Miserable servidumbre
Ungida por el miedo
Reverentes sacerdotes
Omitiendo el espíritu
Vernacular de la dignidad.

Esperaran que nuevos soles
Siembren luces más amables.

Esperaran que nuevas lunas
Lubriquen de luz la razón eterna.

Besos que culminan el contrato,
Remilgos de pieles oscuras,
Azotan el deseo, se constriñen,
Zócalos del alma remisa
Ofrecen cobijo al maldiciente.

Alumbran las estrellas,
Reflejan su historia sin inicio,
Mueren y nacen soles a cada instante,
Acaso el hombre sea un sol en ocaso,
Doradas palomas del anochecer
Oblicuan sus vuelos sin destino.

Durante el alba recién bañada
estampan las rosas su servidumbre.

Loado sea el nuevo amanecer
Apagada la noche en las pupilas.

Intrépidos nunca fueron,
Desoyeron las voces de las águilas,
Iniciaron tránsitos de camino holgado,
Otearon en sus rostros la duda exacta,
Titilaron sus luces, crecieron sus pechos,
Estólidas fueron sus existencias
Zamarreadas por el viento impío…