En tus ojos veo el deseo, carcomiéndote las entrañas
la saliva que se asoma, en la comisura de tus labios,
y tu lengua intentando disimular lo evidente, me deseas lo sé.

Igualmente esta noche no pasará,
me conoces y sabes que solo me gusta hacerlo,
cuando la luna llena está y siempre es mucho mejor,
cuando ha caído una fuerte tempestad.

Pero sé que no te preocupas, después de todo solo faltan 5 lunas
para que pueda ver tu blancura, cabalgando entre mis piernas.
Y la noche llegará y te esperaré cubierta solo por un manojo de pétalos rojos como sangre
esparcidos por demonios, como pequeñas gotas ocultado lo que quieres ver.

Me encanta tentarte, y no permito que retires ninguno, no quiero que dejes de mirarme,
me gusta recordar todas tus miradas,
me gusta ver como la ansiedad se apodera de tu mente,
como vas perdiendo la razón y te dejas dominar por tus instintos,
tu respiración se agita y gimes como un animal herido,
como si tu piel se estuviera quemando y necesitaras de la mía para calmarlo,
esa hoguera que nace y muere en mi.
Te detengo de nuevo solo para perderme en tu mirada,
que ha vuelto a los inicios, tan primitivos tan básicos,
tan completamente desgarradores y siento tu mano en mi espalda me levantas sobre tus piernas, ya no podre detenerte más.
Si, esta noche has escogido que yo te domine,
que controle todo, me has colocado en la cima,
mis manos pueden fácilmente retorcer tu cuello,
y es allí donde las colocó, no temes a la asfixia,
“ya no me tienes miedo” murmuro en tu oído.
Y un voz entre cortada, responde con un “no”,
Mientras agarras mi cintura para darle más firmeza a mis movimientos.
Mis manos sueltan tu garganta y se posan a cada lado,
mi cabello en un vaivén rosa tu rostro.
Mi respiración incrementada, te golpea,
avisándote que ya estoy cerca.
Esta vez ganaste tu, siento como un temblor recorre mi espina dorsal,
alcanzando mi cuello que está completamente extendido, percibo como tiemblan mis labios mientras con un grito caigo desplomada.