El niño tomó un pedazo de papel, con sus crayones el niño pintó una rubia muñequita, le dibujó unos lindos ojos verdes, una pequeña nariz y una gran sonrisa.

El niño no quiso dibujar ropa a su muñequita, a cambio de esto, quiso pintarle un alma y recortó la princesita del papel para que tuviera una forma realmente humana; dejó su creación en su mesa de noche y luego se dispuso a dormir deseando que su muñequita fuera más que un papel. Entonces como si fuera la leyenda del popol buh al levantarse en la mañana la preciosa rubia que era una niña también, estaba sentada en su cama esperando con una sonrisa a que el niño se levantara.

El niño sólo quería jugar con su muñequita de papel, ahora con capacidad de moverse y felices de no estar solos jugaron. El niño dijo a su muñequita que quería que su alma tuviera un color diferente, entonces tomó sus crayones y pintó el alma de la niña que hasta ese momento era color rosa, puso sobre el rosa un rojo intenso y de inmediato la bonita niña de papel comenzó a experimentar las sensaciones más fuertes, sentirse feliz o también vivir la tristeza más profunda.

Cuando el niño le propuso a su linda muñequita que jugarán con otros juguetes ella se sintió amenazada y celosa, así que chantajeó al niño con alejarse. El niño tomó en silencio de nuevo los crayones y se acercó a ella para pintar de otro color su alma, sabía que por el hecho de que la niña tuviera un alma roja sería difícil poder compartir. Apretó en sus manos un crayón de color morado y pintó de nuevo el alma del dulce pedazo de papel, tampoco era el color indicado, pensó el niño cuando notó que ahora las lindas facciones del rostro de ella eran funestas y sin haberle pintado lágrimas ahora ella lloraba, era una triste niña sentada en el suelo.

Lloraba la nena amargamente sin explicarse qué le causaba tanto dolor, el niño se alejó sin preguntar el por qué del llanto de su niña y mirando sus crayones indeciso, escogió el de color negro suponiendo que éste haría neutra la actitud de ella. Pintó con afán para ver que cambiaba, pero ésta ahora era inexpresiva, seguía moviéndose aunque lo hacía con una actitud devastadora para el niño que sin esperar más tomó unas tijeras y cortó a la niña el alma, le arrancó el alma que le había regalado y la deshizo destruyéndola en pedacitos, ella se quedó ahí inmóvil con sus ojos verdes cerrados, con su sonrisa escondida en algún recuerdo, con un cuerpo sin alma y con pedazos de alma lejos de un cuerpo.

El niño no tuvo ningún impacto, el niño tomó el pedazo de papel del suelo, el niño tiró a la basura lo que antes era una niña, el niño salió de su cuarto y olvidó todo.