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¡P'tas que tranquilidad!
Sentado en el banco de la plaza de Chanco, Francisco admira, como siempre lo hizo, la paz y tranquilidad de ese pueblo. Con los ojos entrecerrados, deja que su espíritu vuele, hacia ese pasado que de pronto se ha hecho presente.
¡Veintiun años! Ya le cuesta recordar los detalles, pero las vivencias están ahí, firmemente ancladas en su alma.
Rememora cuando llegó a Chanco... No tan tranquilo entonces, según recuerda.
En realidad, con una serie de sensaciones encontradas. Había estado un año detenido. Terrorista, le habían llamado, y todo por creer que los hombres podían ser iguales, que la sociedad podía ser más justa. El golpe de estado lo marcó. Y su espíritu no le permitió la cómoda posición de esperar y aceptar. ¡No!, no podía entender las muertes, la persecución, la tortura. Empezó entonces a luchar, como tantos otros, por lograr el retorno a la democracia. Sus armas eran la propaganda, la difusión de ideas.
Un par de años, hasta su primera detención. Una buena historia, creíble, lo salvó de males mayores. Tres meses de detención en un campo de detenidos políticos y a la calle. Y el retorno a la lucha. Con más fuerzas, con más convicción. Entonces, un año más tarde nuevamente la
detención. Ahora, ya no hay buenas historias. Ya no es creíble. Su ficha lo condena. Entonces vienen la tortura, el dolor, el miedo, las angustias... 30 días desaparecido y luego, nuevamente el campo de prisioneros políticos. Un año de juicio y la condena: relegación en Chanco.
Relegación que consiste en estar preso dentro del pueblo, sin poder salir de sus límites. Sin tener donde dormir, comer o descansar, a menos que tu mismo te lo procures. Pero esa es la parte facil. Rápidamente Francisco logra alojamiento y comida. El alma generosa de un humilde carnicero, Palermo le llaman, le abre las puertas de su casa, como posteriormente lo haría con su corazón. Eso satisface las necesidades del cuerpo. Falta lo difícil: ¿qué haces con el alma? ¿qué con la angustia? ¿qué con las ausencias?
El año de detención y esta relegación han marcado, profundamente, su relación familiar. Hay trizaduras que aún duelen, y que arderán más con la distancia. Hijos que añora y que le atormentan, con un sentimiento de culpa el corazón .
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Buenas noches...
Buenas, contesta Francisco, mirando al campesino que le ha saludado. No le conoce, pero esa es la costumbre ahí. Todos te saludan.Igualito que en Santiago,reflexiona. allá ni te miran. Cuando mucho, te empujan.
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No recuerda cuando ni como la conoció. Sólo recuerda que fue como un bálsamo, aparecido de alguna farmacia divina, en el momento justo. También ella estaba viviendo sus propias cargas. Angel, su nombre, sólo refleja lo que en verdad es, un ángel. Y también le abrió las puertas de su casa, sin conocerlo, sólo impulsada por su generoso corazón. Y fueron esas largas tardes de charlas, donde desnudaban su espiritu, las que empezaron a suavizar las asperezas del alma. A estancar esas gotas de sangre del corazón. Y se volvió imprescindible, necesaria como el aire. Esperaba con ansias esas tardes, esos encuentros llenos de ternura, donde compartían, cada vez más, sus carencias afectivas, su necesidad de amor. Amor.. Tampoco sabe cuándo ese sentimiento nació, cuando la confidencia se hizo tan íntima, que anidó en el alma. Cuándo le empezaron a doler sus dolores. Mi niña, empezó a llamarla. Y sintió que toda su vida empezaba y terminaba en ella, su niña...
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Inquieto, se acomoda en el asiento. Siente nuevamente esa extraña desazón que ella le provoca. Esa especial mezcla de pasión y ternura. Siente crecer en sí las ansias, como entonces, de abrazarla y protegerla de todo mal, de toda pena.
El tiempo pasa y el destino, inexorable el uno como el otro, va trazando los caminos. El de ellos se acerca al muro de las despedidas. ¿Cuándo fue?
¿Dónde?. ¡Que importa!...Lo que sí importa es que, terminado el tiempo de relegación, Francisco debe retornar a Santiago. ¡Jamás te olvidaré!, se
prometen. ¿Me escribirás? ¡Todos los días!. Saben que la distancia y la ausencia son el cáncer del amor, pero guardan sinceras esperanzas Quizás,... algún día?
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Francisco siente que esa vieja conocida que le aprieta la garganta y pone una lágrima en sus ojos ataca de nuevo. Aunque esta vez la pena tenga,espera, mucho menos justificación. Pero, siempre le aprieta el alma el recuerdo de aquella ausencia. ¡Cómo la buscó!. Perdió su rastro cuando Angel marchó del pueblo. Viajó en su búsqueda a la ciudad de Los Angeles, pero su Angel no estaba ahí. Indagó durante años entre las amigas comunes, pero sin resultado. Creyó entonces, en el olvido. Claro, demasiados años, demasiados kilómetros, demasiado silencio. El conformismo envolvió su dolor, con una capa impenetrable y logró aislarlo, hasta que sintió que podía seguir viviendo.

Pasaron los años. 21 para ser exactos. Su vida estaba rehecha. Abocado a su trabajo de editor, pasaba los días, los meses. Rutina soportable. Una vez, aconsejando a un amigo le había dicho: Hay gran diferencia entre vivir y estar vivos. Las plantas están vivas. Vivir es otra cosa. Es comprometerte con el dolor y la alegría, con las dos máscaras del gran teatro, la comedia y la tragedia. Y yo te quiero vivo, enfrentando y viviendo ese dolor. Luego podrás encontrar la alegría también. Entonces, mirándose a sí mismo, se había mofado, burlado de su propio conformismo. Sin embargo el destino no había dicho la última palabra.
Un día, venturoso día por cierto, encontró un mail en su correo: ¿Estoy soñando? ¿Eres Francisco? Si es así, te tengo un regalo. Una amiga
No supo quien era esta extraña que se firmaba Melisa. Y tampoco acostumbraba contestar ese tipo de correos. Fiel a su costumbre, le contesto: Si, soy Francisco, pero no te volveré a responder si no te identificas, amiga misteriosa La respuesta fue inmediata: ¿Misteriosa? Me
has dado una gran idea: jugaremos a que tu me descubras. Te permito cuatro preguntas por mail. Si logras saber quien soy, te doy tu regalo.

Nunca sabrá porqué entró en ese juego. ¿Intuición? ¿Curiosidad, quizás? Lo cierto es que al cabo de 7 e-mails y después de 21 años?¡ahí estaba élla!! Su
niña, Angel? Cuando puso su nombre, diciéndole te descubrí, y ella respondió ¡eureka!, las lágrimas corrían por su rostro. Al día siguiente, Francisco
reclamó su premio. Ella le dio las instrucciones: debía entrar en una determinada página de cuentos, en internet. Ahí encontrarás tu regalo: un cuento titulado "El Relegado". Leyó el cuento que ella había escrito, pensando en él. Todos los recuerdos, todas las emociones, todos los sentimientos renacieron, se mezclaron en su alma, lo confundieron, lo alegraron, lo hicieron llorar como niño. Allí estaban ella y el, nuevamente.
Después, el miedo, las dudas y... el reencuentro. Un abrazo que no logra reflejar lo que se siente. El manifiesto temor de ella. Y nuevamente las largas conversaciones. A desnudar el alma, ¡¡que veinte años no es que no sean nada!! son toda una vida... El, esperanzado y con temor, escucha como el dolor, siempre tan presente en la vida de ella, a marcado su alma. Un gran amor, ya ausente, la ha dejado dolida, temerosa y a la defensiva.
Sus conversaciones se prolongan durante algún tiempo, el suficiente para que Francisco le diga lo que siente. "Juntos podremos superar tu dolor, que a mi me duele, como antaño me dolían tus penas". Déjame darte esta ternura que tengo para ti? y dejemos que el tiempo decida. Ella lo ha mirado con esos hermosos ojos tristes. Que más quisiera yo que poder abrir nuevamente mi corazón para ti. Dame un pequeño recreo. Dentro de 10 días, me esperarás en la plaza en aquel mismo banco donde antaño te sentaste. Tendrás una respuesta sincera.

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Una nube pasajera está por cubrir la luna. Francisco, que la observa, cruza los dedos: por favor, que no sea un mal presagio! Porque hoy, a esta hora, se cumplen los 10 días. Y sus ansias están en su punto máximo. ¿Vendrá?
Claro, nunca faltó a una cita. Mira a la calle desierta y adivina, más que ve, su figura grácil. Es ella. La misma figura esbelta de entonces. El mismo
latir agitado de su corazón, también. Cuando ella llega a su lado, ya la nube a cubierto
completamente la luna. Pero igual puede ver la luz de sus ojos.
- Mi niña...
- Francisco...
La mira directo a los ojos, tratando de capturar su alma
- Francisco, yo...
El pone su mano sobre su boca:
- Shhs! No digas nada.
Y es que nada hay que el quiera escuchar. Sus ojos han hablado. A sido demasiada la distancia, demasiados los dolores. No es el tiempo del amor, aún..
- ¿Puedo tener esperanzas, mi niña?
- La vida es siempre una esperanza...
La toma de la mano. No hablan. No hay necesidad. Aprieta su mano con ternura
y reemprende el camino a su casa.

En el cielo la luna se ha zafado de su prisión de nubes y brilla hermosa.


Texto agregado el 25-05-2004, y leído por 188 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
19-06-2005 es hermoso, me encanta tu forma de narrar te felicito y te mando mis***** shanni
 
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