TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / Nina2009 / LA MUÑECA OBSTINADA

[C:399326]

De no ser por aquella gripe, casi curada ya, yo debí estar en el colegio aquel día, y nada habría sucedido. Fastidiada por el aburrimiento, no lo suficientemente repuesta para levantarme, ni lo bastante enferma para matar el tiempo dormitando por la modorra de la fiebre, agarré una muñeca que algún insensato había dejado a mi alcance. Era un juguete pasado de moda, hecha de un plástico algo duro, demasiado rígido, de un color más terroso que rosado. No me gustaba su vestido, ni su cara. No hablaba, no cantaba, no tenía ninguna gracia especial. Sólo que al colocarla en posición vertical abría los ojos, y los cerraba al acostarla. Incrustado en la tripa, tenía un armatoste que, al balancearla, imitaba una especie de lloro rudimentario.

La miré sin saber muy bien qué hacer con ella y, al moverla, cerró un poco los párpados. Durante un instante, un reflejo de luz dio un extraño aire de inteligencia a su mirada y, al fijarme detenidamente, tuve el convencimiento de que estaba viva. “Habla” -le dije- , y ella mantuvo un silencio que, de pronto, me pareció desafiante. “Puedes hablar, lo sé” -insistí- pero ella, terca, continuó callada mientras yo comenzaba a impacientarme. “Habla... habla”... y ella me sostuvo la mirada como para mostrar su firme negativa a obedecerme. La agité, pero sólo sirvió para que entornara los ojos, desdeñosa y burlona. Me enfurecí y volví a repetirle: “Háblame: te digo que me hables”. Nada: continuaba impasible, intentando engañarme, y mi enfado creció de tal manera al no obtener respuesta que empecé a zarandearla con saña, cada vez más rabiosa. La cólera apenas me dejaba respirar, y creció mucho más cuando el sonido de su tripa acabó pareciéndose a una insufrible y despectiva carcajada. Desquiciada, la sacudí con violencia hasta romperla. Sus brazos y sus piernas quedaron apenas suspendidos de unas tiras de goma parduscas y arrugadas, y yo me apresuré a esconderla debajo de la cama.

No recuerdo que nadie preguntara cómo se había roto, y nadie me riñó, pero, mucho después, comprendí que el hecho de atribuirle cualidades humanas, de reconocerle sentimientos, inteligencia y voluntad; la certeza de que poseía el don del pensamiento, me convierte… sí… yo estaba entonces en el parvulario.

Lo confieso: soy la asesina más joven de la Historia.

Texto agregado el 07-04-2009, y leído por 82 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
08-04-2009 muy profundo... muy buena novela te felicito sigue asi te dejo **** sersinespiritu
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]