Perloscka era el pueblo de mis ancestros. En ese lugar se practicaba el Ñeumak una secta oculta en a medianoche. Varte es el mal que los alimentaba; Ziole es mi protector, opuesto a su religión.
Sentada frente al pasado sacudo las piezas recordatorias: la primera era una vasija de cerámica, perteneciente a la cultura calchaquí robada del Museo Arqueológico de la Rioja; la segunda, un mechón de la abuela y la tercera una ficha de casino, el vicio de Oscar, el mas chico de la familia de mi madre.
Busqué la respuesta del presente que pensaba que provenían del pasado, pero resultó ser el futuro de un comienzo errado.
A callar las voces...
-¿En qué estás pensando Bebé? - Bebé, palabra equivocada.
- Nada, solo pensaba.
-¿Pero no me estas escuchando?
-Siempre estás hablando de vos y de tus amigos. Sabes que no me interesan tus amigo me caen mal.
Se calla, aparta su mirada y sus ojos de mí, le sonrío y nada. Le cuento un chiste...
- ¿Sabes qué es un punto rojo arrastrándose?
Nada, un silencio atroz.
A callar las voces... del pueblo de Perloscka, levantando las almas de su gente que echó toda su sangre a cambio de nada o quizás de todo lo que querían.
Pacto y fraude. Dolor lleno de agonía, el espanto de un reciente silencio me hizo dar cuanta que él ya se había ido y mi vista abrió en su oscuridad la imagen de la realidad.
- Se te fue el muchacho... ¿Quedes algo mas, hermosa?- Hermosa palabra correcta hombre equivocado.
- No.
Sus ojos consternados reflejaban la sombra de la secta Ñeumak, que se había levantado de la superficie del pasado...