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La Zona.

Parte I.

El oficial gritó: 'Disparad de una vez por todas, maldita sea'.
Los soldados estaban en fila, delante de aquellos que tenían los ojos vendados, esperando la bala de suerte.
Encima de ellos, había una torre, en la torre un ventanal, detrás de éste el comandante en jefe.
Las ventanas se abrieron y se escuchó la voz del mismo: 'Alto, que nadie dispare'.
Los soldados no sabían a quíen hacer caso, primero les decían que dispararan, después que no lo hicieran.
Bajaron sus armas a ras del suelo, miraron hacía la torre y vieron a un comandante relajado.
Giraron la cabeza y observaron al oficial que tenían a su izquierda, estaba compujido, su cara colorada, montado en un cólera interno, deseando acabar con la vida de aquellos que se encontraban frente al pelotón de fusilamiento.
Levantaron las armas contra él, el oficial seguía encolerizado, la orden llegó limpia y clara desde la torre. 'Fuego', el petotón disparó a bocajarro sobre el oficial.
Este cayó abatido sobre el suelo del patio.
Después el comandante ordenó: 'Quiten las vendas a esos hombres y dejenlos en libertad'.
Los soldados obedecieron, quiraton las vendas de los recién salvados, abrieron las puertas del refugio militar y les dejaron marchar.
Un soldado dijo:' Mejor haberlos matado a todos, nunca saldrán del yelmo con vida'.
Cerraron las puertas rápidamente.
El refugio era de un material especial, un material que no dejaba pasar la radioactividad que habitaba a cincuenta kms. del perimetro que cubría aquel area.
Un espacio dónde había que verselas con mucho cuidado, pocos hombres habían llegado al otro lado de aquél yelmo con vida.
Los primeros del grupo, avanzaban sin tener ni idea de por dónde debían de ir.
Desde la torre, bocanada a bocanada de su pipa, el comandante les miraba, sabía que no volverían a la civilización nunca, serían los últimos perdidos de aquél lugubre y radioactivo sector llamado por el ejercito 'La Zona'.
Llegaron a una vaguada, desde la torre ya no se les veía. El comandante hizo una señal de adiós con la cabeza y continuó con sus quehaceres.
Aquella vaguada, tenía un tunel, uno de los hombres lo sabía, todos en el refugio, menos uno, ignoraban que él había estudiado el terreno dónde ahora mismo se encontraban, el hombre de la torre si lo sabía, él le ordenó conducirlos a la eterna desesperación.
'Vayamos por aquí compañeros' - dijo al grupo. Estos se le quedaron mirando.
Uno de ellos preguntó: '¿ Es que tú sabes acaso lo que hay trás ese tunel ?.'
El hombre le miró y le dijo: 'la libertad, la civilización, nuestras casas'.
Los hombres no preguntaron más, si alguien sabía por dónde ir, lo seguirián, de todas formas, iban a morir hace apenas unos minutos a manos de aquellos soldados, buscarían la libertad ahora, llevados de aquél ....
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Comenzaron a moverse por la oscuridad, el aire escaseaba en algunas zonas.
Muchos de ellos, la mayoria, se preguntaban: '¿ cómo sería de largo aquél tunel ?.'
El hombre que lo conocía no respondió a aquella pregunta colectiva.
¿ Dónde estaba ?, en medio de aquella oscuridad, quién sabe, él pasó el primero de todos, en teoría les debería de ir conduciendo, pero ¿ cómo ?, no se veía un palmo por delante de ellos.
El primero que según parece era el que les debía de ir guiando paró de pronto.
Todos sentían miedo en su interior, la claustrofobia de aquél espacio, de aquella serpiente de metal, hacía agonizar a cada uno de ellos.
De pronto, escucharon la voz, la voz de aquél que había en primera posición: 'Nos ha dejado, se ha evaporado, no le encuentro con el tacto, ¿ dónde está ?, Dios mio, estamos solos, sin nadie que nos guie, solo podemos seguir adelante. ¿ Y si hay una bifurcación ?, ¿ que camino es el que debo de tomar ?'.
Alguien ó más bien algo, respondió a su pregunta: 'Todos los caminos llevan a Roma, los de aquí sólo conducen al infierno. Sigue compañero, te esperamos aquí abajo'.
El hombre preguntó acongojado: '¿ Te esperamos ?, ¿ quién me espera ahí abajo ?'.
La voz sonó ahora como en un murmullo, muchas voces en una sola: 'Nosotros tú destino soldado, muerto estabas desde que llegaste al yelmo y muerto sigues ahora'.
'No, no dejarme salir de aquí, no quiero morir, vamos dad la vuelta chicos, ¿ no estais oyendo ?, empezad a moveros'.
El segundo dijo: '¿ Qué demonios te ha picado hombre ?, ¿ quieres volver atrás ? ¿ Que tenemos que oir ?, eres un mojigote llorón'.
'A ellos, esa voz no es humana, son muchos, suena cómo hueca, están ahí delante de nosotros'.
'¿ Dónde están ?, ¿Cómo es posible que los puedas ver con semejante oscuridad ?, vamos continua y callaté de una vez'. - respondió el segundo.
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La fila comenzó a moverse, el primero iba empujado por los demás, empujado no sabía a dónde, los ojos abiertos cómo platos, con el terror introducido hasta el fondo de sus carnes.
En un momento desapareció. Ya no estaba, el segundo palpó por todos lados, no estaba, se había evaporado, cómo el que les debía de guiar.
Ahora el escuchaba la voz, si, la estaba oyendo, hueca, profunda, llegaba de ... llegada de abajo, Dios mio, noooo, de abajo ......
Todos fueron desapareciendo, uno por uno, hasta que no quedó ninguno de ellos.
La voz lo dijo, el comandante, estaba en lo cierto, al igual que el soldado que les abrió las puertas, cómo aquél al que mataron por querer evitarles el horror y el sufrimiento del tunel ...
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Aquellos que eran condenados al refugio para ser fusilados eran conducidos al túnel, a la puerta del abismo, localizada en 'La Zona'.

'Todos los caminos llevan a Roma, los de aquí sólo conducen al infierno. Sigue compañero, te esperamos aquí abajo'.

Escrito por Carlos Them

© Copyright Carlos Them 2008. Todos los Derechos Reservados. All Rights Reserved.

Texto agregado el 29-07-2009, y leído por 122 visitantes. (0 votos)


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