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El joven transeúnte caminaba a oscuras, oscilante y etílico por la vereda nocturna contigua a su casa, un ladrón sigiloso, predador escondido en la oscuridad, se abalanzó sobre él desde atrás, apuntándolo con el objeto metálico a la altura de los riñones.

-quieto pajarito… no voltees o te quiebro. Dame los zapatos (…) ¡quítate los zapatos coño…!

El pobre muchacho que recién llegaba de una fiesta, se había saturado de alcohol y no daba consigo mismo. Al principio la reunión estuvo letárgica; la música monótona y los invitados cavilantes, sentados mirándose las caras, generaron algo de tensión en el ambiente, Por lo que decidió que si iba a perder el tiempo seria de la mejor manera posible. El coctel fue la solución perfecta.

El etílico pronunció:

- que quieres maricon… me vas a robar a mi, estos zapatos me costaron veinte mil, te los regalo pendejo.

La embriaguez le había dado una seguridad sobrada y arrogante, cosa contraria hubiera sucedido en estado de sobriedad absoluta. La psique en estados alterados hace revelar las reacciones más intrínsecas a nuestra verdadera personalidad, esa que reprimimos y preferimos esconder a toda costa, ò aquello que siempre quisimos ser y no nos atrevimos. Es así como un ser etílico puede ser un aventurero domador de las alturas, un cantante profesional o un bailarín traído de las afamadas tablas de Broadway.

Pidió q lo soltara para quitarse los zapatos, el delincuente analizando la situación, accedió y dejó de aplicar la llave de estrangulación. El pobre infeliz se agachó para desajustarse las agujetas y en un balanceo continuo mientras permanecía en cuclillas luchando con los cordeles y para no perder el equilibrio, cayó de bruces sobre la acera con un fuerte crujido Que hizo un eco nauseabundo. Permaneció en la extraña posición unos instantes mientras el ladrón lo observaba con desprecio. El amenazado se incorporo parsimonioso y entre las carcajadas que soltaba, gorgoteaba sangre a borbotones por la nariz. Se reía de si mismo hasta el punto de olvidársele que lo estaban asaltando.

-quítate esos pantalones becerro, están chikilukys me los voy a llevar para la rumba del barrio. Esta vaina le va a gusta a la jeva.

El delincuente Recordó que al día siguiente era la fiesta de yuleisys, su novia, y quería ir vestido con la mayor formalidad posible. Si, suena ilógico pero hasta los “malandros” tienen sentimientos y quieren agradar al ser amado.

-te esperas cabeza e` paloma, me estoy quitando los zapatos, no me digas que me vas a querer coger también. Marico triste.


El ratero furico no aguanto la ofensa; increíble pero cierto, los delincuentes se ofenden. Se llenó de tal odio que no esperó a que el individuo terminara de quitarse sus vestimentas.

El fuerte estruendo producido por el arma de fuego dejo absorto al pobre joven, el liquido comenzó a chorrearle de la región torácica y sintió desvanecerse, cayo boca arriba en el suelo, mientras el delincuente cual ave de rapiña lo despojaba hasta dejarlo con sus blandas carnes tiradas en el piso sangrante.

- Este hijo de puta…


Pensó mientras reía desconcertado. Fueron las ultimas palabras en su mente, nunca pronunciadas antes de morir.

Texto agregado el 14-07-2009, y leído por 93 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
14-07-2009 una cruda realidad... muy buen relato mis ***** psychedelicas! FoxyAnGie
 
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