Escribamos una nueva Historia…

Aquella noche, cuando me pediste que te abriera el corazón, como se abre un libro en el taller de literatura, no podías imaginar cuántas bellezas se pueden encontrar, cuando se es experto en la escritura. Me pediste que te diera la oportunidad de entrar, de conocer y de saber lo que hay escondido en mis escritos. Pues bien, déjame entonces que te invite a pasar, para mostrarte lo que guardan esos renglones fortuitos.

Ven… entra. Ven a ver lo que te quiero mostrar.

Plasmados en escenas cotidianas, encontrarás que tengo un inventario de afectos hogareños; aquellos que brotan de mis labios de la misma forma que emergen de mis sueños. El verso chusco, la picardía y el humor salpican todo, dejando impregnado su sabor. El respeto y la formal galantería, también tienen en mis letras su historia, y han ganado en medio de todo, un pequeño rincón en la estantería. Te darás cuenta que, aunque añejos, todavía conservo unos sueños empolvados, todos ellos aún sin realizar. Forjadas en vivencias clandestinas y templadas en hogueras de pasión, me restan algunos pliegos de ilusión, cortados en alegres serpentinas. El desorden en un perfecto orden, es así como está, el libro de mi corazón; con los bordes maltratados, pero siempre rectas las esquinas.

Las vivencias del pasado, salieron de ahí, escritas en frívolas pasiones. Son de aquellas que se van, de la misma forma en que se vienen, causando decepciones y sorpresas; ocupando considerablemente, cientos de páginas impresas. Las plumas anteriores escribieron: amores fugaces, ilusiones y quimeras; pero todas esas fueron simplemente, un puñado de sensaciones pasajeras. Llenaron mil renglones con engaños y otros cuantos con lisonjas apuradas; mas la fútil tinta utilizada, fue tan vana como aquello que escribieron.

Los rasgos que pintaron se desvanecen poco a poco, dejando páginas llenas de renglones tristes, todos ellos en constante espera, de los trazos nuevos que tú les prometiste. Escríbelos con letra nueva, con tu tinta indeleble y duradera. Deja que la pluma escriba… deja que la tinta corra; y que llene con tus letras los vacíos de la espera.

En esas páginas, no sólo quedó impresa la letra pasajera, aquella con la que se escribe la amargura; también pintaron sus trazos, la tibia paz que dejan la ilusión y la ternura. Me quedan por ahí dispersas, frases sueltas; de aquellas que encienden la pasión y, guardadas con dulzura como siempre, en el mero fondo de mi corazón. Las más bellas frases de amor, las conservo aquí conmigo… esas que ya conoces y que ansías escuchar, porque de tanto escribirlas, necesitas experimentar... cuando te las diga al oído.

Las cicatrices que dejaron viejas musas ya olvidadas, no me duelen más, pero están ahí marcadas. Pues donde hubo desencantos, también por ellas brotó una carcajada, y ésta, como tal, merece quedarse registrada. Una que otra pincelada de poeta, también forma parte de mi colección; y lo mejor de mi poesía se encuentra… en un apéndice del corazón.

Existen verbos escondidos, frescos, nuevos, sin usar; esperando que llegue el momento más preciso, de poderlos contigo conjugar. Recorre mis versos; extrae los más hermosos adjetivos que en ellos puedas encontrar. Adorna triunfante tu escritura; úsalos, recréalos, dales vida y escribe sin pena cual ninguna, pues, aunque cubiertos de dulzura no habían visto luz alguna, esperando siempre ansiosos ser escritos por tu pluma. Escoge lo que necesites para escribir tu propia historia, y déjame contigo re-escribir la mía.

Inventemos con todo ello una nueva realidad, pues aún es mucho espacio lo que resta. Escribamos juntos una nueva historia: la tuya… la mía… la nuestra.