Se encontraban dos ancianos, plácidamente sentados en un escaño de una plaza; uno vestido elegantemente, con bastón en mano y el otro vestido humildemente.
El elegante le dice al humilde ¿a qué te dedicas ahora? a enmendar los pocos errores que cometí con mis hijos y que no deseo con mis nietos ¿y tú?
Yo tengo mis hijos y nietos en el extranjero, creí que lo hacía bien y hoy la soledad me lo cobra.
¿Pero por lo que veo vives bien?
Aparentemente sí, pero realmente no.
¿Quiere que te de un consejo?
A estas alturas que puedo hacer?
¡Mucho! debes empezar por compartir la experiencia con los que aun en medio de la abundancia, no se han dado cuenta del error del oropel.
Esta conversación nos traslada a ver la vejez, como una gran oportunidad, cuanta experiencia acumulada se queda en el laberinto de la soledad.
Gabriela Mistral decía: " La experiencia es un billete de lotería comprado después del sorteo"
He aquí estimado lector, lo invaluable que es la vejez, porque no hay peor vejez que la del espíritu.
Os dejo esta reflexión: la sabiduría es su sinónimo, quien no le teme avizora que morir es volver a nacer; dar buenos consejos evitando malos ejemplos; que sea un premio no un tormento; ¡se feliz! la vejez es un ideal.



PASQUINO