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Hasta mirar la vida de la rosa,
desintegrada, altísima y desnuda,
y el iris de las conchas y los peces
brillando independiente de los cuerpos.
Entonces yo podré, como vosotras,
saber que entre mi sangre hay otra sangre

Germán Pardo García


Lo de Susana fue una cosa de no creer, ya te digo. Quién iba a pensar que el amor la iba a transformar tanto. Porque una cosa es cambiar por la persona que se quiere, pero lo de esta pobre, vaya que es exceso.

Ella siempre tuvo unos ojos grandes, inmensos si se quiere. A Germán le daba impresión quedarse mirando aquel par de esferas negras. Solía decir que era un eclipse para el alma, pero no por ello negaba su rotunda belleza.

Nosotros solíamos decir que esos ojos eran inquisidores. No era posible negar la verdad cuando ellos se clavaban en los propios. Un escalofrío de sorprendente delicia recorría el cuerpo cuando a Susana se le daba la gana de mirarlo a uno.
Muchas veces me sorprendí confesando mis más profundos temores y anhelos ante la sonrisa gigante de esa mujer que, cual Gorgona, conducía a un estado de petrificación extrañísimo. Le hablé tantas de veces de Gabriel y yo, cosa que nadie más sabía, de nuestro amor profano, de nuestra historia, reinterpretación de la de Alejandro Magno y Hefestión.

Creo que lo mismo pasó con Germán, con Ramón, con Daniela. Esos ojos fueron el confesionario del reducido grupo de proscritos que soñábamos con quién sabe qué cosas en una época tan precisa para la incertidumbre.

Lo del cambio fue paulatino, casi insospechado, aunque sería idiota decir que era un cambio invisible.

Ramón solía culpar a Omar del cambio de Susana, pero qué culpa iba a tener el pobre hombre de despertar en Susana la necesidad de verlo a cada instante. Yo entendía más de esas cosas, del querer y sus ataduras. Ramón sólo quería querer, sin amarras, cuando tocará, aunque bien sabía que no era tan así.

Lo primero fue acostumbrarnos a hablarle sin que ella se inmutara en dirigir sus grandes ojos fijos hacia el interlocutor. El que más sufría por ese primer cambio fue Ramón, que soñaba con hacer suyos a esos ojos y su portadora.

Era tragicómico verlo a Ramón llegar con su cara de acontecimiento tras intentar hablar con Susana de sus últimos escritos sin que ella advirtiera siquiera que toda esa prosa no era otra cosa que un desangrar de sentimientos que se originaban en ella y que buscaban terminar allí mismo.

Bien sé yo que Ramón sonaba con un guiño, una mirada casual en la que pudiera adivinar algo más que el afecto propio de los amigos, como el de Daniela o el de Germán. Quería sentirse lleno de aquel escalofrío delicioso, ser hurgado por aquella mirada escrutadora hasta no poder más. Pero Susana de eso no sabía. Sus ojos tenían un horizonte diferente: Omar, el simple y llano Omar.
Ya todos nos acostumbrábamos a lo de las miradas cuando vino el primer cambio físico. Un día la vimos venir a la buena Susana y sobre su mejilla derecha sobresalía un parche, una especie de venda arremolinada. Ramón gruñó algo sobre Omar y la posibilidad de que él le hubiera pegado a Susana, pero los demás sabíamos que era más factible uno de esos accidentes en los que ella sabía meterse con habilidad casi calculada.

La habíamos visto rodar por tantas escaleras, estrechar sus manos entre tantos marcos y puertas, estar a punto de ser chocada por tantos carros, que la posibilidad de que Omar hubiera hecho algo era ínfima.

Susana contó que había amanecido con algo como un brote, que al principio se manifestó pequeño, pero que poco después fue rompiendo la piel, rasgándola. A todos nos pareció extraño, pero como era la época de la incertidumbre, todo podía pasar.

Fue después, un par de días para ser exactos, cuando estábamos a solas y ella con algo de terror en su voz empezó a decirme que algo raro había pasado al tiempo que se quitaba el vendaje sobre el supuesto brote. Imagina mi sorpresa al ver que allí, donde la piel se había rasgado, donde supuestamente alguna enfermedad había lacerado la piel, había aparecido un ojo. Un gran ojo como el par que nacieron con Susana, grande, negro, inquisidor y con unas pestañas infinitas.

Buscamos en cuanto libro pudimos una explicación lógica pero en ningún lado hablaban de ojos extra que no fueran una malformación congénita. Finalmente, ya más calmada, Susana atino a decir que todo era por sus constantes ganas de ver a Omar, de no perderse ni un segundo de ese ser, de querer abarcarlo.

-Es eso Matías, es mi absurda necesidad de él, de sus ojos, de su piel, de su cuerpo. Esa necesidad de verlo, de capturarlo en mi mente para entretenerme en los ratos que no está- me dijo desconsolada.

Optamos entonces por camuflar el nuevo órgano con algo más modesto, menos visible y optamos por unas cintas de color piel. Omar no supo entonces de ese ojo ávido de él que había nacido en esa mejilla que tantas veces había besado.

Ramón, Germán y Daniela empezaron a suponer toda clase de idioteces cuando un mes después las cintas aún seguían cubriendo la mejilla derecha de Susana, pero todo fue para peor cuando sobre la frente apareció una nueva cinta. Yo, como era obvio, supuse lo que era. La pobre Susana estaba convirtiéndose poco a poco en un Argos Panoptes, en un titán de cien ojos, y todos con un mismo objetivo, no perder jamás de vista a Omar, observarlo mientras dormía, porque al igual que el ser mitológico, Susana nunca dormía del todo.
Y así, sin más, cada par de días empezaron a aparecer nuevos ojos, multiplicándose por todo el cuerpo como si se tratase de una enfermedad infecciosa.

Horror fue cuando los pezones rozagantes dejaron de existir para dar paso a un par de esferas que observaban atentas, amenazantes las manos de Omar, que enterado del caso, intentaba llevar la cosa con normalidad.

Poco a poco, Susana se fue haciendo huraña y se volcó a un ostracismo increíble, del que yo era uno de los pocos que podía romper. Ya no salía a la calle y no era extraño escuchar a Ramón cuestionando la situación y, como siempre, culpando a Omar.

Germán pensó que a lo mejor Susana se había cansado de lo básicos que podían resultar ellos. -Siempre en lo mismo- decía – siempre en nada. Soñando castillos de nubes. Cualquiera se cansaría. No la culpo-.

Daniela, un poco más mujer y envidiosa, achacaba la situación a un supuesto amor escondido de Susana hacia Germán. –Es una idiotez lo que dices- repostó ofendido Ramón –Cómo va a ser eso posible, si Germán y Susana son amigos desde pequeños, siempre amigos, ¿No es así Germán?, ¿No es así?-.

-Y si les dijera que no es por ninguna de las idiotas razones que ustedes mencionan- dije yo entonces cansado de la habladuría –Sussie los ama, a todos, pero ahora no puede salir. Es un poco difícil de explicar. Ya ella lo hará cuando sea el momento adecuado-.

Y así fue pasando el tiempo, ya de piel casi no le quedaba nada a Susana. Se había convertido en una curiosa sucesión de ojos, todos tan parecidos, abultados entre sí, frágiles, anárquicos, hasta que un día, después de murmurar una última palabra, que vaya uno a saber si fue un te amo o un adiós, la boca desapareció.

Omar se encerró también para cuidar de aquella masa de ojos que un buen día, y sin previo aviso, se convirtió en un gran ojo, un único ojo.

Pero es tan macabro esto del amor y los destinos que teje, que un buen día, a la pobre Susana, le dieron cataratas y según me contó Omar, poco después, un gran párpado, de piel blanca, como la que alguna vez tuvo Susana, cubrió aquella pupila negra que lo había acompañado durante tantas noches en vela, siempre atenta a cualquier movimiento, como tratando de gritarle algo.

Ramón, Germán y Daniela nunca supieron nada, pero pasado un tiempo, no hacían otra cosa que hablar de los grandes ojos fijos de Susana y de cómo los extrañaban.

Texto agregado el 07-07-2009, y leído por 168 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
08-07-2009 cosa loca esta del ojo...jajaja. bien la narración, aunque me faltaron más detalles, qué se yo, pueden haber sido chistosos, irónicos, no se. De todas formas está bueno, bien escrito y divertido de leer. fafner
07-07-2009 Original. Me ha costado imaginar los cambios en su cuerpo a partir delquinto ojo ja ja ja. Me ha gustado leerlo. Un saludo de SOL-O-LUNA
07-07-2009 muy bueno y a la vez muy loco, congratuleiyons! mulu
 
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