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Inicio / Cuenteros Locales / Scarlett_y_Retth / Pablo y Belén

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Cuando Pablo llegó esa tardecita a su casa sintió que le costaba ser él mismo. Había manejado todo el camino contento, escuchando música y recordando los momentos pasados con Carla. Todas las aprensiones que había tenido antes de viajar se habían disipado, había congeniado con ella como si se hubieran conocido desde hace años, con esa coordinación que sólo se encuentra cuando dos personas están a gusto y pendientes de la otra. Recordó todas las veces que hicieron el amor, los lugares, las posiciones y sintió ganas nuevamente de estar con ella.
Abrió la puerta despacio. Belén estaba mirando televisión. Lo saludó efusiva y empezó la sesión acostumbrada de preguntas: cómo había estado el viaje, si había trabajado mucho, qué había comido. Luego pasó a hacer un resumen de lo que había sucedido en su ausencia. El plomero que no había venido, el gasto del supermercado, el microondas que tenía un corto y que se lo arreglara porque no podía vivir sin el maldito aparato. En veinte minutos Pablo se sintió saturado. Quería irse de nuevo, volver a la ruta, al hotel con Carla, a sus caricias, a su cuerpo.
Subió al dormitorio, se duchó y buscó su guitarra. Intentó buscar un poco de paz cantando, pero no habían pasado cinco minutos que Belén subió con el termo y el mate. Él dejó la guitarra y luego de contar hasta diez por dentro, decidió dedicarle un rato a ella, “es una buena mujer” pensó, “se merece que la trate bien”. Aunque en realidad le hubiera gustado estar solo.
Ella le comentó que había visitado a su hermano. Lo veía feliz con su esposa y con Thiago, el bebé de tan solo tres meses. Él se dio cuenta de que era una indirecta pues poco tiempo atrás, ante la insistencia de Belén, había tenido que reconocer que aún no sentía que fuera el momento para ser padre. Empezó a ponerse fastidioso. “Me voy un rato al boliche”, le dijo. A ella se le transfiguró la cara. Hacía dos días que no lo veía, quería estar con él, estaba sola y aburrida. “¿A qué?”, preguntó. “Ya vuelvo”, fue todo lo que Pablo contestó. Tomó la guitarra y salió rápidamente.
Una vez en la calle el aire le dio en la cara y se sintió aliviado. En el bar se encontró con Claudio y Fernando. Lo vieron llegar con la guitarra y en seguida se prepararon para tocar algo. Amaban la música y eran muy pocas las oportunidades que tenían de tocar juntos los tres. Pidieron una cerveza y se acomodaron en un rincón del bar. Lentamente, la paz que Pablo necesitaba fue invadiendo su cuerpo, se sintió feliz, completo. La música llenó cada una de sus células y el recuerdo de Carla empezó a invadir su mente. Le hubiera gustado que ella lo escuchara, que estuviera ahí alentándolo. Es más, imaginó que ella estaba presente y comenzó a improvisar la letra de una canción. Empezó a hablar de la pasión, de lo bueno de haber compartido tiempo juntos, de que no sabía si era amor pero que se había sentido feliz junto a ella.
Volvió a su casa. La cara enojada de Belén lo hizo sentir culpable, más aún que cuando había llegado de viaje. No quería verla mal, reconocía que Belén era una buena persona, en el fondo le gustaría ser feliz junto a ella pero a pesar de sus esfuerzos no lo lograba. Ella lo amaba profundamente, casi lo idolatraba.

Pablo se sintió apenado y un cansancio eterno le pesó en los hombros. Le dijo a Belén que se iba a dormir. Ella fue tras él. Había algo que no lograba entender, le parecía injusta la indiferencia de Pablo, ella estaba convencida de que la relación de ambos era perfecta. Había dejado todo por él, su pueblo, su familia, la facultad, todo, por estar con él. Desde el día que lo conoció supo que tenía que ser su mujer para toda la vida. Y en ese momento hubiera jurado que él también sentía lo mismo que ella. Ahora ya no estaba tan segura.
Se le acercó por la espalda y trató de acariciarlo. Pablo ya se había sacado la camisa y estaba desabrochándose el cinturón. La apartó diciéndole que estaba cansado. En ese momento Belén se animó a preguntarle que le sucedía pero Pablo negó cualquier problema. Era consciente de lo que ella había dejado por él y no sentía digno de patear el castillo en que ella creía vivir. Ella no quedó convencida pero lo dejó dormir.
A la mañana siguiente Pablo se despertó temprano y se preparó el desayuno a solas, en silencio. No quería despertar a su mujer, quería paz. A la hora de partirllevó un mate al dormitorio y despertó a Belén para despedirse.
En la oficina se sintió cómodo. Ahí nadie le iba a preguntar algo personal.
Su cara se transformó cuando vio por Internet que ingresaba Carla. Demoró el momento de ingresar al chat. Fue a buscar un café y se sentó en su escritorio a tomarlo lentamente mientras pensaba en los momentos pasados esos dos días junto a ella. Volvió a recorrer mentalmente su cuerpo, se imaginó acariciándola, jugando con su pelo, desvistiéndola. Sintió su lengua recorrerla hasta que ella, gimiendo, le había pedido que la penetrara. Repentinamente tuvo una erección y rogó que nadie entrara en ese momento a la oficina.
Había pensado que ya no iba a volver a contactarse con ella, todo el viaje de regreso se dijo a si mismo que lo mejor era cortar con esa relación, antes de que avanzara hasta enredar sus sentimientos.

Carla esperaba que Pablo le contestara. Se sentía nerviosa, no estaba segura de hacer lo correcto. Nunca habían hablado de volver a comunicarse y tampoco sabía si las cosas iban a ser como antes entre ellos. Se habían despedido con un largo beso, sin palabras.
Sus dedos golpeaban inconscientemente contra el borde del teclado de la notebook. Probablemente Pablo no había llegado a la oficina todavía. Su mente vagaba por los acontecimientos de esos dos días juntos. Todavía podía sentir las manos de Pablo sobre su piel. Estaba sola en la casa, Sebastián ya se había ido y ella todavía no se había levantado. Se sintió libre de manejar los recuerdos a su antojo. Se dejó llevar mientras su mano bajaba lentamente hasta su entrepierna.

Texto agregado el 13-03-2009, y leído por 114 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-03-2009 Buen texto, bien escrito y un sugerente final.... ¡Saludos desde el flaco Chile! mauro22
13-03-2009 Que final :-& un poco como para sonrojarse. merlina99
 
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