerpo con mayor capacidad podría dar cabida a toda la soledad que llevaba arrastrando en bolsas Zara, Prada y Gucci.

Esclava de la moda y sus tendencias, Moni gustaba del buen vestir. La falda ajustada a su dulce figura en otoño y holgada en primavera, la boina coqueta de noviembre y los zapatos siempre adecuadísimos complementando sus demás prendas. Aborrecía los bifocales que le restaban talle a su porte y nunca se le vio usando tenis. Tenía como todos su historia de amor triste que sólo le contaba a aquellos que consideraba amistades cercanas pues lo más parecido que tenía a una amiga eran su madre y su tarjeta de crédito, indispensable para sus compras. Y así comprando defendía su soledad. Con sus accesorios Giorgo Armani detuvo críticas, su mejor escudo fue su bolso Versace, atajó comentarios negativos usando un abrigo Coco Chanel y su cinturón Dior le daba la seguridad de caminar like a top model. Sabía que nadie puede hacer algo en contra de la moda y ella era una de sus mejores aliadas. Defendía su soledad también siendo amable, riéndose de los comentarios de sus compañeros, siendo eficiente en el trabajo, siendo una buena hija; así nadie sospechaba de su tristeza y no intentaban quitarle ese sentimiento solitario al que tanto estaba acostumbrada; Tenía cubiertos todos los flancos. Empezó a desear un cuerpo más grande una noche en que sin ningún motivo aparente empezó a llorar desconsoladamente. Un llanto abundante y profundo. De inmediato lo atribuyó a la consecuencia innegable de que su delgada fisonomía ya no podía amparar más soledad. El recipiente de su cuerpo que era como una fina copa de vidrio cortado era insuficiente y se derramaba… necesitaba ser ancha como una jarra. Sin embargo un cuerpo no cambia de un día para otro y menos con un metabolismo tan rápido como el que tenía y que combinado con su diario ajetreo de trabajo le imposibilitaban su deseo de ser obesa. Pasaron los años y la soledad se echó a perder dentro de su cuerpo. Todo el día tenía la misma sensación de cuando se tiene hambre pero trepada en el pecho, una sensación de tristeza extrema que algunas veces le impedía salir de la cama. El llanto se volvió recurrente. El mal dormir se hizo su compañero de alcoba dándole sueños intranquilos. Tenía la cejijunta voracidad de un pensamiento fijo: sola… sola… sola… rodeada de gente pero a final de cuentas sola… pasan los años y sola… sola… La soledad en demasía intoxica. Había llegado al límite que su delgado cuerpo podía aguantar. Algunas veces ya no podía fingir la sonrisa en público, su mente se abstraía en pensamientos difusos y en un cuaderno escribió como autómata frases de amor dirigidas a nadie pues no tenía a quien dirigirlas. Esto no impidió que su vestir siguiera siendo elegante y preciso, siempre acorde a la tendencia que marcase el calendario. Un domingo mientras comía un helado hizo el análisis de su vida y se dejó convencer por su criterio que le arrojaba como triste conclusión que nunca estaría gorda y por lo tanto nunca vencería a la soledad, antes debería de aliarse o hacer un pacto con ella. Tomó la solución mas lógica que se puede tomar mientras se come helado de chocolate y el cerebro está frío: Iría con aquellas personas expertas en el manejo de la soledad, maestras del celibato y de la negación del amor carnal… se recluiría en un convento de monjas. Por supuesto la familia intentó convencerle de lo contrario. Le trajeron pretendientes falsos y verdaderos, la obligaron a presentarse en eventos sociales, los tíos que vivían en el extranjero hicieron el viaje exclusivamente para ayudar en la labor de convencimiento, pero nadie pudo lograrlo. En parte sabían que no cambiaría de opinión pues conocían la naturaleza solitaria que cargaba, herencia de su padre y mas aún cuando al platicar con ella notaban esa determinación propia de la familia que rayaba en la obstinación. La decisión se había tomado y no había persona alguna que le convenciese de lo contrario. ¿Quién podría convencer a Moni? En un último intento persuasivo, cancelaron su tarjeta de crédito con la esperanza de que al quitarle su herramienta de obtención de artilugios cesaría de su mente la terca idea de la reclusión. Así que Moni, como cualquier buen adicto (en este caso a la moda) “pidió prestado” money del bolso de su madre y le agradó el juego de palabras del diminutivo de su nombre y el vocablo anglosajón del dinero: Moni-money. Se preguntaba si había alguna relación entre esas dos palabras pero se sintió ridícula por preocuparse de una cuestión tan trivial… ¿O no lo era? Las ideas fluyeron por su mente. Moni y el money. Moni la sola, la que casi nunca usaba el money en efectivo. Moni en busca de una respuesta. Moni, sí, esclava de la moda pero no del money, aunque ahora lo necesitaba y por eso le robaba a su propia madre. Moni como un billete en una bóveda de banco cultivando el aislamiento. Moni despertando en las noches llorando. Moni ahora cayendo de rodillas avergonzada ante el hecho de tomar el money de su mamá. Viendo fijamente los billetes en su mano… ¡Moni como el money! ¡La respuesta! Por fin unió los cabos: Moni-moda, money- monja. Extendió el billete de $200 con la imagen de Sor Juana. Mentalmente sustituyó su cara y se imaginó con el hábito. ¡Inconcebible! ¡Terrible! No era su estilo, la idea de un atuendo not in fashion le aterró. --Yo soy Mónica la valquiria guerrera aliada de la moda, no money la monja del billete--pensó en voz alta. Regresó el dinero al bolso, quitó la idea de la reclusión de su mente y sonrió de alegría por haber aclarado sus ideas. De repente sentía que un nuevo camino se abría para ella. Volvió a sonreír, esta vez sin ningún motivo.

Texto agregado el 28-02-2009, y leído por 159 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
28-02-2009 Magistralmente contado , una historia que deambulará en muchas cabecitas del presente , inseguridades del género humano ,,e encantó , sabes hacerlo =D mis cariños dulcequimera
28-02-2009 Una fluidez genial. Muy original la idea de una “gordéxica”. Si bien el final no fue de mi agrado, en sí, me gustó mucho tu estilo. Capo! ElnegroHinojo
 
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