Se me llenaron de nubes las gaviotas
del ensueño. Me dejó en la extrañeza
la memoria de la orilla
de un recuerdo
empantanado.

Busco firme, apoyo
la rodilla, la forma
del brote, el movimiento;
sobre el suelo, escarbo
a dedos llenos, de tierra,
el momento
del supremo despertar.

Hallo piedras solamente.

Decantado
el tiempo es apenas
sucia arena, esto, semillitas
de una hiedra mitológica.

Se me allanaron de golpe
los portazos. Los relieves
del ocaso caducaron, ignominios
en el mapa. Plano
que mi mano aferra inútilmente.

Se me hollinaron los conductos.

La energía no llega, las señales
tampoco. Incomunicado
busco el flujo. El paso
flojo me arrastra
por esta vía férrea.

No hay caso.

Se me llenaron de polvo las costuras.

Las comisuras de mis labios resecados
han soñado vanamente
el bocado perfecto, el sublime
manjar de los dioses olvidados.

Mientras escarban, desesperados,
mis dedos este suelo;
y me debato con gaviotas
las carroñas derramadas en la orilla:

Me desperezo, balbuceo, abro los ojos.