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Inicio / Cuenteros Locales / mr_tlacuache / Como si nada (Another Version)

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Notas: Esta es una continuación no obligada del cuento "El día que crecí". No hace falta leer primero aquel cuento para entender este, pueden ser tomados como relatos completamente independientes. Esto es más bien un aviso para los que ya leyeron aquel relato para que lo tengan en cuenta. Ya escribí antes un cuento llamado "Como si nada" (no publicado aquí), por eso este es "otra versión", basada en el mismo concepto pero con acontecimientos diferentes.

Camino por las mismas calles de esta ciudad que tantas veces he recorrido. Nada ha cambiado, el tráfico, la basura en las calles, el mismo bullicio de siempre. Pero esta vez a mis ojos luce tan distinta, como si fuera la primera vez que estoy aquí. Ahí en la esquina, a menos de una cuadra antes de llegar a mi destino, me detengo por unos instantes, igual que mucha gente a mi alrededor. Un hombre vestido de cerdo baila y saluda a los niños. "La gente feliz no come carne" dice el enorme cerdo a través de un micrófono, sonriendo, "sino que ¡la gente que come carne es feliz!".
La gente reunida en torno a él ríe de emoción. Es la inauguración de una nueva carnicería, con carne para llevar o para comer allí, y el cerdo que baila, tan gordo como uno real, de verdad está atrayendo mucha gente.
Abriéndome paso entre la multitud reunida continuo caminando hasta llegar a donde mis padres me esperan. Entro. Dentro, el silencio contrasta con el escándalo de afuera. A la chica de la entrada le pregunto por mi madre y me dice un número de habitación. Mientras camino por los pasillos del hospital, las enfermeras que encuentro a mi paso simplemente me miran con esa mirada permanente que tienen todas las enfermeras que he conocido: de compasión. Cuando por fin llego a la habitación y abro la puerta me detengo unos momentos en la entrada, mirando fijamente a la figura que reposa en la cama. "No voy a llorar, no voy a llorar, no voy a llorar". Y me quedo unos segundos parado ahí, intentando cumplir esa sentencia. Y entonces entro.
- Hola mamá, ¿como estás?
Mueve la cabeza de arriba a abajo. Supongo que quiso decir "bien". La mujer que yace en la cama de esa habitación es la mitad de lo que era mi madre: la mitad del cabello, la mitad del peso, la mitad de la sonrisa. Me acerco a ella y la saludo con un beso en la mejilla, como siempre. Como si nada estuviera pasando. Y luego comienzo a platicar con ella. En realidad, yo comienzo a hablar. Ella solo mueve la cabeza. Mi padre lleva casi un día entero aquí y ahora que estoy yo sale de la habitación para comer y dormir. Como si nada estuviera pasando.

Son las 6 de la tarde y llevo apenas 4 horas aquí. No he comido nada desde la mañana. Mi padre me extiende un billete y me ordena que vaya a comer algo. "No tengo hambre". Que tengo que comer, me dice, que me voy a enfermar, me dice. Mi madre me mira y asiente, reafirmando cada palabra de mi padre. Y salgo de la habitación. El lugar más cercano para comer ayer era a más de dos cuadras. Hoy, es esa carnicería que tiene mesas para que la gente pueda comer allí. El cerdo, ahora con una cabeza humana sobre su cuello rosado, está sentado allá, en un rincón. Pido un plato y me dispongo a esperar. La gente en la mesa de alrededor está comiendo animadamente. "La gente que come carne es feliz". Tal vez por eso estoy aquí. La gente que come aquí, los trabajadores de la tienda, las personas que caminan allá afuera, todos con expresiones de todo tipo, sonrientes, hastiados, ansiosos, tristes. Como siempre. El mundo sigue su curso normal, como si nada estuviera pasando. Como si mi madre no estuviera muriendo 50 metros más allá. Y con mis 12 años, yo estoy comiendo tranquilamente en una nueva carnicería, porque no puedo hacer nada más.
Regreso solo 20 minutos después a la habitación de mi madre. Y tan solo 20 minutos después, mi madre dejó de respirar. Hace casi un año que mi madre estaba enferma. Hace casi un año que sabía que esto pasaría. Pero hoy, en este momento, esta es la primera vez que que lloro por ello. Y será la última también.

Dos días después de la cremación de mi madre, regreso a la escuela. Regreso a mi curso de inglés, al equipo de fútbol, a mi vida. "Debería descansar más tiempo, debería de llorar más, debería de dolerle más" es lo que murmura la gente a mi alrededor, creyendo que no me doy cuenta. "Ni quería a su madre, han pasado dos días y ya actúa como si nada". Como si nada hubiera pasado. Tal vez tengan un poco de razón. Por más que quiero, no puedo llorar más. No, pensando que mi madre, a menos de una hora de su muerte, sabiendo que se acercaba el final, me mandó a comer algo, como si nada estuviera pasando. Como si nada.

A mi madre
1967 - 2009

Texto agregado el 08-07-2009, y leído por 226 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
21-09-2009 Tu texto fluye con libertad en generosas dosis de amenidad para el lector. Jazzista
15-07-2009 Me impactó tanto (trajo tantos recuerdos que tenía escondidos "como si nada) que no puedo hacer un comentario coherente, mil disculpas, lo único que puedo decir es que entiendo perfectamente esto de "como si nada estuviera pasando". Tremendo, tremendo, qué texto fuerte, carajo... La_Aguja
11-07-2009 excelente narracion, un manejo perfecto de los sentimientos payazoo
10-07-2009 que bello!el dolor se vivencia siempre desde lugares propios. Por que ofrendarlo a los otros como si viviesemos en un escenario? diosaguerrera
09-07-2009 Me parece una narración, ágil y amena. Aunque el final me dejó un pequeño vacío. Me hubiera gustado más algo inesperado. Pero en General me gustó bastante. Felicitaciones. pielcanela
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