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Inicio / Cuenteros Locales / tintoypluma / De arriba abajo (o noche sin fortuna)

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Lo que queríamos Fanny y yo era tirarnos al pasto, y mientras daramos vueltas y vueltas por la hierba besarnos incansablemente. Fue un problema el solo hecho de tocarnos las caras aquí en el parque y de noche ; todos los transeúntes pasaban , nos gritaban indecentes y pervertidos sexuales. Y bueno ¿ a ellos que les importa? Eso le decía a Fanny que temblaba mucho por que hacia mucho frio.
-Tienes un cigarrillo? - Me pregunto mirándome con intención de dar un beso. -No. Solo tengo cerillos. - Le dije -Y yo para que quiero cerillos sin cigarrillos! Pendejo.
No le respondí. La mejor manera de calmarla era no responderle. Llevarle la corriente en lo que dice: soy un pendejo, correcto. Seguimos allí parados esperando a que nadie pasara agazaparnos allí en el pasto, donde soñaba estar desde la tarde. En la tarde lo habríamos hecho sino hubiera tantos niños jugando y mirando ; entonces quedamos que lo íbamos hacer de noche, sin niños que nos observaran ni transeúntes que nos juzgaran. Por allá nos fuimos mientras caída la tarde a la casa de su amiga Eugenia que es muy linda y tiene como novio al hermano de Fanny. Las dos se llevaban muy bien, tenían un gusto común por la música y los paseos. Ese día recuerdo que habían planeado una salida a las fueras de la ciudad con la familia de Eugenia y la familia de Fanny. ¿ Y yo donde quedaba? Estaba sentado en una silla por allá en el fondo al lado de unos cuadros familiares. Fanny me había olvidado mientras hablaba con Eugenia. Solo me recordó cuando llegó la hora de irnos. Que moral.
-¿Qué horas son?-. Me dijo -No se; como las 5. - Le dije -Como que no sabes ¿acaso no tienes reloj?- -Si, pero esta dañado.- -¡Como que dañado!.- Exclamo histérica. –Amor, perdóname………no empecemos ¿si? -Tenemos que llegar rápido.- -Llegar adonde? - -¡Como que adonde!. Al parque ¿ lo olvidaste? -Ah si, verdad. Pero no creo que hasta hora este vacio. –No importa. –Antes si te importaba. –Eso era antes, pendejo.

Mucho le insistí pero de nada sirvió. Era algo que no soportaba ; estaba decidida a llegar a ese parque y tirarme a ese pasto y besarme. No aguantaba ni una milésima. Tanto que estuvo dándome besos por el camino. –¿ Y esta que me mira?-, y yo le decía que tranquila, debe ser una muchacha de esas que no conocen el amor y los besos. Ella me escuchaba decir eso y me estrechaba más en ella, en sus senos. Al llegar al parque, inmediatamente me soltó, me empujo al pasto sin dejar que yo le diera la razones del porque no podíamos hacerlo todavía. Le traté de decir de todas las formas que todavía estaban los niños en los columpios ; que a pesar de la noche todavía circulaban transeúntes. Los niños estaban acompañados de los transeúntes. Fanny me reprochó mi posición, como si yo no estuviera en la disposición de…………en el pasto…….. De repente y sin saber de donde Fanny saco un cigarrillo del bolso ; me dijo que se lo había dado Eugenia. ¿Eugenia fuma? No lo sabía. Cuando íbamos a andar los cuatro ( Eugenia con Daniel , el hermano de Fanny ; Fanny conmigo, cuñado de Daniel) comprábamos una cajetilla de cigarrillos. A cada uno se le daba el suyo, y la única que no recibía era Eugenia. ¿ Eugenia porque empezó a fumar en tan poco tiempo, si desde ese día solo han pasado dos?. Uno. Solo ha pasado uno, me decía, y no me cambies los papeles que eso me pone furiosa. Y me besaba profundamente, sin prisa, algunas veces frenética, y yo ya sin criterio me dejaba enredar muy lentamente en sus profundidades. Un policía muy lentamente y sin intención de imponer su deber, se nos acerco, cosa que nos sorprendió porque íbamos en lo mejor del cuento. Fanny pego un salto avergonzada, medio vistiéndose de la media desvestía que tenia delante del oficial que quedo con ojos perdidos. Yo trate de arreglar el asunto porque ni modo que ponga a resolver el problema a Fanny. El policía nos exonero recomendándonos muy cordialmente, muy amablemente , que nos fuéramos a un sitio mas apropiado, mas intimo para hacer de las nuestras. En efecto, tuvimos que irnos del sitio ; pero era por el momento mientras el oficial daba su ronda y se iba.

-¡Recordé algo! Le dije. -¿Qué? Me dijo, fumando. –Hay por aquí cerca una biblioteca; cierran hasta las dos.
Fanny arrojo el cigarrillo y se cruzo de brazos, me miró. En verdad estaba furiosa:
-¡Queeeeeee!........ –Si, biblioteca ¿ que tal?, podríamos permanecer allí un rato mientras tanto. -¿No hablas en serio, verdad? -Si. No le veo el problema. -Pues yo si. - Y que problema ? -Que no soporto las bibliotecas y tampoco soporto a los pendejos que no dejan de pensar en ellas los sábados en ves de pensar en…….. –De pensar en que? - Vociferé. –Como que en que?. En eso……. -¡Ah si! En eso…… -¡Ah! Y para ti que seria eso. - Insinuaba. –Pues……. -¿Pues que? -¿De que? -¡No me digas que ya no quieres! -Si claro, lo deseo. -¿Entonces? -No te digo que todavía hay gente, hay niños. –Y yo no te dije que me importaba un culo ese detalle! -Pues si. -¿Pues si que? -Pues si………….como tu quieras………..¡Hagámoslo! -Claro, lo haremos si tu ánimo lo permite. –Amor, tengo el deseo, ya te dije. –No veo tu voluntad, tu disposición. –La tengo. En serio. –Tu cara me dice otra cosa. -¿Y que te dice mi cara, haber? -¡Que eres un maldito pendejo que solo piensa en una biblioteca a las diez de la noche!
Era necesario arreglar las cosas con Fanny. En serio lo quería tanto como ella. Quería tirarme con ella a esa hierva fresca y seca, revolcarnos juntos en volteretas con nuestros excitantes besos. A la larga a ella no le importaba el que dirán ; a la larga yo también me había acostumbrado a su capricho : entonces que todos se coman una mierda. – No digas vulgaridades y mejor bésame-, me decía, apoyando todo, toditito su cuerpo junto al mío, calculando su respiración en mi nuca. No había nadie, estábamos solos. Cuando de pronto, nos sobresalto no la sorpresa de algun individuo ni el policía ese ; era un fuerte aguacero que se nos vino así repentinamente, interrumpiéndonos en el “ por fin acuerdo”. Aunque le pareció absurda la idea, fuimos a la biblioteca esa que cierra hasta las dos, y que quedaba cerca. En esa noche deambulábamos solo los dos por las calles, cogidos de las manos, sin ser vistos por los niños ni por los transeúntes. Los niños ya estaban encerrados, los transeúntes también, junto a ellos. Llegamos a la biblioteca empapados, sin soltarnos. Fanny de nuevo sacó un cigarrillo misterioso ; me iba a preguntar algo pero se callo al instante. Se sabia que me iba a pedir cerillos, entonces fue cuando recordó al abrir la boca que no tenia. - ¿Cómo prendiste pues el anterior?. Eugenia me regalo un cerillo. ¿Uno solo? Si. Uno solo. Pasó un hombre en bicicleta, probablemente de afán a quién Fanny le pidió cerillos ; el hombre se bajó de su bicicleta, sacó unos cerillos, le prendió el cigarrillo a Fanny, luego saco uno de su misterioso atuendo, lo prendió, se subió a su bicicleta y desapareció.

-No te parece extraño. Le dije agazapándome a ella. -¿Qué cosa? Me dijo, con un tufo tremendo a tabaco. - Que Eugenia cogiera el vicio tan rápido. Recuerdo que hace dos días no nos recibía. –Dirás uno. Eso fue ayer. –Ah, verdad! .. Por eso, ayer. -¿Tienes algun problema?. -¿Yo?.. No. Para nada mi vida. –Te noto atolondrado . –Eso fue por el fuerte aguacero; el frio y el temblor me deja desorientado. –Ah, veo. ¿Volvemos? -¿Adonde? -Como que a donde pendejo, al parque. –No se. - ¿No se de que? Te evaporaste. –No, no; no digas eso. –Entonces déjate de pavadas, ya dejo de llover. Vamos.

Y si, había dejado de llover e íbamos los dos ( con nuestras manos siempre juntas) de vuelta al mismo sitio donde habíamos empezado en gran cantidad de veces lo que habríamos podido terminar en cantidad de veces. No había ni una sola alma en ese lugar que no fuera la nuestra; la soledad y la oscuridad inexpugnable le daba un tinte nuevo a la cosa y nos veíamos abrazados debajo de unos enormes arboles frutales. De allí, nos tiramos en un acto triunfante a la hierba ahora mojada y suave. Estábamos totalmente solos y ya no importaba que nos sorprendieran los niños y los transeúntes. Y fue así Cuando de repente Fanny se volvió , miro bocabajo al cielo, se estremeció. Pego un grito, se paro y se vistió completamente su completa desnudes. Era lunes, todo había terminado.
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Texto agregado el 31-05-2009, y leído por 122 visitantes. (0 votos)


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