Las cenizas de los puntos de encuentros olvidados dejan marchitas rosas en aquellos sueños que abandonamos al azar, a la suerte. No somos mas niños por dejar de ser mas mayores, toda la vida creciendo para darte cuenta de que lo único que has hecho en esta vida es eso, crecer y crecer y rodar y rodar. Desde un punto de vista formal no tenemos mas recuerdos que aquellos que recordamos, pero los demás se han olvidado y forman parte de ese armario de la consciencia donde todo entra y nada sale.

Sentados en tronos de cenizas nos observan los ancestros, aquellos que saben mas que nosotros pero a los que su sabiduría no enseñó a hablarnos con las palabras que utilizamos y todo nos suena a chino, a batallas de los que no tienen ni idea, sabiéndolo casi todo.