Utopía

Sus ojos azules penetraron en mi voluntad debilitándola, su cuerpo definido bailó al son de las fantasías de mis ojos, su pelo largo y negro jugó con el viento que llevaba con el mis deseos y sueños fundidos en el amor que nació en mi.

El cerezo desangró hojas con su presencia, yo la veía de lejos, pero sintiéndola tan cerca que podía sentir su piel suave, su aliento de ángel y su perfume de fresa que como una sirena me secuestraba en sus fondos, en su interior, en su ser…

La veía caminar entre los rayos de sol que morían con la satisfacción de tocarla; por un momento quise morir así, pero me deleitaba más mirándola; viéndola expresar su belleza natural,

Su espalda se curvaba delante mío, alejándose pero invitándome a adorarle. Se alejaba, como un grito desesperado que vive más que un susurro pero que muere en el mismo espacio vacío.

Sus hombros expresaban feminidad, sus piernas lujuria y su cuello pasión; pero se iba, no volvía, desaparecía entre las hojas de cerezo como aquel pétalo que desaparece en la infinidad del viento.

Ya pasaron cinco minutos, sigo contemplándola y deliro fantasías con soñarla. Tal ves algún día cuando los cerezos aún vivan, se dirija a mí y me diga: “¿me acompañas?”, por fin reiré con sinceridad y los rayos morirán conmigo…