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Inicio / Cuenteros Locales / pensadorempedernido / EL PEZ QUE QUERÍA VOLAR

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El pez se llamaba Paco y soñaba con volar. No era como los otros peces, Paco era raro. Los que lo conocían le decían al verlo mirando hacia el cielo.
-¡Oye, no estés tan distraido o te comerá un pez más grande!
Pero Paco no les escuchaba, él seguía concentrado en su deseo. ¿Por qué quería tanto volar? ¿Acaso le venía de familia? No era por sus antecedentes familiares, eso era seguro, pues en su familia nunca se escuchó de pez alguno que quisiera dejar el agua por su gusto. El único de su familia que fue sacado del agua, junto con otros peces cautivos, en una gigantesca red, fue su tío Lucho, del que ya no se supo más.
Sin embargo, tenía antepasados ilustres. Un tío abuelo suyo participó una vez en la gran maratón de peces del mar de Chimbote. Y su bisabuelo paterno había peleado en la guerra de las “caballas contra los bonitos”, luego de la guerra había sido condecorado. La familia aún conservaba la medalla que le fuera otorgada como recuerdo.
No le venía de familia aquel anhelo tan particular. El quería volar simplemente por el deseo de sentirse libre como el viento y de conocer otros lugares. Deseaba conocer la tierra, a sus animales y plantas, a la humanidad. Deseaba conocer el cielo, observarlo todo desde lo alto y, tal vez, llegar a la Luna.
Una vez, fue donde un pez psíquico que le contó que los hombres ya habían llegado a la Luna, también, le contó acerca de un hombre muy sabio llamado Julio Verne quien predijo en uno de sus libros los viajes espaciales. Se enteró, también, por medio del adivino sobre los pioneros de la aviación humana. Todo esto naturalmente le impresionó. El sabía de los llamados peces voladores, también, de los delfines y otros peces que saltaban fuera del agua; pero no sabía de peces que realmente volaran como los pájaros. En esto, obviamente, los peces no eran capaces de competir con los humanos.
-¡Buenos días, Paco! –dijo una melodiosa y juvenil voz femenina.
Era una voz conocida para él. Se trataba de un pez hembra que tenía por nombre Catalina y amaba a Paco, pero él… sólo quería volar. Se acercaba siempre coqueta a Paco, quería que él la fecundara; pero él sólo quería volar.
-¡Oye, Paco! ¿Es qué no me vez? ¿Por qué miras tanto al cielo? –gritó ella enfurecida a la vez que lo mordía.
-¡Ay! ¡Catalina, qué te pasa! ¡¿Es qué tienes hambre?! –gritó adolorido Paco.
-¿Por qué no me prestas atención, Paco?
Ya entiendo lo que pasa, es que te crees el centro del universo. No ves que estoy pensando en la forma de volar. ¿No crees tú qué lo más maravilloso que le podría ocurrir a alguien sería el poder volar?
-Pues, yo creo que hay algo muchísimo más maravilloso –dijo ella con la voz, todavía, más melodiosa que antes.
-¡¿Más maravilloso que volar?! –dijo intrigado Paco, dejando de mirar al cielo, para clavar sus ojos en ella y notar que era muy hermosa- ¿Pero qué puede ser más maravilloso que volar?
-Pues, es algo mucho más maravilloso y está a tu alcance.
-¿Está a mi alcance?
-Está muy a tu alcance, es decir siempre ha estado, y tú no te das cuenta por estar siempre mirando al cielo. Si dejaras de mirar arriba aunque sea un poco te darías cuenta de eso que es mucho más maravilloso y tú no valoras.
-Por favor, dime de una vez de qué se trata.
-¿Qué no te das cuenta?
-Pues… no.
-¡Eres tan tonto!
Y Catalina se fue, rápidamente, sin decirle nada más.
-Pero, Catalina, no me dejes con la curiosidad. Dime que es eso tan maravilloso…

Paco no entendía por qué Catalina actuaba de esa manera tan extraña. Y pensar que era él a quien creían loco. Conocía a Catalina desde que eran niños y ella siempre lo había respetado, incluso cuando los otros peces se burlaban de él y de su sueño de volar. Aun cuando quisieron internarlo en un manicomio de peces, ella se puso de parte de él; pero ahora era ella la rara. Se había puesto así desde que empezaron a crecer… A crecer, era cierto. Ya no eran unos niños y ella se había vuelto una chica muy curiosa. Claro que Paco había notado ese cambio.

Paco venía de una familia religiosa, una familia que era cuidadosa con lo de la moral y las buenas costumbres. A la familia de Paco no le gustaban las extravagancias. Paco había hablado ya con sus padres acerca de aprender química y física en la universidad de peces, con el fin de construir una máquina voladora; pero estos se habían enojado con él y lo habían castigado, sin permiso a salir de su casa, por una semana. Desde esa ocasión ya no les contaba nada de sus sueños. Se puso a aprender química y física por su cuenta, mediante los libros de la biblioteca pública municipal de peces de Chimbote. Y es que los peces tienen sus bibliotecas e instituciones educativas en un lugar donde no llegan los humanos, pues hay sirenas y peces magos que les impiden darse cuenta de lo que realmente hay en el mar, siempre que los hombres llegan con sus naves submarinas y sus trajes de buzos, sólo logran ver lo que los peces quieren hacerles ver. Esto es necesario debido a la codicia y deseo de poder de los hombres.

En cierta ocasión, Paco se acercó lo más cerca posible a la playa, pues no es recomendable para un pez acercarse demasiado a la orilla del mar, ya que podría quedar varado o ser comido por una gaviota. Además, la contaminación del mar chimbotano, sobre todo en sus orillas, perjudica a hombres y peces. Pero Paco quería ver la ciudad y a los humanos, aunque fuese de lejos. Fue en esa ocasión, también, cuando logró examinar las alas de una gaviota muerta, con el fin de construir más adelante su máquina voladora. Observó al ave desde todos los ángulos e hizo comparaciones con las que volaban en el cielo. Fue ese un momento histórico.
-¡Paco! –la dulce voz de Catalina nuevamente lo sorprendió.
-¿Ah? ¡Hola, Catalina!
-¿Ya sabes qué es eso tan maravilloso?
-¿Eso tan maravilloso? –respondió Paco como si no entendiera- Pues… si.
-¡¡Es decir qué lo sabes!!
-Claro que sí, pero no estoy de acuerdo contigo –contestó distraidamente Paco.
-¿Pero por qué? –preguntó llorando Catalina.
-Es que… nadar se me hace aburrido, yo he nadado toda mi vida y no me parece la gran cosa –dijo él mientras seguía observando las gaviotas.
-¡Eres un estúpido! –gritó con rabia ella.
Paco se volvió asustado a mirarla y notó que había estado llorando, quiso detenerla, entonces; pero ella se fue rápidamente.
-¡Espera, Catalina! ¡Catalina! ¡Ya se fue! –dijo Paco lamentándose, pero no la siguió.
Fue, entonces, cuando Paco tuvo que enfrentar una de sus mayores pruebas. La malvada bruja del mar de Chimbote era la encargada de impedir el progreso y el desarrollo. Ella conocía bien la historia del legendario pez volador que según se decía aparecería un día para unir a hombres y peces. Se trataba de una historia fantástica, de una profecía, de un mito. Pero la bruja no quería correr riesgos con Paco. Así que mientras éste miraba al cielo le lanzó una flecha envenenada que felizmente sólo lo rozó, pero lo dejó al borde de la muerte.
Paco desmayado y mal herido fue encontrado por Catalina, quien lo auxilió; pero el veneno empezó a hacer efecto. El médico hizo todo lo que pudo, pero ahora dependía de Paco y de su deseo de aferrarse a la vida. La fiebre lo hacía delirar, soñaba con la gran máquina voladora, soñaba con la fama y la gloria, soñaba con Catalina.

Cuando abrió por fin los ojos encontró otros que lo amaban. Eran los ojos de Catalina que no había dejado de cuidarlo. Por fin la fiebre había pasado, su organismo había vencido al veneno. Ahora comprendía con claridad lo que no había podido o no había querido ver. Comprendía que Catalina lo amaba. Pero no podía enamorarse de ella, no. Aún no sabía si algún día volaría. Y si acaso volaba. ¿Tal vez, ese sería su último intento? ¿Tal vez, moriría cumpliendo su sueño? ¿Qué tan alto volaría? ¿Acaso hasta la Luna? Seguramente tendría dificultades para respirar. Y los peces sólo respiran bajo el agua. Claro que él había pensado en la elaboración de una burbuja que estuviera llena en su mitad de aire y en su mitad de agua. Para eso estaba estudiando química. Tendría que elaborar la burbuja lo más resistente posible, así como confeccionarse unas alas que estarían a ambos lados de la burbuja y se pondrían en funcionamiento desde dentro de ella. Si es que no hallaba algún otro modo de elevarse. Después, tal vez, podría pensar en casarse, pero ahora no. Ahora era un don nadie. Todos sus hermanos habían triunfado. Tenían su propia familia y habían optado por oficios más prácticos. Pero él seguía soñando.
Siguió soñando así durante mucho tiempo. Sin embargo, sus intentos fueron vanos, en parte debido a la gran bruja que lo confundía mediante su magia para que no tuviera éxito. Por todo eso se fue cansando y cayó en una gran depresión. Luego supo que Catalina quien había quedado huérfana, desde que era una niña, se casaría obligada por su ambicioso tío con un viejo pez, ricachón y feo, a quien ella no amaba. ¿También la perdería a ella? Tal vez, era lo mejor, pensó Paco. Con él no habría tenido futuro, él sólo era un fracasado, un perdedor.
Ya no era importante para nadie que él siguiera viviendo. A nadie le importaría su muerte. El mar de Chimbote podría seguir como siempre y nadie notaría la ausencia del loco pez que quería volar. Se ofreció, entonces, a un pez más grande para que se lo comiera… El pez iba a comérselo, pero cuando estaba por hacerlo apareció Catalina y atacó al pez para defender a Paco. El pez grande podría haberla matado, pero no lo hizo. Sólo se fue, mientras le decía a Paco.
-¡¿Cómo puedes querer morir si tienes a una chica como ésta que te ama?!
-¡¿Te querías matar, Paco?! –le preguntó asustada Catalina.
-¿Es cierto qué te casas pronto? –fue la respuesta de Paco.
-Tú, también, te enteraste de eso. ¡Pues, no! Jamás me casaría obligada y sin amor.
-Entonces, cásate conmigo.
Y se casaron. Aunque Paco no tenía mucho que ofrecerle en bienes materiales. Pero decidieron esforzarse juntos para salir adelante… Sin embargo, el amor no locura todo, y Paco no había sido curado de su sueño de volar. A pesar de que como casado tenía nuevas ocupaciones y responsabilidades, y aunque tenía ya un hijo, seguía en su tiempo libre con su sueño. Continuaba con sus investigaciones. Esta persistencia de Paco atrajo la ira de la bruja del mar de Chimbote quien raptó a su mujer y a su hijo.
Paco se fue a buscar a la bruja dispuesto a enfrentarla, ahora sólo quería recuperar a los que amaba. Pero en su camino y como estaba viajando aun cerca de la superficie y distraído, sintió que lo jalaban hacia arriba, sacándolo fuera del agua. Se trataba de una gaviota que lo había cogido para comérselo, pero Paco estaba fascinado. Al fin estaba cumpliendo su sueño de volar y verlo todo desde lo más alto, casi podía tocar las nubes y seguramente llegaría hasta el sol. La profecía del pez volador se había cumplido a pesar de todo. La bruja no había podido detenerlo. No importaba si iba a morir, el sueño se había realizado.

Pero él no quería que le pasara nada a Catalina ni a su hijo… Él no podía morir, tenía que salvar a su familia. Debía safarse del pico de esa gaviota. No podía fallarle a Catalina, no podía fallarle a su hijo… Su vida se evaporaba a través de sus escamas. Sufría la paradoja del placer y el dolor mientras el destino lo cortaba por la mitad… Entonces ocurrió el milagro… Otras gaviotas hambrientas atacaron a la que lo estaba asesinando para disputárselo, pero esto hizo que el ave lo soltara y Paco simplemente cayó y cayó… Cayó sobre los pescados que estaban en la cubeta de unos pescadores, los cuales se hallaban en un pequeño bote. Uno de ellos dijo:
-Mira, Roberto, esas gaviotas han soltado este pez.
-Sí, Carlos, con él haremos un rico ceviche.
Ese sería el final de Paco al parecer, después de haber realizado aquella maravillosa hazaña, ahora que era un héroe… Cuando creyó que el destino le había dado una segunda oportunidad… Simplemente tendría un final efímero, ya no sería Paco el pez volador, sería Paco el ceviche… Acompañado de mucho limón, cebolla y cancha…
-Roberto, creo que si este pez pudo librarse de las gaviotas es porque tiene una misión en esta vida más importante que la de ser ceviche –dijo Carlos mientras devolvía a Paco al mar.
Paco fue devuelto al mar donde pertenecía, aunque su alma vivía la vida de un pájaro; pero ahora su cuerpo estaba herido y manaba de él, un grito de venganza, justicia y reinvindicación. No había tiempo que perder, debía acudir por auxilio a las autoridades. El agua dibujaba ante él las formas de Catalina y de su pequeño hijo desesperados y él lo estaba aun más.
-Tiene que esperar –le dijeron cuando fue por ayuda, luego le hicieron llenar unos documentos.
-¡Ah! ¡Se trata de la bruja del mar de Chimbote! –entonces le hicieron esperar más, para finalmente mandarlo a esperar a su casa.
Al parecer las autoridades no iban a ayudarlo. Fue, entonces, a pedir auxilio a los delfines, a las ballenas, a las sirenas…, pero nadie quería enfrentar a la bruja:
-Es inútil le dijeron –hasta los tiburones y los más poderosos peces magos le temen a la bruja.
La bruja del mar de Chimbote, era más poderosa que las brujas de otros mares. Hasta la reina de las brujas del mar le tenía respeto, no obstante ser ligeramente superior a ella. Y, por supuesto, también, le superaba en poder el legendario Rey del mar con su tridente, pero el vivía demasiado lejos en su lejano palacio, al que no podía llegar cualquier pez. Era obvio que Paco se hallaba solo. Lo único que le quedaba por hacer era pedir clemencia a la bruja.
-Libera a mi esposa y a mi hijo y te prometo que nunca más intentaré volar –le dijo cuando fue a verla.
-¡Pero he sabido que ya has volado!
-Eso fue sólo un accidente, en realidad yo tenía pensado hacer un artefacto volador, pero aquí te traigo el resultado de todas mis investigaciones.
Y le mostró una especie de burbuja que había traido consigo. Era grande como para dos tripulantes, pero no tenía alas sino más bien una plataforma, y unos botones. Se podía ingresar en la burbuja atravesándola con el cuerpo, pues era flexible y no se rompía.
-Así que ya ibas a lograrlo –dijo riendo la malvada bruja- Ahora te convertiré en piedra como hice con tu mujer y tu hijo, y como hice con aquellos que quisieron volar como tú.
-¡¿Dime por qué tanto odio?!
-¿Quieres saberlo realmente? Hubo un tiempo en que todo era felicidad en el mar de Chimbote. El equilibrio y el progreso iban de la mano. En esos tiempos mi magia protegía lo bueno, pero luego la oscuridad se fue apoderando de muchos de nosotros y sólo quedan pocos peces magos que hagan el bien. Tú eres uno de ellos, Paco. Tu persistencia es una poderosa fuerza mágica y por eso tendrás que morir.
-Bueno, pero primero tendrás que atraparme –dijo Paco ingresando en la burbuja y poniéndola en funcionamiento- Todos estos años estudiando química y física me han servido de algo.
El aparato empezó a elevarse rápidamente por propulsión. La bruja furiosa se introdujo dentro, también, tratando de detener a Paco; pero en un instante ya estaban volando sobre el océano. Era algo realmente maravilloso. Un momento mucho más emocionante que cuando Paco volara inicialmente con la gaviota. Esta vez si lo había logrado por si mismo. Paco era realmente el legendario pez volador… Pero faltaba una pregunta para responder… Si ya tenía la máquina ¿por qué no la había usado antes? ¿Por qué tuvo que ser la gaviota la que lo hiciera volar por primera vez? No importaba alguna razón tendría él, de todos modos eran instantes supremos.
Para la bruja, sin embargo, era el Apocalipsis, la cabeza se le había caido a los pies o mejor dicho a la cola, la rabia había dado paso al temor y al desconcierto. No atinaba a hacer ningún movimiento. Paco estaba preparado, sin embargo. Saltó de la nave accionando luego un mecanismo, con el control remoto que tenía en la boca, para endurecer la burbuja. La bruja no podía salir. La nave siguió ascendiendo y ascendiendo y ascendiendo…
Paco se golpeó un poco al caer al agua, pero sobrevivió. Fue en busca de los suyos. Allí estaba Catalina y su hijo. Allí estaban muchos peces que antes habían sido convertidos en piedra por la bruja. ¿Pero qué había ocurrido con la bruja? Paco no había diseñado en su aparato volador ningún mecanismo para respirar, fuera del agua, todavía. Y la nave se había elevado hasta el espacio. La bruja simplemente se había asfixiado y su hechizo se había roto.
El bien siempre triunfa. Como en todas las buenas historias, el héroe salva a su amada. El malo es derrotado. Por eso hay fiesta en el mar de Chimbote. Es el homenaje que se hace al invencible e indestructible, al ingenioso, al gigante y generoso, Paco el pez volador que venció a la malvada y horrible bruja.

NOTA.- Por supuesto, desde entonces Paco fue muy feliz con Catalina y su hijo; pero este relato no incluye la historia de cómo construyó su segunda máquina voladora y de los nuevos peligros que enfrentó. Eso será parte de la siguiente aventura de Paco el pez volador…
PABLO ALBERTO TORRES VILLAVICENCIO

Texto agregado el 14-06-2009, y leído por 2129 visitantes. (0 votos)


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