Parecía dormido, pero él sabía perfectamente que no lo estaba, sabia cuando alguien lo estaba, se sentía cansado pero disimulaba bien con su aire de tranquilidad y arrogancia, los árboles se movían era la primera noche de invierno, el frío era acogedor, siempre trabajaba y esa noche tenía que hacerlo más que nunca porque al amanecer iban a buscar el cadáver, el cual debía estar totalmente arreglado, el chico parecía muerto pero él muy bien sabía que sus órganos estaban en buenas condiciones, o eso pensó... ‘Soy un experto se dijo para si’.

Encendió las luces y con una taza de café amarga entre sus labios suspiró, se sentía feliz porque conocía todo lo que le podía servir de aquel cuerpo supuestamente muerto e inservible, podía sacar buena tajada, para poder terminar su creación.

Preparó todo y delicadamente inició a sacar pieza por pieza cada uno de los órganos incrustados de Johnny, los riñones estaban en buen estado, fue lo único que pudo conseguir... se sintió feliz, ya le faltaba poco para concluir su obra maestra.

En otra esquina de la habitación había una cama con un cuerpo cubierto de una sabana blanca, él sabía perfectamente que su hija supuestamente muerta seguía con vida...

Solo te falta un nuevo corazón y podrás despertar de ese largo sueño le dijo a su pequeña hija cubriéndole a la vez el rostro nuevamente con esa hermosa y suave sabana que todos los días olía y lavaba.

Es tan solo un pequeño juego, yo saqué tus órganos, yo vuelvo a ponértelos...