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EL DUELO

Mi Fe retó a duelo a mi Mala Suerte.

Esta aceptó pero no llegó sola a la cita; la acompañaban la Envidia, el Fracaso y el Rencor. Llegaron armados con un gran arsenal de malos días, llenos de enfermedad, impotencia y oportunidades perdidas. Rápidamente rodearon a mi Fe y la atacaron sin piedad por mucho tiempo; ella se defendió valientemente, pero no pudo soportar el feroz ataque y cayó herida de muerte.

Ahí, en el suelo…, agonizando, recordó que desde hacia tiempo tenia guardada en el bolsillo una semilla de bondad que nunca había querido sembrar. Sabiendo que iba a morir, la sacó y la arrojó al suelo.

La Mala Suerte y sus amigos se acercaron para ver que había arrojado mi Fe, y al ver que era una semilla de bondad, rieron, pues todos sabían que un árbol de bondad es gigantesco y que sus frutos son un excelente alimento para la Fe al igual que sus ramas una excelente arma. Pero sabían también que un árbol de bondad tarda muchísimos años en crecer y dar frutos.

Cuando terminaron de burlarse, la Mala Suerte sacó su arma más mortífera; la tenía guardada en un bolso negro al lado de la silla de su caballo; era una botella llena de indiferencia y odio a Dios. Hasta sus amigos se estremecieron cuando esta tomó una flecha y le mojó la punta con este horrible líquido; empuño su arco y apuntó directo al corazón de su oponente agonizante.

Eran los últimos instantes de mi Fe que sangraba a chorros en el suelo. Pero en ese momento un pequeño río de sangre alcanzó la semilla de bondad e inmediatamente empezó un gran temblor; nadie lo podía creer, pero la semilla al ser regada por la sangre de mi Fe, se convirtió en una planta que crecía rápidamente ante los ojos de todos, y a los pocos segundos, ya era un inmenso árbol lleno de frutos.

Debido al temblor, la Mala Suerte y sus amigos cayeron aturdidos al suelo, momento este que aprovecho mi Fe, y con sus últimas fuerzas tomó un fruto de bondad y lo comió.

Fue un milagro; sus heridas se curaron, sus fuerzas se renovaron, y en lo profundo de su ser desarrolló una astucia con la que antes no contaba. Gracias a ello, se dio cuenta de algo muy importante; nunca debió entrar sola al combate. Entonces, lanzó un grito de auxilio y rápidamente aparecieron sus amigos.

La Constancia apareció corriendo, armada con un arco de determinación y dos flechas de nueva oportunidad; como caído del cielo, de un salto, llegó el Optimismo; no tenía armas, pero era el más hábil en el combate cuerpo a cuerpo y un experto en motivar a sus compañeros en la batalla. Por último, se oyó el galopar de un caballo y atravesando la niebla, apareció el Amor; llevaba en su cintura, la espada del perdón y en su mano un escudo con una frase grabada: “Todos somos uno”, que de momento… nadie entendió, pero no hubo tiempo para explicaciones pues la Mala Suerte ya se había recuperado y estaba lista para la lucha.

Astuta y sagaz sabía que aun tenía una enorme ventaja, pues a pesar del poder y las armas de mi Fe y sus amigos, ninguno de ellos sabía dirigir un grupo en combate. Mi Fe también lo sabía..., en su grupo no había un comandante, y por eso nuevamente estaban en gran desventaja.

Alguien le contó al Tiempo, de la feroz lucha que iba a acontecer. Este, se sentó a verla en lo alto de una colina y se autonombro juez y testigo.

Mi Fe y su grupo temblaban asustados, sabían que tenían las de perder, pues la Mala Suerte tenia mucha experiencia y era excelente dirigiendo los suyos en la batalla, pero el Optimismo les recordó como había crecido milagrosamente la semilla de bondad, les dijo que un nuevo milagro los salvaría y en ese momento…, mi Fe miró al horizonte… y vio una silueta que se acercaba lentamente…; cuando al fin pudo reconocerla, su corazón se inundó de dicha; era su amiga más inteligente, la mejor comandante, el complemento ideal para su grupo.

Como enviada por Dios para dirigirlos, llegó sonriente, la Paciencia...

Cuando la Mala Suerte la vio, no le dio importancia, le parecía un contrincante demasiado lento, y acostumbrada como estaba a ganar, con gritos alentó a sus amigos y atacaron nuevamente, llenos de confianza.

El combate fue corto...

Mi Fe y su grupo los esperaron y cuando estaban cerca, entraron en acción. La Paciencia envió primero al amor a luchar contra el Rencor y la Envidia. El Amor sacó la espada del perdón… y de un solo movimiento, decapitó al Rencor… dejándolo tirado en el suelo.

Con la Envidia no fue tan fácil... Esta atacaba de lejos y lo hirió con una lanza de ira, pero hábilmente el Amor se le acercó y le mostró la frase que tenia escrita en su escudo: “Todos somos uno”. Al leer esto…, la Envidia se quedó inmóvil, como congelada; había entendido que el bien del prójimo era el bien de si misma. Este conocimiento puso fin al motivo de su existencia y cayó muerta sin que el Amor siquiera la tocara. Sin embargo…, en su cara se podía ver una expresión de alegría, pareciera que estuviera feliz de que su amarga existencia hubiera acabado.

A una señal de la Paciencia, la Constancia dio un paso al frente. Su rival era el Fracaso. Era un muy peligroso contrincante pues estaba armado con dardos desalentadores que lanzaba fuertemente con una cerbatana de críticas. La Constancia tomó una de las flechas de nueva oportunidad y la lanzó con su arco de determinación. A su vez, el Fracaso lanzó una lluvia de dardos desalentadores. El fracaso esquivo fácilmente la flecha, pero la Constancia recibió varios dardos desalentadores. Cargaron los dos otra vez sus armas y dispararon... De nuevo, el Fracaso esquivó la flecha y la Constancia recibió más dardos.
Muy herida, la Constancia se sintió derrotada, pues miró su saco y vio que no tenia mas flechas de nueva oportunidad; estaba desarmada...

La Mala Suerte y el Fracaso se reían pues se sentían nuevamente ganadores. Sin embargo, cuando la Constancia estaba a punto de rendirse, el Optimismo saltó y le gritó: ¡Amiga recuerda que nuestro comandante es la Paciencia, por lo tanto no debes tener afán!, ¡tienes todo el tiempo para crear las flechas de nueva oportunidad que necesites!, ¡recuerda también que nos acompaña la Fe y por eso somos inmunes a los dardos desalentadores!

Al oír esto la Constancia, miro al Tiempo, esperando una señal que le confirmara que lo que lo que decía el Optimismo era cierto. Pero el Tiempo no dijo nada… el era el juez y no podía participar de ninguna forma en el combate.

Entonces la Constancia pensó y declaró para si misma que las palabras del Optimismo eran ciertas. Se sentó calmadamente, tomo una rama del árbol de bondad e hizo una flecha de nueva oportunidad. Esta vez ¡la flecha era perfecta! El Fracaso la atacaba desesperadamente lanzándole sus dardos desalentadores pero estos ya no le hacían ningún daño. Levantó su arco muy despacio, apunto hacia el Fracaso que estaba pálido de miedo y disparó. La flecha dio directo en su corazón negro lo levantó del piso y lo clavó contra el árbol de bondad.

Todos vieron al Fracaso muerto…, clavado en el grueso tronco. Pero después de un momento ocurrió algo muy extraño. El cuerpo inerte del Fracaso empezó a temblar, se cayó del árbol y poco a poco se fue transformando en una mujer que estaba viva y trataba de levantarse del suelo.

Mi Fe y sus amigos la rodearon y le apuntaron con sus armas, iban a matarla pues pensaron que era un truco de la mala suerte. Pero la mujer llorando… les suplicó que no le hicieran daño, les dijo que ella siempre aparecía cuando la Constancia, después de una larga lucha, vencía al Fracaso, y que les seria muy útil si tan solo la escuchaban.
Mi Fe le dijo con voz apacible… - tranquila mujer, no llores, no te haremos daño, solo dinos como te llamas y entréganos tu arma si es que tienes alguna-. La mujer miró a mi Fe a los ojos y le dijo… -mi nombre es la Experiencia y no tengo armas, pero tengo este cofre lleno de consejos que con gusto te entrego; espero lo uses cuando tengas que tomar una decisión importante en tu vida-.

Mi Fe tomó el cofre, le dio las gracias y la invitó a ser parte de su círculo de amigos.

Pero el combate no había terminado aun… La Mala Suerte aprovechó la distracción y concentró toda su mala energía en un solo terrible día. Este era un día horrible… con un acontecimiento devastador; además, lo disfrazó como un día normal y le puso el nombre de destino; lo tomó con cuidado, lo montó en su arco, apuntó hacia mi Fe y disparó.

Mi Fe vio venir el destino hacia ella, pero no trato de esquivarlo pues sabía que era imposible. Cerró sus ojos y juntó sus manos como si estuviera rezando, se concentró mucho…, y de repente, de su pecho salió un rayo de luz que se estrelló contra el horrible destino, e increíblemente lo transformó en el día perfecto, el día en que todos los sueños de mi Fe se hacían realidad.

El rayo de luz siguió hacia delante y alcanzó a la Mala Suerte…, se vio una enorme explosión. Fue la peor muerte de todas, pues la Mala Suerte no solo desapareció, si no que fue borrada de la memoria de todos los seres. Fue como si nunca hubiera existido…, nadie jamás la recordaría.

El duelo había terminado; mi Fe y sus amigos celebraron llenos de alegría aunque no sabían por que, pues nadie se acordaba ni del duelo ni de la Mala Suerte. Sin embargo mi Fe si se acordaba y se fue a pensar sola sobre todo lo que había vivido. Después de una larga reflexión, se dio cuenta de que nadie recordaba la Mala Suerte por que en realidad esta nunca existió. Solo fue una creación de su mente, y todo el duelo… solo fue una pelea consigo misma.

Sabiendo esto, fue a reunirse con sus amigos ya que tenían que prepararse para las visitas, pues venia en camino toda una caravana de nuevos días, nuevos meses y nuevos años… Mi Fe no los conocía… pero algo en su interior, le decía que iban a ser unas visitas muy agradables.



FIN.

JIMMY ARIAS

Texto agregado el 18-04-2009, y leído por 117 visitantes. (0 votos)


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