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PRIMERA PARTE

EL PACIENTE NUEVO



Al medio día de aquel 26 de mayo, el doctor en jefe del turno matutino llegó a mi despacho para solicitar hablar conmigo. A pesar de que me encontraba en una reunión con algunos padres de pacientes, me vi prácticamente obligado a atenderlo, debido a su insistencia que observé por medio de mi secretaria, que nos interrumpía constantemente para suplicarme que saliera un momento.
Me disculpé con mis acompañantes, salí y llevé al doctor Suárez a una habitación contigua pasándole mi brazo por su hombro, pidiéndole que se tranquilizara.
Parecía algo exaltado, pero pude controlarlo finalmente y le pedí me contara el motivo de tanta insistencia.
Me explicó que Máximo, un drogadicto de 14 años de edad, que recientemente había ingresado a la clínica, presentaba desordenes severos, que no correspondían a los efectos conocidos que producen las drogas en el cerebro y cuerpo de los jóvenes.
Dijo que durante las terapias de recuperación, el nuevo interno, poco a poco ha ido recuperando de manera notable la habilidad para hablar, pero que su cuerpo se movía como si fuera el de un bebé de meses de nacido; que incluso, no podía caminar.

–Eso no es nada nuevo –le dije mientras hojeaba el expediente de Máximo que me había entregado–, eso ocurre cuando las drogas han dañado severamente el cerebro del individuo, sobre todo si se ha pasado por una sobre dosis. Pero no hay nada que una buena terapia no pueda solucionar.
–No es tan sencillo doctor Cisneros –replicó con una voz más segura–, de acuerdo a los estudios que le hemos aplicado, Máximo nunca ha pasado por una sobre dosis como lo asegura el reporte de la policía, en realidad, lo que lo puso al borde de la muerte, fue una congestión estomacal; el muchacho llevaba muchos días sin comer. Eso lo puede verificar en el resultado de los análisis toxicológicos que le aplicamos y que anexé insubordinadamente a su expediente.

Luego de corroborar sus palabras leyendo el reporte, comprendí la exaltación del doctor Suárez. Sin embargo, no quería alimentar su preocupación, por lo que le pedí me dejara toda la información que había respecto al paciente, le supliqué que tomara las cosas con calma y me comprometí a ocuparme personalmente del caso.
(continua)

Texto agregado el 20-05-2004, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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