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Inicio / Cuenteros Locales / ominona / EL CAOS ESTA EN NUESTRA SANGRE capítulo uno: ventanas rotas

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El cielo estaba lleno de nubes, tanto que no se podían observar las estrellas brillar en la noche tan oscura y fría, lo que si se podía contemplar era la luz de la luna posándose en el pavimento de la avenida, lo cual era de mucha ayuda ya que no era hora de que los faroles de la calle comenzaran a funcionar. Por la calle iba caminando muy lentamente una persona de cabello corto y castaño, de buena estatura y con una mirada siempre fija en el camino que llevaba hacia su hogar, esta persona era Nelson Rossetti, un joven de 19 años, estudiante de arquitectura en la universidad mas cercana que encontró en la ciudad que vivió toda su vida, Nelson era muy buen estudiante aunque ser arquitecto no era definitivamente el sueño de su vida laboral, el prefería la pintura, así es, el era un gran artista con un gran talento y capacidad ilimitada para la expresión artística, pero su familia no entendía eso, ellos querían un futuro seguro económicamente para su hijo mas joven,
En fin, Nelson podía seguir pintando de todos modos.
Mientras seguía caminando hacia su casa los faroles de la calle empezaban a funcionar iluminando cada ves mas y mas la avenida, la vereda y los patios vecinos a su hogar. Nelson se encontró en la puerta de su hogar, una casa muy humilde y de recursos medios, se saco el bolso y comenzó a buscar en el las llaves que abrían la puerta principal de su hogar, de pronto un sonido, una vos de efecto electrónico diciendo “ usted tiene un mensaje nuevo”, el sonido provenía del bolsillo en el pantalón de Nelson, era su teléfono celular, rápidamente lo saco del bolsillo y observo la pantalla con mucha atención, que decía “mensaje de texto nuevo, de: marina, ”si no estas ocupado puedes venir a mi casa, estoy en el patio de atrás, necesito hablarte”. Nelson volvió a colgarse el bolso y siguió caminando para ir a la casa de su amiga de toda la vida, marina,
Poco a poco y sin pensarlo iba acelerando el paso, estaba tan ansioso de ver a esa chica que mientras caminaba practicaba, en un tono muy bajo de vos, el saludo que iba a ofrecerle al primer segundo glorioso de volver a verla, y no era para menos ya que marina era, según Nelson, la chica mas hermosa, inteligente y bondadosa de todo su mundo. Marina era solo un año menor que Nelson, no era tan alta como el, pero a el no le importaba ya que marina tenia la mirada y los ojos mas hermosos y profundos del mundo, eran de color azules y eran como las ventanas de sus pensamiento ya que al mirarlos con mucha atención podía saber como se sentía, también tenia el cabello largo y de color negro cual sombra de noche sin luna, su flequillo llegaba hasta las cejas y tenia una piel casi tan blanca como la nieve.
Nelson se encontraba ya en el terreno baldío detrás de la casa de marina, cuando puso su mano en el paredón para treparlo, vio como un relámpago ilumino el techo de la casa tan destruida y descuidada de
Marina. Nelson salto el paredón y abrió los ojos tan grandes que parecían salir de sus cuencas, había visto a marina sentada en el columpio de su patio trasero, con esos ojos eléctricos, a punto de quebrar en llanto y un respiración tan acelerada que hizo que Nelson entendiera muy rápidamente lo que estaba pasando, marina había sido golpeada por su padre, un hombre abandonado por su mujer, dejado a su suerte con una hija de año y medio de edad.
Marina se levanto y lo abrazo con mucha fuerza, Nelson se puso serio y dijo – ¿por que ahora? –
Tengo malas calificaciones – dijo marina con una vos inestable, producto del miedo a su padre
¿Solo eso?, ¿po… por es lo hizo? – pregunto Nelson, aunque marina no pudo responderle solo hizo mas fuerza en sus brazos y estallo en lagrimas sus ojos, lo cual alimento la bronca que Nelson obtuvo ese momento.

De pronto un grito dentro de la casa, “donde estas? Pendeja de mierda”, era el padre, el terror de marina, ella tomo aire de suspiro, miro a Nelson a los ojos y dijo – te tenés que ir – con la vos temblorosa, Nelson no tenia palabras en ese momento, lo único que tenia en cuanta en ese instante, aparte de su rabia, era que sabia que si ese hombre tan perverso lo veía, marina tendría problemas mucho mas graves, así que solo dio media vuelta y dijo – voy a cortar tus cadenas, te lo juro – trepo nuevamente el muro y empezó a caminar sintiendo la impotencia en cada paso que hacia hasta su hogar, entro sin dar palabra alguna a su familia y subió directamente a su cuarto. Esa noche de tempestades y tormentos Nelson no pudo, ni quiso conciliar el sueño, solo se sentó en su cama y escucho como la lluvia caía desde el cielo, cada gota de agua era un grano de arena en el reloj del juramento y el solo espero hasta que la lluvia perdiera vida, lo cual sucedió a las 8: 30 AM aproximadamente, en ese momento Nelson estaba camino a casa de marina con la pesada y fría lluvia golpeando su espalda,
Llevaba un cuchillo de hoja filosa bajo la manga de su campera empapada por la lluvia, estaba muy seguro y en lo correcto pensando que marina no estaría en su casa, ella prefería la escuela en un día tormentoso como ese que el verdadero tormento de su padre. Nelson llego hasta el patio trasero, salto el muro y corrió muy sigilosamente hasta la ventana, rota desde hace mucho tiempo, entro y sintió el mayor de los silencios, de repente su teléfono celular comenzó a sonar, pero a Nelson no le importo, estaba muy ocupado, buscaba a ese hombre por todos lados, decidió subir las escaleras y se encontró en el cuarto de ese hombre, había una televisión encendida, estaba todo desordenado, los cajones de los mueves en el suelo con toda la ropa desparramada, un espejo destruido que hizo palpitar el corazón de Nelson frenéticamente al ver que un hombre estaba detrás de el, calvo con bigote desprolijo, ropa sucia y una mirada fría y penetrante, era el padre de los tormentos, golpeo a Nelson tan bruscamente que lo dejo en el suelo, todo fue tan rápido, Nelson abrió los ojos con el miedo mas terrible de su vida y vio una pistola amenazadora apuntando a su cabeza

Así que venís a robar mi propiedad – dijo ese hombre con su vos psicópata intimidante, - pensaste que te podías llevar algo no, hijo de puta? –
Nelson no pudo ni siquiera responder, solo tomo el cuchillo con fuerza, puso una mirada que parecía proveniente del infierno, y apuñalo justo en el cuello, fue por desgracia en el mismo segundo en que el hombre tiro del gatillo para dar fin a la vida de ambos.

Texto agregado el 26-03-2009, y leído por 174 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
15-04-2009 Excelente, bien escrito, buenas imágenes, lo personajes y los diálogos son muy creíbles. Felicitaciones por este cuentazo! 5* Seba_
 
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