Otra oportunidad para ser feliz



Era día soleado , con un cielo azul hermoso, que le recordaba a Montserrat todo el tiempo que había perdido al lado de la persona equivocada. Ella deseaba un hombre que pudiera comprenderla sin siquiera hablar, que la amara infinitamente y que fuera capaz de hacer todo por lograr el amor de ella.

Con el tiempo había descubierto que la persona que acompañaba sus noches , a la que le había dedicado su juventud , no era la indicada. Fue triste para ella ya que pensando que había tomado la mejor decisión dejo escapar al amor de su vida en un día soleado y con un cielo azul hermoso. Pasaron los años y Montserrat no había olvidado esa sonrisa y esos ojos color miel que desde el primer momento le habían robado el alma a esa mujer de carácter fuerte y tan exigente en esas cosas del amor.


Ese día hacia veinte años , había conocido sin saberlo el amor de su vida. Fue un encuentro casual pero la marcaria para siempre; ella lo vio pasar mientras leía un libro debajo de un árbol en el jardín de su casa. Pasaron los años y ella no podía olvidar a aquel joven de ojos grandes y hermosos que había clavado su mirada en ella y desde ese momento la había embrujado de tal manera que no había podido olvidarlo aunque ya había pasado veinte años ; estando ella sentada bajo el mismo árbol en ese jardín que había sido testigo de él palpitar de su corazón ese día de verano se preguntaba como hubiera sido su vida junto a ese maravilloso hombre que había dejado escapar hace veinte años del que solo sabía que se llamaba Fernando Santillana. Lo había amado en secreto por muchos años se imaginaba que pudo haber sido feliz a su lado.


Pensando en el sentía que se le quemaba la piel , que el corazón se quería salir de su pecho y que la vida valía la pena solo cuando podía pensar en el. El saber que el existía la hacía feliz, una sonrisa inmensa cubría su rostro cada vez que pensaba en su Fernando Santillana, porque era suyo , bueno al menos eso sentía ella desde el día en que lo vio por primera vez.


Pasaron los años y ella lo pensaba cada día de su vida , el divorcio era inminente ya que ella había comprendido que Fernando Santillana era el hombre de su vida y que esperaba que la vida le diera la oportunidad de encontrarlo nuevamente ya que era por fin una mujer libre.
Cada día se sentaba bajo la sombra de ese árbol abrigando en sus sueños más profundos que su Fernando pasara otra vez por esa misma calle en un día soleado con un cielo hermoso y se había prometido que la próxima vez no lo dejaría escapar.