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Inicio / Cuenteros Locales / petzenko / Una leyenda quechua casi futbolera.

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Lluqiyupanki (zurdo memorable), era un indio joven de la tribu de los Quechua sin jerarquía alguna. Su padre era un respetable agricultor pero sin mayores influencias. Su madre una buena mujer que se dedico a criar a sus hijos y a la alfarería. La educación que le brindaron sus padres lo habían convertido en un hombre de bien que evitaba todo tipo de conflicto por medio de la violencia; a cambio apelaba a su gran imaginación la que también empleaba en sus trabajos heredados de los padres. En la agricultura implementaba innovadores métodos de riego, y en alfarería diseñaba originales vasijas que conectadas a cañas perforadas distribuían el riego en los almácigos. Lluqiyupanki estaba enamorado de Tamya (lluvia) -una hermosa doncella hija de un guerrero- a la la cual le regalaba flores recolectadas en montes aledaños a los sembradíos, ella le correspondía dejándole a escondidas frutos y miel.
Un día Atik (vencedor), el hijo menor del Cacique de la tribu quiso a modo caprichoso que su tercera mujer sea Tamya. Envió cinco caballos y siete corderos a la familia de la doncella, estos agradecidos y orgullosos aceptaron la ofrenda, presionando a Tamya a concretar la boda lo antes posible.
De pequeña Tamya tuvo un encuentro en el monte con la personificación de una anciana. Era la mismísima Madre Tierra o Pachamama como la denominaban los quechuas. En esa ocasión le encomendó a Tamya la destrucción de cuanta esfera encontrara en su camino. El argumento de la Pachamama era que solo la tierra era redonda, y que toda esfera comenzando por la rueda desembocaría irremediablemente en el progreso y como consecuencia en la destrucción del hombre y su entorno. Al enterarse Lluqiyupanki de la oferta de Atik, ingenió un novedoso método de competir sin violencia. Una forma de disputarse el amor de la joven india aprovechando el irresistible carácter competitivo de su contrincante. En un terreno rectangular, cavó dos pozos no muy profundos detrás de las dos líneas más cortas del rectángulo. La competencia consistía en embocar tres veces usando solo los pies, una pelota de cuero de ñandú rellena de lana de guanaco, en el pozo opuesto al campo defendido por un equipo de cinco hombres de cada lado, una especie de fútbol primitivo.
Sin pensar en la posibilidad de una derrota Atik aceptó el desafío. Eligió cuatro compañeros para la contienda. Cuatro de los más jóvenes y fuertes que pudo comprar con sus riquezas. Lluqiyupanki formo su equipo con Mallki (árbol-tronco), su mejor amigo y tres de sus más compinches compañeros de andanzas.
El evento se llevo a cabo al séptimo sol posterior a la temporada de lluvias. Todos los hombres de la tribu acudieron al desafío. Los que simpatizaban con el equipo de Lluqiyupanki se ubicaron en una especie de tribuna natural de formación rocosa a un lado de una de las líneas mas largas del rectangular campo de juego, mientras los que hinchaban por el equipo de Atik se ubicaron en la tribuna enfrentada.
En la previa al partido comenzaron los cánticos como para darle color a la cosa como por ejemplo:
-¡Olele olala, Atik se la come, Lluqiyupanki se la da!- o -¡El que no salta es de Lluqiyupanki!
El partido dio comienzo cuando Yanapala (cuervo negro) –que oficiaba de arbitro- soplo un caracol. La contienda fue intensa. Lluqiyupanki tomo la pelota y desbordo por uno de los laterales. Tiró el centro al la cabeza de Mallki que envió la pelota al pozo. Uno a cero. El segundo tanto fue similar, solo que luego del desborde fue una pelota rasante la que de casualidad pego en el tobillo del siempre bien ubicado Mallki, enviando el esférico al pozo. La contienda se puso vibrante cuando Atik paro la pelota de pecho y con un pase formidable habilitó a uno de sus jugadores a que solo tenga que empujar el balón al pozo. Dos a uno. El clima de tensión llego a su máximo cuando uno de los jugadores compañero de Lluqiyupanki es derribado a metros de convertir el tercer tanto. Yanapala no tardo en soplar la caracola y cobrar algo parecido a un penal. La parcialidad de Atik no tardo en corear un cántico al unísono:
- ¡¡YA- NA- PALA QUE ATORRANTA ES TU MAMÁ!! El goleador Mallki pidió ejecutarlo confiado en su buena racha. Tomó carrera, pateó el balón superando el pozo y haciéndolo caer detrás del mismo. Indignado se tomo el taparrabos y se lo subió hasta el pecho. Detrás del pozo se encontraba Tamya que cansada de esta burda disputa y recordando el mandato que le encomendó la Pachamama, tomó una filosa piedra, rompió la pelota y se marcho.
Se que el lector se quedara con sabor a súbito final y un poco de bronca por el gusto a nada que deja la historia pero no, no mi amigo. Todo es cuestión de encontrar algunas reflexiones y primeros antecedentes que marcan esta leyenda indígena. Veamos cuales son:
Que un zurdo memorable, (Lluqiyupanki), mantuvo a todo su pueblo expectante. Que un equipo poderoso se ve superado por la firme convicción de un grupo de amigos. Que fue el primer encuentro que se suspendió por lluvia, (Tamya). Que las madres de los réferis nunca se salvan. Que un tronco, (Mallki), bien ubicado en la cancha puede ser goleador.Que el vencedor, (Atik), fue vencido. Que un hombre es capaz de hacer cualquier cosa por una mujer, (hasta el sacrificio de jugarse un picadito). Y por último, el peor de los males que se origino en esta historia y nos persigue hasta nuestros días. Que siempre que un hombre este entretenido con el fútbol, va a haber una mujer rompiendo las pelotas.

Texto agregado el 05-06-2009, y leído por 2415 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
02-07-2009 nekari me recomendo este texto y es buenisimo, muy divertido y real como la vida misma walas
30-06-2009 jajaja por favor es genial,gracias por compartirlo lo disfrute muchisimo y la ultima reflexion, seguro que mas de un hombre te va a aplaudir jajaja shosha
30-06-2009 ¡¡¡Muy, pero muy bueno!!!Ameno, agradable al leerlo arranca más de una carcajada. almalen2005
28-06-2009 Excelente tu cuento amigo, lleno de ingenio y comicidad. Imagino que a Palermo le sacaron amarilla por levantarse el taparrabos ¿no?. Te felicito, un abrazo, Carlos. carlitoscap
26-06-2009 Lo del "olele olala..." ha sido totalmente sonoro, petzenko... La moraleja del cuento muy cierta. ¡MUy gracioso y muy bien narrado. Si veo una pelota igual algún día la rajo ;) ¡desde luego necesitamos esto! mis estrellitas nekari
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