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Inicio / Cuenteros Locales / el_reto_ganadores / RETO 6 PROSA - Ganador: yomismosoy

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La calle principal lucía su vestido de domingo en primavera. El
clima fresco invitaba a la tertulia y el paseo. Tres niños
correteaban por la plaza persiguiendo a un cachorro. El café de
Marco me ofrecía una excelente vista del lugar y yo, capuchino en
mano, trataba de sacarle provecho garabateando un cuento. Había
desarrollado un par de párrafos describiendo el paisaje, pero
aún no lograba hilvanar una historia convincente. Inventé
personajes, motivos, problemas y desenlaces que invariablemente fui
deportando al basurero.

Pero todo cambió cuando apareció el Vendedor de Cachivaches.
Un viejo barbudo y mal vestido que llevaba consigo una mula cargada de
antigüedades. A todos mostraba su dentadura maltrecha en una sonrisa
sincera, a todos demostraba afecto… un pellizquito a los niños, un
espaldarazo a los jovencitos y una reverencia a las damas... Todos le
querían, le saludaban y le cuidaban. Era patrimonio sentimental del
pueblo.

La imagen del cachivachero me sirvió de inspiración.
¿Porqué no escribir sobre él? Mi pluma inició
la historia del mercader que guardaba milagros en sus alforjas. Le
inventé un traje remendado, una flor en la solapa, una tarima desde
donde promocionar su mercancía.

-Señora, usted que camina tan deprisa. ¡Tenga cuidado! Tanto
apuro puede afectar su respiración. Permítame ofrecerle esta
crema de menta, ideal para pulmones congestionados. ¡Sólo le
costará dos monedas de cobre!

- Caballero, disculpe Usted a este viejo entrometido, pero le veo discutir
con su mujer desde hace rato. ¡Ofrezca la tregua, cómprele un
obsequio! Para Usted "Vendo Zapatos de Bebé, sin Usar."
Mire que hermosos son, ¡y sólo valen tres centavos!

La gente le compraba por cariño… Nunca pensó esa
Señora que la crema le ayudaría a salvar a su Madre en un
ataque de asma, nunca pensó la pareja que un niño
reviviría el amor en su débil matrimonio…

El mágico Cachivachero corrió por mis líneas
repartiendo su maravillosa mercancía. Niños, ancianos,
enfermos. Todos recibieron bendiciones en cada transacción.
Releí el cuento con emoción y sentí esa cálida
satisfacción que da una obra culminada. Sólo faltaba pulir la
descripción del personaje.

Volví al mundo real y observé con detenimiento al viejo que
seguía en la plaza. Justo entonces su mirada topó conmigo y
se acercó sonriente.

-Jovencito. Un observador necesita tener la vista clara para que
ningún detalle se escape- Dijo mientras sacaba de su alforja unos
viejos lentes de aumento. – Serán suyos por sólo tres pesos.

Sonreí, saqué un billete de cien pesos y envolví en
servilletas la mitad de mi sándwich. Más que los lentes
pagué mi historia.

Se marchó silbando calle abajo. Yo continué saboreando mi
escrito y mi café. Al devolver la taza a la mesa tropecé con
los lentes desgastados. Los tomé e instintivamente me los coloque.

Miré hacia la calle. Justo al lado de las palmas estabas tú.
Descubrí tus ojos de trigo tostado, tu cabello delgado acariciando
el aire y me adherí a esa hermosa sonrisa que me alejó por
siempre de mi solitaria existencia.


Texto agregado el 09-05-2009, y leído por 176 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
12-05-2009 <Un premio merecidísimo. margarita-zamudio
09-05-2009 muy lindo texto divinaluna
09-05-2009 Muy bueno. Con razón ganó. Saludos. 5* Azel
 
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